En los últimos años hemos visto un aumento del número de alergias en los niños. Se calcula que una de cada cuatro personas sufre algún tipo de alergia y éstas son más frecuentes en los niños. Así que es normal que como padres, y como médicos, surja la pregunta: ¿Hay algo que podamos hacer para evitar las alergias? ¿Se pueden prevenir?
¿Cómo se desarrolla una alergia?
Para desarrollar una alergia a algo hace falta, por un lado, una predisposición genética. Así, los niños con antecedentes familiares de alergias, o que ellos mismos sufran asma o atopia (es lo que se conoce como marcha atópica) son más propensos a tener alguna alergia.
Si uno de los dos progenitores es alérgico, un 20 por ciento de su descendencia será alérgico; este porcentaje se eleva al 33 por ciento si los dos padres son alérgicos. Además, aquellos niños que ya son alérgicos a algo tienen más probabilidades de asociar otras alergias.
Por otro lado, se precisa una exposición previa al alérgeno (es decir, al alimento, sustancia, planta...etc que nos cause alergia); por ello, una reacción alérgica no se desarrolla la primera vez que nos exponemos al alérgeno, debemos haber estado en contacto previamente.
Además, en la presencia de la alergia pueden influir factores como el lugar de nacimiento, el clima, la vegetación, la contaminación, las infecciones o la alimentación.
Como vemos, hay multitud de factores implicados en el desarrollo de una alergia. Algunos, como la predisposición genética, no son modificables; pero otros, sí podríamos evitarlos.
Tipos de prevención de alergias
Tenemos varios niveles de prevención de alergias en los que podemos actuar:
Prevención primaria. Consiste en actuar durante el embarazo y primeros meses de vida del bebé para impedir que niños con alto riesgo de alergia se sensibilicen.
Prevención secundaria. Consiste en evitar que niños ya sensibilizados (han dado positivos en las pruebas de alergia) pero a los que el alérgeno aún no ha dado síntomas, (por lo tanto no los consideramos aún alérgicos), desarrollen una alergia. Sería el caso, por ejemplo, de un bebé alérgico a la leche de vaca al que le hacen pruebas para descartar otras alergias alimentarias. Se detecta sensibilización al huevo pero él aún no lo ha probado o, por el contrario, lo está tolerando sin problemas. En estos casos hay controversia. Hay profesionales que defiende evitar la exposición al alérgeno, pues si continúa exponiéndose podría acabar desarrollando una alergia; y hay otros profesionales que son partidarios de no realizar ningún cambio si no hay síntomas.
Prevención terciaria. En este caso tendríamos que evitar que niños alérgicos sufriesen síntomas de alergia. Para ello, podemos por un lado evitar el alérgeno; por ejemplo, el niño alérgico al huevo excluirá el huevo y todos los alimentos que lo contengan de su dieta. En otros casos, podemos recurrir a las vacunas de la alergia (inmunoterapia) y/o a medicamentos, que alivien los síntomas o controlen la enfermedad, como en el caso de las rinitis alérgicas, por ejemplo.
¿Pueden prevenirse las alergias alimentarias?
Las alergias alimentarias son frecuentes en los niños, afectando a uno de cada diez, y suelen aparecer durante los primeros meses o años de vida (especialmente durante la introducción de la alimentación complementaria). Dentro de éstas, la alergia a la leche de vaca y al huevo son las más frecuentes.
Hace años, se pensaba que, para prevenir la alergia a alimentos, lo ideal era retrasar la introducción de alimentos alergénicos. Así por ejemplo, las frutas con pelo no solían ofrecerse antes del año de vida y alimentos como el huevo o el pescado se introducían a partir de los nueve meses de vida.
