Crisis asmática en bebés y niños, ¿cómo actuar?

El asma es un enfermedad que afecta también a los niños. De hecho, es la enfermedad crónica más frecuente en la infancia; entre un ocho y un diez por ciento de los niños la sufren.

¿Qué es el asma?

El aire entra a lo pulmones a través de unos conductos llamados bronquios, que se van ramificando en conductos cada vez más pequeños hasta llegar a los alveolos, donde se realiza el intercambio gaseoso. En el asma existe una inflamación crónica de los bronquios.

Los niños con asma tienen momentos en los que se encuentran bien y episodios (crisis asmáticas) en los que los bronquios se estrechan y el aire tiene dificultad para entrar y salir de los pulmones, apareciendo tos, dificultad para respirar y sibilancias ("pitos").

¿Cómo identificar una crisis de asma? Síntomas

Las crisis de asma suelen aparecer de manera repentina. El niño comienza con dificultad respiratoria, tos y sibilancias (ruido del aire al pasar por los bronquios estrechos) que en algunos casos pueden escucharse como pitos sin necesidad de usar fonendo.

Los niños mayores dirán que les cuesta respirar, que tienen sensación de ahogo, incluso dolor u opresión en el pecho; algunos pueden tener hasta dificultad para hablar durante la crisis.

En los niños más pequeños notaremos la dificultad respiratoria porque empiezan a respirar más rápido, se les hunde el pecho y se les marcan las costillas. En los bebés, además, podremos ver aleteo nasal (los orificios de la nariz se abren) y escuchar un quejido.

En los caso más graves podemos notar un cambio de coloración alrededor de la boca (la zona se pone morada/azulada). En el siguiente vídeo pueden verse con claridad los principales signos de dificultad respiratoria.

¿Qué desencadena una crisis asmática?

En niños es frecuente que las crisis asmáticas se desencadenen por resfriados, especialmente en los niños más pequeños. También existe asma alérgica, en la que la crisis asmática aparece cuando se entra en contacto con el alérgeno en cuestión: pelo de animales, pólenes... Además, las crisis de asma pueden desencadenarse con el humo, la risa, las emociones, el frío...

Por último, existe el llamado asma de esfuerzo, en el que las crisis asmáticas se desencadenan con el ejercicio físico.

¿Qué tratamiento tiene el asma?

Para hablar del tratamiento del asma vamos a dividirlo en dos grupos. Por un lado, un tratamiento para el momento de la crisis, cuando necesitamos abrir los bronquios para que el aire pueda pasar. Por otro, un tratamiento de mantenimiento cuya finalidad es disminuir esa inflamación crónica de los bronquios para tratar de que las crisis asmáticas sean menos frecuentes y menos graves.

  • Tratamiento de la crisis. Como hemos dicho, este tratamiento va dirigido a abrir los bronquios. Estos medicamentos se llaman broncodilatadores. Se administran de forma inhalada y actúan muy rápido, pero su efecto es transitorio. La administración por vía inhalada, (mediante cámara de inhalación), es igual de efectiva que la administración nebulizada, pero tiene además menos efectos secundarios y mayor coste-eficiencia por lo que suele ser la más empleada. En los casos más graves puede ser necesario asociar un corticoide (oral o intravenoso). Si la saturación de oxígeno baja, será necesaria también la oxigenoterapia.

  • Tratamiento de mantenimiento. En los casos leves, en los que los síntomas en las crisis son leves, el niño no tiene síntomas entre las crisis ni durante la noche y tolera bien el ejercicio, puede ser suficiente con tratar las crisis cuando aparecen. Sin embargo, cuando los episodios son más frecuentes y/o de mayor gravedad (asma moderado o grave), se pauta un tratamiento de mantenimiento que busca, como hemos comentado previamente, disminuir la inflamación de los bronquios. El tratamiento inicial de elección son los corticoides inhalados. En algunos casos pueden usarse antileucotrienos, que se administran en sobres o comprimidos masticables, como tratamiento inicial o asociados a los corticoides inhalados. Si no es suficiente, pueden asociarse broncodilatadores de acción prolongada (su efecto tarda más en aparecer pero es más duradero que los broncodilatadores que empleamos en las crisis asmáticas).

¿Cómo se administran los inhaladores?

En pediatría, a diferencia de los adultos, administramos siempre los inhaladores con una cámara espaciadora, que se coloca entre la boca del niño y el inhalador. Además, en los niños más pequeños (hasta los 4 años aproximadamente), se coloca una mascarilla facial (debe ser del tamaño adecuado en función del tamaño de la cara del niño).

