Cuando el bebé comienza a andar después de haber dado sus primeros pasos, son diversas las dudas que pueden surgir en los padres, desde preocuparse si está tardando un poco más de lo esperado hasta saber si su modo de caminar es el adecuado.
En este último sentido algunos padres observan que, una vez que han comenzado a andar, sus hijos suelen desplazarse sin colocar el talón en el suelo, caminando únicamente de puntillas. Y aunque en principio pueden verlo como algo que es parte de ese proceso en el que mejoran su andar, si notan que ese tipo de caminar continúa suelen preocuparse.
¿Qué significa que un niño camine de puntillas? ¿Cuándo deberíamos de preocuparnos si lo hacen? Esto es lo que dicen los pediatras.
Lo primero que debemos saber es que caminar de puntillas no representa un problema en la mayoría de los casos. Se trata pues, de un hábito característico de los niños que empiezan a andar. Aunque no es un estadio evolutivo por el que todos los niños pasan, algunos niños lo hacen.
De acuerdo con información de la Asociación Española de Pediatría (AEP), esta forma de andar es frecuente de forma transitoria, hasta los 2 o 3 años de vida y la mayoría dejan de hacerlo a medida que crecen.
Lo más frecuente es que se trate de lo que se conoce como "marcha idiopática de puntillas", que no se asocia a ningún trastorno neurológico y que se resuelve sin tratamiento en la mayoría de los casos, desapareciendo alrededor de los 8 años.
¿Puede ser síntoma de algo más?
La AEP señala que aunque en muchos niños no se encuentra ninguna causa, y solo es idiopática, el caminar de puntillas también se puede observar en determinadas enfermedades como:
- Parálisis cerebral
- Distrofias musculares
- Trastornos del neurodesarrollo, como en los niños con trastorno del espectro autista
- Acortamiento o contractura del talón de Aquiles
Por ello, si observamos que nuestro hijo continúa haciéndolo pasados los tres años, si lo hace con un solo pie o si caminaba normal (apoyando ambos pies completos en el suelo) y repentinamente comienza a hacerlo, es recomendable consultarlo con el pediatra, quien examinará la movilidad del pie.
Pero como ya lo hemos dicho, en la mayoría de los casos la causa es idiopática y se trata de un hábito que mejora con el paso del tiempo.
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