La obesidad ocasiona problemas en la salud física y psíquica, con más perjuicios durante el embarazo, pues también afecta al desarrollo de la gestación aumentando las posibilidades de complicaciones también en el parto, siendo el futuro bebé uno de los perjudicados.
Al parecer, la pérdida de peso de la mamá evita la nutrición extra que recibiría el feto mientras se encuentra en el vientre materno, ya que ciertos factores anulan la expresión de los genes de la obesidad en estos bebés, mejorando la sensibilidad de la insulina que se produce y minimizando las probabilidades de que el crecimiento del embrión sea excesivo. Esta práctica también reduce el número de partos por cesárea, por este y otros motivos, la reducción de estómago en las mujeres obesas antes de quedarse en estado pasa a ser una recomendación médica que además reduce el riesgo de anomalías cromosómicas o malformaciones en el feto. Sólo que una vez realizada la cirugía gástrica se recomienda esperar 18 meses para estabilizar el peso antes de quedar embarazada.
El estudio hizo un cómputo de los casos de obesidad o posible obesidad en 172 niños de 2 a 18 años, cuyas madres, 113 eran obesas y se habían sometido al bypass gástrico antes del embarazo, 45 que se sometieron después del nacimiento a la intervención y el resto población en general. Así, los resultados mostraron que los niños nacidos antes de la cirugía tenían un 60% de posibilidades de convertirse en obesos y los niños cuyas madres se habían operado antes de quedar embarazadas redujeron dichas posibilidades a un 35%, cifra normal en la población en general.
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