  • Es importante que si se trata de un niño pequeño lo tengamos bien sujeto (por ejemplo, sentado sobre nosotros).
  • A continuación agitamos el inhalador y lo acoplamos a la cámara espaciadora.
  • Colocamos la mascarilla (en el caso de necesitarla) sobre el niño y la sujetamos de manera que cubra boca y nariz haciendo un buen sello.
  • Pulsamos una vez el inhalador y dejamos que el niño respire durante unos 10 segundos.
  • Si necesita más dosis, repetiremos de nuevo la operación, dejando que el niño descanse entre ellas (unos 30 segundos/un minuto).

Es fundamental que administremos bien el tratamiento, pues una técnica inadecuada es una de la principales causas de que no mejore una crisis.

La Sociedad Española de Urgencias Pediátricas dispone de unas hojas informativas para padres sobre el uso de los inhaladores con cámara.

Y la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP) muestra en el siguiente vídeo cómo emplear un inhalador con cámara.

¿Cómo prevenir que aparezca la crisis?

Si nuestro hijo está diagnosticado de asma y lleva un tratamiento de mantenimiento, es fundamental que se le administre a diario.

Además, debemos evitar aquello que desencadene las crisis, como el humo del tabaco, el frío o, en los casos de asma alérgico, aquello a lo que se esté sensibilizado: pelo de animales, pólenes, polvo... Las infecciones desencadenan las crisis con frecuencia en niños pequeños por lo que debemos tratar de prevenirlas: lavado de manos, toser con el codo, uso de pañuelos desechables... También es conveniente que los niños asmáticos de vacunen frente a la gripe.

En cuanto al ejercicio físico, la mayoría de niños asmáticos pueden hacer deporte sin problema. En el caso de que aparezcan síntomas con el ejercicio, deberán administrarse un broncodilatador previamente. Si a pesar de ello persisten los síntomas, deberemos consultar con nuestro pediatra.

¿Puedo hacer algo para evitar que mi bebé desarrolle asma?

El asma es una enfermedad multifactorial, es decir influyen muchos factores o causas en su desarrollo, algunos serán evitables y otros no. Dentro de los factores relacionados con el desarrollo de asma o su empeoramiento destacamos:

  • Antecedentes familiares: si uno o ambos padres son asmáticos o tienen dermatitis atópica y/o alergias.
  • Si el propio niño tiene dermatitis atópica o alergias tiene más probabilidades de desarrollar asma. Además, el tener alergias se asocia con síntomas más graves y mayor persistencia del asma.
  • El sexo: los niños varones tienen mayor riesgo de asma en la infancia.
  • La exposición al tabaco y la contaminación, la obesidad y el tipo de dieta, la excesiva higiene del mundo occidental (la llamada "teoría de la higiene")

  • Por otro lado, la lactancia materna podría tener un papel protector, y se ha asociado con una disminución del riesgo de desarrollar asma en al infancia.

¿Cuál es la evolución de las crisis del asma?

Los padres de niños con asma muchas veces nos preguntan si esta enfermedad es para siempre o mejorará con el tiempo. Durante los primeros años de vida, más de un tercio de los niños tendrá algún episodio de obstrucción bronquial y hasta en la mitad de los caso se repetirá, por lo que muchos de estos niños pueden ser catalogados de asmáticos.

Sin embargo, muchos de estos niños mejorarán con el crecimiento, desapareciendo los síntomas entre los 3 y los 6 años de vida. Saber identificar quiénes mejorarán y quienes seguirán con síntomas en la adolescencia y la edad adulta es difícil. Hay muchos estudios que tratan de analizar la historia natural del asma y ver qué factores indican una mejor o peor evolución, pero son poco concluyentes y a menudo resulta difícil poder predecir cómo va a evolucionar la enfermedad de un niño.

¿Cuándo acudir al pediatra?

Si nuestro hijo ya ha sido diagnosticado de asma, debemos acudir al pediatra si la crisis no mejora a pesar de administrar el broncodilatador a las dosis pautadas, si debemos administrarlo muy frecuentemente (cada menos de 2 horas) o si las crisis de asma son cada vez más frecuentes y/o más graves. En este último caso habrá que reajustar el tratamiento de mantenimiento (o instaurarlo si no lo tenía).

Si nunca ha tenido una crisis de asma pero notamos que, repentinamente nuestro bebé o niño comienza a toser y/o tiene signos de dificultad respiratoria (empieza a respirar muy rápido, se le hunde el pecho y se le marcan las costillas), debemos acudir a Urgencias.

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