Esta anomalía se puede prever con anterioridad cuando se trata de una transmisión genética, ya que entonces se realizan todas las ecografías pertinentes en torno al labio del futuro bebé, pero esto no quiere decir que lo puedan llegar a detectar, ya que la cantidad de líquido amniótico o la postura en la que se encuentre el bebé pueden dificultar notablemente esta tarea.
Si el bebé nace con esta malformación, la cirugía es mano de santo, pues a través de ella el bebé se recupera totalmente y no tendrá problemas con la alimentación. Esta operación la suelen realizar a partir de los tres meses como norma general, aunque es el cirujano quien decidirá cuándo es el momento oportuno para realizarla. La pregunta sería, ¿si no se opera hasta los tres meses, mientras tanto qué?, el pediatra da una serie de consejos para poder amamantar al bebé, ayudándote con un dedo para poder taponar el espacio que queda entre el labio y el pezón para que así el aire no pase y pueda succionar mucho mejor. Aunque también hay aparatos diseñados especialmente para que puedan amamantar.
También influye el grado de la malformación y la forma del paladar, ya que con un paladar hendido este sistema no funcionará y habrá que dar de comer al bebé con una jeringuilla o con unas botellitas especiales que indica el pediatra. Lo más importante es que esta malformación tiene una solución viable y feliz, esto ayuda mucho a diferencia de otras malformaciones cuyo remedio es muy difícil o inexistente.
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