Las rosáceas pertenecen a una familia de plantas que incluyen muchas de las frutas que tomamos habitualmente, algunas especialmente presentes en esta época del año, como el melocotón, el albaricoque, la ciruela, la cereza, la paraguaya o las fresas.
Aunque la alergia a las frutas puede darse durante la infancia, lo más frecuente es que se de a partir de la adolescencia, por lo que es importante conocer sus síntomas de cara a realizar un diagnóstico precoz, pues este tipo de alergia es una de las causas más comunes de anafilaxia alimentaria.
Una de las alergias alimentarias más frecuentes a partir de la adolescencia
La alergia a las frutas rosáceas no se encuentra entre las alergias alimentarias más comunes en la infancia. Sin embargo, sí es frecuente a partir de la adolescencia, siendo la responsable en nuestro país del 70% de las reacciones alérgicas a las frutas.
El melocotón, la fruta rosácea que más alergias provoca
El melocotón suele ser la fruta que más frecuencia causa alergia, y es raro encontrar a pacientes con reacciones alérgicas a otras rosáceas sin que el melocotón no esté también implicado.
Al principio se creía que la alergia al melocotón procedía de la pelusilla de su piel, pero más tarde se observó que lo que realmente provoca alergia es un tipo de proteína (llamada LTP), que también está presente en otras frutas de la misma familia como manzanas, peras, cerezas, albaricoques, ciruelas, nectarinas, fresas o moras.
Alergias cruzadas a otros alimentos
Las LTPs son proteínas presentes en muchos alimentos de origen vegetal, y aunque existen varios tipos de LTPs, su estructura química es muy similar, por lo que puede provocar reacciones cruzadas en determinados individuos.
Por tanto, es frecuente encontrar personas con alergia a las frutas rosáceas que también presentan síntomas alérgicos al ingerir algunos de los siguientes alimentos:
Otras frutas: pera, uva, limón, naranja, mandarina, plátano, kiwi y granada.
Frutos secos: nueces, avellanas, pipas de girasol, almendras, castañas
Legumbres: cacahuetes, lentejas, soja, habas, judías blancas.
Hortalizas: tomate, lechuga, espárragos, coliflor, brócoli, repollo, zanahoria, apio, perejil y nabo
Además, también es frecuente que se de el síndrome polen-fruta, desarrollando alergia a los pólenes de artemisia, ambrosia, olivo, platanero de sombra o parietaria.
Qué síntomas provoca la alergia a las rosáceas
La reacción alérgica a las frutas rosáceas aparece de manera prácticamente instantánea tras la ingesta del alimento. Lo más frecuentes son las reacciones locales, que se caracterizan por presentar alguno de los siguientes síntomas:
- Picor en la zona de la boca, labios, lengua o incluso gargana.
- Enrojecimiento de los labios y la zona alrededor de la boca.
- Aparición de ronchas o urticaria por algunas zonas del cuerpo.
También pueden darse reacciones gastrointestinales (náuseas, vómitos o diarrea), síntomas respiratorios (asma, conjuntivitis o rinitis) o angioedema oral, caracterizado por la inflamación de los labios y la lengua.
Al igual que ocurre con cualquier otra alergia alimentaria, la alergia a las frutas rosáceas también puede provocar anafilaxia y comprometer seriamente la vida del paciente. Por ello es importante un diagnóstico precoz y el tratamiento adecuado para combatir los síntomas.
¿Cómo se diagnostica esta alergia?
Si tras ingerir este tipo de frutas tu hijo presenta alguno de los síntomas descritos, no debes volver a ofrecerle esa fruta sin antes consultar con el alergólogo.
El médico valorará detenidamente la historia del paciente y procederá a realizar las pruebas pertinentes para el diagnóstico de la alergia. Estas pruebas consisten en un prick test cutáneo, que suele ser el método inicial más utilizado, y un análisis de sangre para medir la IgE específica del alimento sospechoso.
Solo en algunas ocasiones (nunca en casos de anafilaxia o reacción grave) podría indicarse también una prueba de exposición oral o provocación al alimento, con el objetivo de determinar si el paciente está solo "sensibilizado" o es realmente alérgico.
Mi hijo es alérgico a las frutas rosáceas, ¿y ahora qué?
Si finalmente se confirman las sospechas de alergia, el médico os dará las indicaciones precisas para evitar riesgos, os informará de las posibles reacciones cruzadas que hemos comentado más arriba, y os prescribirá la medicación necesaria que el niño pudiera necesitar (especialmente en casos de alergia con síntomas severos).
Además, es importante mencionar que las proteínas LTPs son muy resistentes al calor, por lo que en muchas ocasiones el cocinado o procesado del alimento no elimina el riesgo de alergia. En este sentido, hemos de ser muy cuidadosos con el etiquetado de los alimentos, prestando especial atención a productos como conservas de fruta, frutas escarchadas, potitos de bebé, chocolates, tartas y productos de bollería, gelatinas, yogures y helados.
En lo que respecta al día a día, es importante que el niño conozca con detenimiento en qué consiste su alergia y, entre todos, trabajeis por concienciar al entorno más cercano. Igualmente, el colegio debe ser conocedor de la alergia del niño, y si tu hijo va a asistir a un campamento este verano también debeis informar a los organizadores.
Extremar las precauciones a la hora de salir a comer fuera de casa, buscar alternativas a la comida para los cumpleaños y celebraciones, y cocinar con mucha cautela para evitar la contaminación cruzada, son otros de los aspectos que debereis tener en cuenta a partir de ahora.
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Más informacion | Alimmenta, El libro de las enfermedades alérgicas, AEPNAA