La varicela es una enfermedad vírica que se contagia muy fácilmente y que casi siempre es benigna y por eso su vacuna va siempre rodeada de controversia y dudas. En los casos en que se complica, normalmente en lactantes y en niños y adultos inmunodeprimidos, llega a generar hasta 1.280 ingresos hospitalarios con complicaciones como otitis, neumonía, problemas neurológicos y tiene una mortalidad de entre 4 y 15 personas por año.
Estos datos no han sido suficientes para hacer que la vacuna de la varicela sea subvencionada por el estado para los niños pequeños (sólo se administra en niños mayores) y por eso no hay demasiados datos aún. En Estados Unidos, en cambio, llevan desde 1995 vacunando a los niños mayores y han visto que gracias a que los hermanos y otros niños están vacunados de la varicela los bebés menores de un año, que no pueden ser vacunados, tienen menos riesgo de pasar la enfermedad.
El objetivo de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC en inglés) es conseguir que cada vez haya más niños vacunados para que disminuya el número de niños que la padecen y para disminuir los riesgos de los menores de 12 meses. En la actualidad recomiendan administrar dos dosis de la vacuna de la varicela a todos los niños entre 12 meses y 12 años y a los niños mayores y adultos que aún no están vacunados y que no han pasado la varicela, precisamente para evitar que la cojan en la edad adulta, cuando los síntomas son más acentuados.
A los lactantes menores de 12 meses no se les vacuna porque al nacer adquieren la inmunidad a través de las defensas maternas y la vacuna no actúa hasta que esas defensas van desapareciendo. Sin embargo, a pesar de tenerlas, muchos niños menores de 12 meses padecen la enfermedad. Además, la seguridad de la vacuna no está probada en bebés.
Para afirmar que los casos de varicela están disminuyendo un equipo de los CDC llevó a cabo un estudio cuantificando los casos de varicela desde el inicio del programa de vacunación hasta el 2008 en los condados de Los Ángeles y del oeste de Filadelfia. Los investigadores observaron que a medida que aumentaba el número de niños de 1,2 y 3 años vacunados de la varicela disminuían las infecciones en los bebés. En números, de los 16 de cada 1.000 bebés que padecían la enfermedad en 1995 se pasó a menos de 2 de cada 1.000 en el 2008.
En palabras de Adriana López, coautora del estudio:
Durante la era de la prevacunación (…) los bebés eran un grupo de alto riesgo de enfermedad grave. Los resultados demuestran que el impacto del programa de inmunización es enorme no sólo en cuanto a la reducción de la enfermedad en la población vacunada, sino también por la protección lograda en los que no pueden recibir la vacuna.
Si me preguntáis sobre la vacuna, deciros que yo sí se la puse a mis dos hijos mayores antes de que naciera Guim, cuando tenían 5 y 2 años, para evitar que ya en el colegio cogieran la varicela y le contagiaran. En cualquier caso, la decisión de ponerla recae, lógicamente, en cada padre y madre, ya que es una vacuna que no está subvencionada, que se compra en las farmacias y que cuesta casi 70 € cada una de las dos dosis (bastante menos si las compras en Andorra o Francia, aunque ojo, estos días me he enterado que es ilegal comprar medicamentos en otro país).
Vía | Público
Foto | nojhan en Flickr
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