Hace ya más de un mes que se cerraron los colegios y se decretó en nuestro país el Estado de Alarma por la pandemia de Coronavirus. Desde entonces, la mayoría de niños no han salido de casa, y sólo unos pocos afortunados que tienen jardín han podido disfrutar del aire libre. Lo que inicialmente parecía transitorio, se está prolongando y padres y pediatras nos preguntamos qué consecuencias puede tener sobre la salud de nuestros niños y qué soluciones poner para mitigarlas.
Los trastornos del sueño
La ausencia de colegio y el confinamiento han hecho que los horarios se relajen en muchos hogares y las rutinas sean más laxas.
Esto puede acarrear problemas y trastornos del sueño: niños que duermen menos horas de las necesarias, que tardan más en conciliar el sueño o la aparición de pesadillas (acentuadas por la situación que estamos viviendo, especialmente en los más mayores).
Es fundamental que tratemos de respetar el ciclo día-noche y que mantengamos las rutinas. Es recomendable que los niños se acuesten y se levanten más o menos a la misma hora, pudiendo diferenciar entre semana de fin de semanas si así lo hacemos habitualmente y que se sigan siempre la misma rutina antes de ir a dormir.
Debemos evitar las pantallas al menos dos horas antes del sueño, pues la luz que desprenden inhibe la melatonia, la hormona que facilita el inicio el sueño. Asi mismo, es bueno separar al cena o última toma al menos media hora del momento de acostarse.
La falta de movimiento
Sabemos que el ejercicio físico es beneficioso para la salud. Fortalece los músculos y los huesos y previene enfermedades como la obesidad, la diabetes tipo 2 y la hipertensión. También mejora el estado de ánimo, la calidad del sueño y el rendimiento académico.
La OMS recomienda que los niños entre 5 y 17 años realicen al menos 60 minutos de actividad aeróbica moderada (correr, saltar, nadar, montar en bici...).
Los niños menores de cinco años deben estar activos durante el día, al menos tres horas según la AEP. Y sin embargo ahora, durante el confinamiento, parece más difícil que nuestros hijos se muevan. Debemos tratar de fomentar que hagan ejercicio físico a diario, adaptado a sus posibilidades en función de su edad: organizar circuitos en casa, hacer tablas de ejercicios, bailes en familia...
El uso de pantallas en el confinamiento
El uso excesivo de la televisión en la infancia se ha relacionado con dificultades y retraso cognitivo, retraso del lenguaje así como con un aumento del riesgo de obesidad y cardiovascular y trastornos del sueño.
Los menores de dos años no deberían ver pantallas y aquellos entre dos y cinco años deberían limitarlo a una hora al día. La Academia Americana de Pediatría recomienda además que los padres acompañen a los hijos mientras ven la televisión, a fin de ayudarles a enternder lo que están viendo.
Para niños mayores de seis años conviene establecer límites en cuanto a horario y contenido y es recomendable que no excedan 1,5-2 horas al día. Sin embargo, durante el confinamiento es frecuente que los niños estén más expuestos, hagan más uso de las pantallas y con menor frecuencia acompañados de un adulto.
Dado que es una situación transitoria, tampoco debemos ser demasiado estrictos, pero sí es recomendable tratar de que sean programas de alta calidad educativa, que no les limite otras actividades (como juegos o ejercicio físico) y que no interfiera con la comida o el sueño. En cuanto a las videoconferencias, también muy empleadas en estos días de confinamiento, somos más permisivos con niños pequeños, ya que suelen ser breves, permiten socializar e interactuar e involucran a los adultos
Los cambios en la alimentación
En este apartado nos encontramos con los dos extremos: niños que han perdido el apetito y otros que piden comer a todas horas.
Los niños son capaces de regular su hambre y saciedad, así que si quieren comer menos cantidad no debemos forzarles (ni ahora ni nunca). Es probable que no necesiten el mismo aporte calórico que antes del confinamiento, pues no están realizando la misma actividad.
No debemos preocuparnos, sino continuar ofreciendo alimentos saludables y dejando que los niños regulen la cantidad que comen. Sí es recomendable en cambio que mantengamos unos horarios más o menos fijos de comidas; si quieren picar entre comidas ofrezcamos alimentos saludables (fruta, frutos secos para los mayores de 5 años, algún lácteo...)