Estudios más recientes no ha encontrado ninguna relación entre la introducción tardía de determinados alimentos y la aparición de alergia. Es más, en algunos alimentos se ha demostrado que la introducción precoz podría evitar la aparición de alergia. Es el caso del cacahuete. En 2008 se publicó un estudio comparando niños de Israel y niños de Reino Unido. Se observó que en Reino Unido había 10 veces más niños alérgicos al cacahuete que en Israel. La principal diferencia era el momento de introducción de los cacahuetes: en Israel solían introducirse durante el primer año de vida y ofrecerse de manera regular. Tras estudios posteriores, la recomendación actual de la Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica (EAAC) es introducir tempranamente (entre los 4 y los 6 meses de vida) el cacahuete en poblaciones con alta prevalencia de alergia a cacahuete.
La guía de la Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica (EAAC) para prevenir el desarrollo de alergias alimentarias en lactantes y niños pequeños publicada en 2021 incluye también la introducción temprana del huevo bien cocinado (no debe ofrecerse crudo ni poco cocinado). Así mismo, sugieren evitar la suplementación con leche de fórmula en bebés amamantados durante la primera semana de vida, para prevenir la alergia a la proteína de leche de vaca.
¿Se puede prevenir la alergia al látex?
Los niños que son sometidos a múltiples operaciones (por ejemplo, niños con malformaciones) tienen más riesgo de sufrir alergia al látex. Este riesgo es mayor cuanto menor es el niño cuando se somete a las cirugías. Por eso, desde el inicio, estos pacientes deben evitar el contacto con el látex: usaremos guantes sin látex, quirófanos y consultas libres de látex...
Con estas medidas, se ha conseguido evitar en casi todos los casos la alergia al látex. Esto también sería aplicable a profesionales que tienen contacto muy frecuente con látex (profesionales sanitarios, jardinería...)
¿Tiene el embarazo un papel en el desarrollo de alergias en el bebé y niño pequeño?
Se cree que ya desde el embarazo se puede influir en el desarrollo de alergias en el futuro bebé. Así, hay una investigación que señala que comer durante el embarazo alérgenos como leche de vaca, huevo, frutos secos o pescado podría proteger al bebé frente a las alergias alimentarias. En esta línea, la Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica (EAAC) recomienda que no se restrinja ningún alimento durante el embarazo y la lactancia a fin de prevenir el desarrollo de alergias en el bebé.
Además, la exposición al humo del tabaco y la contaminación durante el embarazo no es recomendable. Debemos evitar también el estrés y dietas poco saludables pues la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP) manifiesta que estos son los principales factores de riesgo de enfermedades alérgicas en la infancia.
¿Previene la lactancia materna las alergias?
La lactancia materna durante al menos 3-4 meses ha demostrado disminuir el riesgo de asma y de dermatitis atópica, que como hemos visto, los niños que sufren estas 2 entidades son más propensos a padecer alergias. Además, disminuye el riesgo de sufrir rinitis alérgica en los menores de 5 años.
Respecto a las alergias alimentarias, la Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica (EAAC) no emite recomendación ni a favor ni en contra de la lactancia materna para prevenir alergias alimentarias, pues no existe suficiente evidencia.
Sin embargo, manifiestan que la leche materna tiene tantos beneficios que todas las madres deben ser animadas y apoyadas para amamantar. La exclusión de la leche de vaca de la dieta de la madre lactante no ha demostrado prevenir la alergia a las proteínas de la leche de vaca en el bebé amamantado. Se recomienda que la madre lactante lleve una dieta sana y variada sin ninguna restricción (salvo que su bebé haya sido ya diagnosticado de alérgico).
A modo de resumen, entonces, diremos que hay tres niveles de prevención de alergias: evitar que aparezcan en niños de riesgo (prevención primaria), evitar que niños ya sensibilizados desarrollen la alergia (prevención secundario) y evitar que niños alérgicos tengan síntomas alérgicos (prevención terciaria).
En el desarrollo de una alergia hay múltiples factores implicados. Algunos, como la predisposición genética, no se pueden evitar. Otros, como el momento de introducción de la alimentación complementaria o los cuidados durante el embarazo sí pueden modificarse y podrían disminuir la aparición de alergias.
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