En Bebés y más hemos hablado en diversas ocasiones de la homeopatía, un modo de “curar” basado en placebos que ha llegado realmente lejos, utilizado por muchísima gente y que mueve cifras que algunas farmacéuticas (de las que hacen fármacos de verdad) envidian.
Hoy vamos a hablar de otro de los placebos más utilizados, las Flores de Bach, que muchos conocemos porque tenemos familiares que las toman, porque se lo hemos oído a una amiga, que, por cierto, le van fenomenal, porque nos las han recomendado o porque las hemos probado.
Las Flores de Bach tienen, comparándolas con la homeopatía, un punto a favor, y es que no pretenden curar directamente enfermedades físicas, sino que se centran más en tratar síntomas emocionales o psicológicos (algunos de los cuales podrían generar una enfermedad física, claro). Ya diciendo esto se huele la tragedia, porque algo que sólo trata síntomas emocionales o psicológicos como ansiedad, nerviosismo, angustia, etc., tiene una pinta de placebo que asusta (ya sabéis que el placebo es el efecto de sugestión de una persona que cree que tomando algo se sentirá mejor, mejorando realmente simplemente porque cree que lo que ha tomado le ha ayudado).
Qué no son las Flores de Bach
Antes de seguir con el tema, quiero dejar claro un punto que hace que las Flores de Bach sean vistas desde el prisma que merecen. Las esencias florales de Bach están relacionadas con las flores, pero no son fitoterapia. No es tomar plantas para aprovechar un principio activo que genera unos efectos determinados en el cuerpo y que puede provocar unos efectos secundarios. No es fitoterapia porque las flores están diluidas, como si se tratara de homeopatía (se podría decir que los remedios florales de Bach y la homeopatía son hermanas).
Qué son las Flores de Bach
Son 38 preparados naturales que se inventaron hace 80 años por el médico inglés Edward Bach (1886-1936). Este buen hombre empezó en el mundo de la medicina como médico clínico y cirujano, luego pasó al terreno de la inmunología como bacteriólogo y patólogo y finalmente se dedicó a la homeopatía, que influyó bastante en su concepción de la curación con tinturas de flores diluidas.
El señor Bach sostenía que la mayoría de las enfermedades tenían como raíz problemas mentales, estados negativos de nuestra mente, problemas psicológicos, malas actitudes en la vida, etc. No es que fuera desencaminado, porque parte de razón tenía (todos conocemos el estrés y todo el daño que puede originar en nuestro cuerpo), pero claro, era una visión muy limitada de la medicina.
Si a este límite añadimos que como solución inventó unos remedios a base de flores, está claro que gracias al efecto placebo de los preparados muchas personas notaban mejoría y está claro que muchas otras no. De hecho, al principio creó 12 preparados con los que trataba a todos sus pacientes. Los llamó los Doce curadores. Viendo que éstos no llegaban a cubrir la totalidad de los problemas (lógico, el efecto placebo no funciona siempre) elaboró 7 preparados más que actuarían como ayudantes. En ese momento Bach los define como los Doce curadores y los Siete ayudantes. Un tiempo después añadiría los 19 preparados restantes.
En total Bach elaboró 38 preparados, cada uno de ellos basado en una flor concreta que tenía la propiedad de tratar un estado psicológico concreto. Para hacer los preparados ponía las flores a macerar o a hervir en agua y luego las diluía en soluciones alcohólicas para que se conservaran bien.
Cómo supo qué flor era la adecuada para cada dolencia
Uno de los factores más importantes a analizar cuando uno quiere saber cosas de un nuevo método de curación es la metodología utilizada para llegar a algo. Si un sujeto dice que tiene 38 flores con las que puede curar muchísimas cosas, las dos preguntas básicas son: “cómo sabes que curan” y “cómo has sabido para qué es cada flor”.
Pues bien, centrándonos en la segunda, respondemos que probablemente las fue discriminando por algún tipo de señal (“Dios, envíame una señal…”). Digo esto porque la flor que trata la impaciencia es la Impatiens glandulifera, una planta que tiene ese nombre porque Carlos Linneo, al estudiarla, observó que disparaba sus semillas en vez de esperar a que cayeran como hacen muchas otras plantas, como si fuera una planta impaciente. Bach vio esa planta y pensó que debía ser la adecuada para las personas impacientes. Si Linneo le hubiera puesto de nombre Depressiva glandulifera, probablemente sería utilizada para curar la depresión.
Llegados a este punto me despido de todos aquellos lectores que leyendo esto ya se han dado cuenta de la poca base científica que tienen las Flores de Bach y que no necesitan leer más. Para los que aún queréis saber más, sigamos con ello.
No te tomas la flor, sino un preparado diluido
Finjamos que el señor Bach hubiera hecho un extenso estudio de las flores y sus efectos, anotando efectos primarios y secundarios al tomarla directamente. Finjamos que cada flor tiene el efecto que se le supone. Bien, una vez jugamos a creer en ello, el tema se nos desmonta de nuevo porque la persona que toma remedios florales de Bach no está tomando flores, no se está tragando un pétalo triturado, ni el tallo descompuesto, ni una hoja puesta a hervir como si fuera un té. Lo que uno se toma cuando se bebe uno de esos preparados es una dilución, como en homeopatía.
La dilución es 1:144, es decir, una parte de tintura de flor por 144 partes de disolvente. No es una dilución exagerada, porque estaría a caballo entre el 1 CH y el 2 CH de la homeopatía, pero tratándose de flores que ayudan a mejorar el estado de ánimo es fácil decir que a ese nivel de dilución el efecto es nulo (vamos, que te tomas una manzanilla a 1:144 y el efecto es cero).
“Da igual, no es el principio activo el que cura”
Volvemos a acercar las Flores de Bach con la homeopatía porque después de explicar lo explicado, aún hay quien dice que “da igual, no es el principio activo el que cura, sino el estado energético de la flor que se transmite al paciente“, argumento similar al de la homeopatía donde no importa que no haya principio activo, porque las vibraciones de éste han pasado al agua y gracias a la memoria del agua el paciente se cura (“mira el color de mis calcetines”, que diría mi padre [si no lo entendéis os lo explico]).
Y mañana, más
Hasta aquí estoy seguro de que muchos y muchas estáis convencidos ya de que las Flores de Bach no hay por dónde cogerlas. De todas maneras, por si queda alguien que necesita más datos, mañana os traigo otra entrada (podéis acceder a ella clickando aquí) comentando algunos estudios en los que se ha comparado el efecto de las esencias florales de Bach con placebos (las personas que las tomaban no sabían si tomaban flores de bach o gotas de agua). Además os comentaré lo más interesante (digo yo…), qué indicaciones tienen las Flores de Bach para los niños y para las embarazadas.
Foto | Fotomontaje con foto de maessive en Flickr
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