Antitérmicos para bajar la fiebre: no siempre son necesarios

El invierno es época propicia para el contagio de catarros y gripe. Con niños en casa, aunque tomemos medidas para prevenirla, lo más probable es que pasen al menos uno o dos episodios de gripe, y si hay hermanos, las posibilidades aumentan. La gripe viene acompañada de fiebre y los padres recurrimos a los antitérmicos para bajar la fiebre, a veces ni bien notamos unas décimas de temperatura, pero debemos saber que es un medicamento que no siempre es necesario.

La fiebre es un mecanismo de defensa del organismo ante la presencia de virus o bacterias que atacan el sistema inmunitario. Al contrario de lo que suele creerse, no es una enfermedad en sí misma y no debe ser tratada como tal. La fiebre es nuestra amiga pues juega un papel fundamental en el proceso de recuperación. No hace falta quitarla siempre.

La fiebre, un mecanismo de defensa

Es importante entender por qué tenemos fiebre. Al ingresar en el cuerpo un virus o una bacteria que infecta los tejidos, se desencadena en el organismo un proceso fisiológico que consigue estimular el hipotálamo, centro termo-regulador, el cual reacciona elevando la temperatura corporal para luchar contra la infección.

La temperatura aumenta con el fin de crear un medio hostil para el virus o la bacteria. Según señalan investigadores de la universidad canadiense McMaster en su estudio publicado por la revista Proceedings of the Royal Society B, "a mayores temperaturas, la replicación bacteriana y vírica es menos eficiente, mientras que la respuesta adaptativa del sistema inmunológico funciona mejor".

Es decir, cuando la fiebre es más alta, el sistema inmunitario está ganando la batalla al virus, cuando la bajamos les estamos dando más cancha.

Más antitérmicos, más gripe

La rapidez a la hora de administrar antitérmicos no es una buena medida. Al reducir la temperatura corporal, el cuerpo pierde capacidad de lucha contra los agentes infecciosos.

Además, al no tener fiebre, el niño se siente mejor para seguir con sus actividades cotidianas y provoca más infecciones en su entorno. Se está ocultando un síntoma de alerta del organismo ante la presencia de virus que siguen infectando a otros niños.

Como explica David Earn, del Departamento de Enfermedades Infecciosas y profesor de matemáticas de dicha universidad canadiense: "Las personas con frecuencia toman (o les dan a sus hijos) fármacos para bajar la fiebre con el objetivo de poder ir a trabajar o al colegio. Y pueden pensar que el riesgo de infectar a otros es mínimo porque la fiebre es baja. Pero, en realidad es lo contrario: esas personas enfermas pueden liberar más virus porque la fiebre ha sido reducida".

Según los investigadores, la supresión de la fiebre aumenta el número anual de casos en un 5%, lo que corresponde a más de 1.000 muertes adicionales por gripe a lo largo de un año en Norteamérica. Dicho en otras palabras, tratar en exceso la fiebre produce una mayor transmisión de los casos de gripe.

Cómo utilizar los antitérmicos

Se considera fiebre a una temperatura mayor de 38 °C en axila o mayor de 38,5 °C si se toma en el recto.

Si el niño tiene fiebre (una temperatura mayor de 38 grados), debemos intentar calmarla antes de tratarla. Podemos recurrir a remedios caseros para reducirla como bañar al niño con agua tibia, quitarle ropa, y muy importante, mantenerlo bien hidratado, a ser posible con hidratos de carbono (zumos de fruta, batidos, papillas, etc.)

Según el decálogo de la AEPap, solamente hay que usar medicamentos para la fiebre si hay malestar o dolor. El ibuprofeno y el paracetamol tienen la misma eficacia para tratar el dolor, y aunque a veces se recomienda alternarnos cuando la fiebre no baja, no hay evidencia científica de que sea más efectivo que utilizar siempre el mismo.

En su momento, os explicamos cómo calcular las dosis de ibuprofeno y paracetamol que debe tomar el niño, para evitar administrarlos en exceso.

Otro dato importante que nos proporciona la AEPap es que ni el grado de la fiebre ni la respuesta al antitérmico nos orientan sobre la gravedad de la infección ni si está causada por virus o por bacterias.

Se recomiendan también los antitérmicos en niños predispuestos a sufrir convulsiones febriles, que suelen ocurrir durante el primer día de fiebre en infecciones virales y no necesariamente están relacionadas con la fiebre alta, puede aparecer en temperaturas a partir de 38º C.

En resumen, una vez más el sentido común es la clave a la hora de tratar la fiebre en el niño: los antitérmicos para bajar la fiebre no son siempre necesarios. No debemos administrar el antitérmico al notar unas décimas en el niño. Sólo debemos darlo si hay dolor o el niño no se encuentra bien. Si tiene más de 38º de temperatura se intentará reducir la temperatura por otros medios y de no bajar, se administra el medicamento.

Vía | El Mundo Foto | archibald jude en Flickr En Bebés y más | Bebés con fiebre: antes de los antitérmicos..., Cuándo utilizar los antitérmicos

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