El confinamiento ha llevado también a algunas familias a prestar menos atención a la alimentación: picoteo, repostería, comida rápida... Es recomendable evitar tener al alcance alimentos insanos y seguir las recomendaciones del plato de Harvard: más o menos la mitad de lo que comemos debe ser fruta y verdura, una cuarta parte proteína saludable y otra cuarta parte granoo cereal (preferiblemente integral). Y dado que estamos confinados, un buen plan puede ser cocinar en familia.
Cuidar la visión en el confinamiento
El ojo es otro de los órganos que puede sufrir durante el confinamiento. Menor exposición a luz natural, moverse en distancias cortas y mayor tiempo de exposición a pantallas pueden afectar a la visión de los más pequeños.
Por ello es recomendable que siempre que podamos tengan luz natural, que evitemos que vean mucho tiempo seguido dispositivos electrónicos (y que lo hagan a la distancia adecuada) y que les recordemos que miren a lo lejos de vez en cuando (que miren por la ventana a lo lejos, que traten de identificar algún objeto lejano...)
Trastornos emocionales y de comportamiento
El cierre de los colegios, el estado de alarma y el confinamiento nos afecta a todos, también a los más pequeños. Parece que los niños "se enteran menos" y lo llevan mejor, pero estamos viendo diferentes alteraciones que demuestran que les está afectando. Así lo ha reflejado recientemente un estudio realizado por la Universidad Miguel Hernandez de Elche.
Estamos viendo casos de niños pequeños que muestran una regresión: habían dejado el pañal y vuelven a tener escapes, se dormían solos y necesitan ahora la compañía de un adulto, comían sin ayuda y ahora reclaman que se les de la comida, que les ayuden a vestirse...
Otros niños están más nerviosos e intranquilos, y lloran o se enfadan con facilidad. En los más mayores vemos dificultad para concentrarse o preocupación excesiva cuando algún familiar sale de casa.
Es importante que estemos atentos y detectemos pronto estos trastornos. Conviene también que hablemos mucho con los niños y les expliquemos la situación con un leguaje adaptado a su edad. Se han elaborado diferentes cuentos acerca del Coronavirus que pueden servir de ayuda. El yoga o la meditación también son un buen recurso. También debemos tener una dosis extra de paciencia y cariño, saber que a ellos también les afecta y muchas veces no pueden expresarse con claridad. Nos necesitan.
Falta de vitamina D
La vitamina D es una vitmaina fundamental para la formación de los huesos y además participa en la movilidad de los músculos, en el sistema nervioso y tiene un papel en la inmunidad, entre otras funciones. La sintetizamos a través de la radiación solar (UVB) en su mayoría, y tan sólo una pequeña parte a través de los alimentos (en torno a un 10%). Ahora en el confinamiento la mayoría de los niños no están expuestos a la luz solar y cabe pensar que puedan desarrollar un déficit de vitamina D.
Sin embargo, se trata de una situación transitoria y por el momento no parece necesario recomendar suplementos de manera generalizada. Exponerse al sol 10 minutos al día (cara, cuello y parte de los brazos), principalmente por la mañana y con la ventana abierta podría ser suficiente para obtener la vitamina que necesitamos. Además es bueno que no falten en la dieta alimentos ricos en vitamina D como los lácteos, los huevos (especialmente la yema) y el pescado azul (evitando lo que tienen alto contenido en mercurio).
Los lactantes menores de un año que tomen lactancia materna o aquellos que reciban menos de 1 litro al día de fórmula deberán recibir 400UI de vitamina D al día (igual que antes del confinamiento).
Como hemos visto, el confinamiento y todo lo que conlleva esta pandemia de Coronavirus sí afecta a los niños. Sin embargo, es algo temporal, esperemos que recortado en el tiempo y, si manejamos bien estas situaciones, no tendrían por qué tener efectos a largo plazo. Así que armémonos de paciencia, cariño y comprensión para atender las necesidades de los más pequeños en estos momentos, esperando que pronto podamos volver a la normalidad y esto quede en el recuerdo.
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