Las más habituales que afectan a los niños son:
- Medioambientales: asma, rinitis y dermatitis atópica producidas por pólen, polvo, ácaros, hongos, productos químicos, orina, humo, animales domésticos.
- Intolerancias alimentarias: al huevo y a la leche son las más habituales, a los mariscos y pescados, a los cacahuetes (maníes), soja, trigo y menos pero también probable a colorantes y conservantes.
- Alergia a ciertos medicamentos y a las picaduras de insectos.
¿Cómo darnos cuenta? Entre los síntomas más habituales aparecen: diarrea, moqueo, urticaria, picazón o hinchazón de labios, lengua y garganta, conjuntivitis, dolor de estómago, indigestión, dificultad para respirar o en el peor de los casos, un estado de shock que necesita atención urgente. Las infecciones de los oídos pueden estar también relacionadas a alergias si se producen frecuentemente.
En el caso de los alimentos, los síntomas suelen aparecer dentro de las dos horas posteriores a ingerirlos. Para detectarlas debemos introducir los alimentos de a uno y separados del resto de la comida a la edad recomendada.
Está demostrado que alimentar a los bebés con leche materna reduce el riesgo de que padezcan alergias en el futuro.
Si uno o los dos padres padece algún tipo de alergia, el niño tiene más posibilidades de heredarla.
Si sospechamos que nuestros hijos pudieran padecer alguna alergia, el médico le hará las pruebas necesarias para determinarlo.
Lamentablemente, cada vez hay más alergias y se atribuye el aumento a los cambios que se producen en el entorno y al estilo de vida actual.