El pie equino varo, también llamado pie zambo, es una malformación congénita del pie presente desde el momento del nacimiento. Debido a esta anomalía, el pie del bebé está en punta y con la planta girada hacia dentro, presentando dificultades para caminar si no se trata de forma precoz.
Te contamos qué implicaciones conlleva el pie zambo, cuándo y cómo se diagnostica y qué tratamientos existen para corregir esta anomalía.
¿En qué consiste el pie zambo?
El pie zambo es la deformidad más frecuente del pie, afectando a entre 1-1,5 por cada 1.000 nacidos vivos, y con una proporción dos veces más alta en varones que en mujeres. Puede presentarse en uno o en ambos pies y tener distintos tipos de gravedad.
En apariencia, el pie zambo se ve doblado hacia abajo, en punta y con el talón girado hacia dentro, como si estuviera del revés. Pero esta malformación no implica únicamente una alteración de los huesos, sino que también afecta a los vasos sanguíneos, los músculos y los tendones de la pierna y el pie, que son más cortos de lo habitual. De hecho, la pierna afectada puede ser ligeramente más corta que la otra y los músculos de la pantorrilla están, generalmente, subdesarrollados.
A pesar de su aspecto, el pie equino varo no causa ninguna molestia o dolor al bebé, aunque si no se corrige de forma precoz es posible que el niño no pueda caminar o tenga dificultades para hacerlo más adelante.
¿A qué se debe este defecto congénito?
Aunque la causa del pie zambo es desconocida, existen algunas teorías que explicarían esta anomalía congénita:
- Detención precoz del crecimiento del pie, haciendo que sus huesos no lleguen a formarse correctamente ni a ocupar la posición que deberían.
- Causas mecánicas derivadas de una falta de espacio en el útero para el crecimiento del feto durante el embarazo.
- Causas genéticas: si alguno de los padres u otros hijos han tenido pie zambo, aumentan las probabilidades de que el bebé nazca con esta anomalía.
- Se ha asociado un mayor riesgo de pie zambo cuando hay oligohidramnios durante el embarazo (cantidad reducida de líquido amniótico alrededor del feto en el útero).
- El riesgo de pie zambo aumenta en bebés con trastornos neuromusculares, como parálisis cerebral y espina bífida.
Cuándo se diagnostica el pie zambo
Dado que esta malformación se gesta en el segundo trimestre del embarazo, cuando el pie crece rápidamente, es posible sospechar de la existencia de pie zambo mediante ecografías prenatales, especialmente con la ecografía morfológica de las 20 semanas.
No obstante, el diagnóstico definitivo llegará tras el parto con la exploración al recién nacido, cuando el médico compruebe que el bebé no es capaz de rotar su pie a la posición normal.
Ante un diagnóstico de pie zambo es importante descartar otras patologías asociadas como plagiocefalia, tortícolis muscular congénita o displasia de cadera.
El método de Ponseti para el tratamiento del pie zambo
Durante mucho tiempo, la cirugía era el único método para solucionar esta malformación del pie. Pero en muchos casos es posible corregirlo sin pasar por quirófano gracias al método de Ponseti, en donde se emplea la manipulación suave y progresiva del pie y la colocación de yesos para conseguir que la extremidad se enderece y pueda crecer y desarrollarse con normalidad.
Es recomendable comenzar con el método de Ponseti tan pronto como se diagnostique la malformación, incluso en los primeros días de vida del bebé, pues cuanto antes se comience más probabilidades habrá de corregirlo totalmente.
El tratamiento consiste en enyesar la pierna y pie del niño con una escayola que se cambia de forma semanal, y que ayudará a ir girando el pie de manera progresiva. El cambio de escayola se combina con la manipulación suave de la extremidad.
Por lo general se necesitan entre cinco y siete yesos para llevar el pie hacia la dirección correcta. Después, suele ser necesario practicar una cirugía del tendón de Aquiles (se realiza con anestesia local), y tras la recuperación se procede a colocar unas botas ortopédicas.
Estas botas están ligeramente rotadas hacia afuera y tienen una barra fija de separación entre ellas. Su objetivo es evitar que el pie vuelva a rotar a la posición inicial, dado el rápido crecimiento que experimenta el pie en los primeros meses de vida.
Es importante que durante tres o cuatro meses el niño lleve las botas las 24 horas del día (salvo en el momento del baño). Después, solo necesitará llevarlas por la noche de dos a cuatro años más.
¿Se corrige completamente el pie zambo?
En ocasiones, el pie zambo puede ser tan grave que el tratamiento con yesos no es posible ni efectivo, por lo que es necesario pasar por quirófano. Ocurre lo mismo en el caso de niños que tras haberse sometido al tratamiento Ponseti no han respondido adecuadamente ('pie resistente'), o cuando la malformación vuelve a aparecer después de haber conseguido la corrección completa ('pie zambo recidivado').
El tratamiento del pie zambo lleva mucho tiempo, y es importante que un traumatólogo evalúe periódicamente al niño hasta el final de su crecimiento para descartar recidivas, ya que a medida que el niño crece y se desarrolla podría reaparecer la malformación.
No obstante, siguiendo correctamente el plan de tratamiento indicado por el especialista, los resultados que se obtienen son muy buenos.
Fotos | iStock
Vía | Mayo Clinic, Stanford Children's, Kids Health, En Familia - AEP, Familia y Salud, Faros - San Joan de Deu
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