Con la llegada del verano llegan también las picaduras de insectos. Más calor, más superficie corporal sin cubrir, más tiempo al aire libre... hacen casi inevitable que nos libremos de algún picotazo. Y, aunque la mayoría de picaduras de insectos no tienen trascendencia más allá del picor, las picaduras por himenópteros (abejas y avispas) son, tras los alimentos, la causa más frecuente de reacción alérgica grave en niños por lo que conviene saber identificar los signos de gravedad para actuar a tiempo.
¿Qué pasa cuando un insecto pica?
Empecemos por el principio. Cuando un insecto pica, introduce una sustancia en el cuerpo que irrita a piel y hace que aparezca un granito (pápula), habón o roncha en esa zona.
El tipo de lesión que se produce depende del animal. Por ejemplo, los mosquitos suelen provocar habones que pican; los habones que producen las avispas y abejas duelen y pueden dejar dentro el aguijón (en el caso de las abejas); y las arañas suelen producir una mancha roja con dos puntos centrales.
En algunos casos, puede producirse una reacción alérgica, que puede ser local, con gran inflamación y enrojecimiento, o generalizada, que afecta a varios órganos y puede ser grave.
¿Qué insectos pueden producir una reacción alérgica?
Todos los insectos que pican pueden producir una reacción alérgica. Es importante matizar que, aunque habitualmente hablemos de picadura, los insectos hematófobos, como las garrapatas o las pulgas, no pican sino que muerden, y al hacerlo producen irritación local; es raro que estos insectos produzcan reacciones alérgicas.
Los mosquitos son los insectos que con mayor frecuencia pican a los niños, pero en general ocasionan reacciones leves. Son los heminópteros (abejas y avispas) los que pueden ocasionar anafilaxia (reacción alérgica grave en al que están implicados varios órganos del cuerpo) con mayor frecuencia.
¿Qué síntomas aparecen en una reacción grave tras picadura?
En la mayoría de los casos, tras una picadura se produce una reacción local leve ocasionada por el veneno del insecto (un granito o habón que puede picar y/o doler). Pero en algunos casos nuestro cuerpo (en concreto nuestro sistema inmune) puede reaccionar de manera exagerada ante ese intruso (el insecto) y aparece una reacción alérgica, que puede ser local (inflamación, enrojecimiento, dolor) o generalizada.
Tras una picadura, la frecuencia de anafilaxia (reacción alérgica grave) es del 1% (menos frecuente que en los adultos). Estas reacciones graves se producen muy rápidamente (minutos) tras la picadura. Suelen comenzar con picor de palmas y plantas así como picor de ojos y enrojecimiento de todo el cuerpo. Aparece dificultad para respirar, y pueden tener naúseas o vómitos, malestar general y palidez.
¿Qué hacer ante una picadura?
Lo habitual es que la reacción tras una picadura sea leve, así que debemos mantener la calma. Suele ser suficiente con lavarla con agua y jabón. Si se ha quedado clavado el aguijón de la abeja debemos retirarlo con unas pinzas (si está accesible y sin exprimirlo). En caso de que el picor sea intenso podemos aplicar frío local o una solución de calamina o amoniaco (estas barritas que venden en las farmacias).
Sólo en casos puntuales, con mucha inflamación, mucho picor o en lesiones que se infectan, será necesario que el pediatra recete algún medicamento (antihistamínico, corticoide y/o antibiótico) para mejorar los síntomas.
Si aparecen signos de gravedad (picor de ojos, palmas y plantas, dificultad para respirar, palidez cutánea, mal estado general...) debemos llamar al 112 o acudir a Urgencias. También debemos consultar si la picadura se hincha mucho o cada vez más, o si se encuentra en la boca o la nariz ya que pueden dificultar la respiración si se hinchan mucho.
¿Cómo diagnosticar una alergia a picaduras de avispas o abejas?
El diagnóstico suele realizarse por Alergología y en un centro médico (fundamental). Primero nos harán una serie de preguntas sobre los síntomas que se produjeron y qué insecto fue el responsable.
Posteriormente realizarán unas pruebas cutáneas (inocular pequeñísimas cantidades de veneno de diferentes insectos y ver qué reacción produce en la piel). También será necesaria una analítica de sangre para identificar la presencia de inmunoglobulina E frente al insecto en cuestión.
¿Cómo prevenir las picaduras?
Lo fundamental son las medidas físicas:
LLevar la mayor parte de superficie corporal cubierta (manga larga, pantalones largos), evitando la ropa de colores llamativos; en las zonas expuestas podemos aplicar repelente (asegurándonos de que es apto para la edad de nuestro hijo)
No pasear al atardecer por zonas húmedas, no acercarse a árboles frutales, zonas con basura, y, por supuesto, no acercarse a colmenas o nidos de abejas. También debemos tener cuidado con las piscinas y los estanques.
Si es posible, dormir con mosquitera y/o con las ventanas cerradas. También cuando viajemos es recomendable que las ventanas del coche estén cerradas.
Además, los niños que han tenido un episodio previo de alergia grave a picadura pueden recibir inmunoterapia: una vacunación con extracto de veneno del insecto. Trata de disminuir esa reacción exagerada que tiene el cuerpo frente a esa picadura en concreto.
Este tratamiento puede realizarse en niños mayores de cinco años que cumplan ciertas características. Son tratamientos largos (entre 3 y 5 años) pero los resultado son excelentes.
¿Qué hacer si mi hijo/a es alérgico a las picaduras de algún insecto?
Si nuestro hijo ya ha sufrido una anafilaxia por una picadura, es fundamental tener siempre con nosotros un autoinyector de adrenalina y saber cómo usarlo (tanto los padres como el niño).
En caso necesario no debemos dudar en administrarlo. Además pueden tomar otras medicaciones que les hayan recetado (antihistamínicos o broncodilatadores) y es importante acudir rápidamente al centro médico más cercano