La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel, que afecta a un 20 por ciento de la población infantil. Se presenta en forma de brotes que suelen producir un picor intenso, lesiones inflamadas y enrojecidas, y descamación en forma de placas.
Como madre de un peque con dermatitis atópica conozco de primera mano cómo esta enfermedad, especialmente si es severa, llega a afectar la calidad de vida del niño que la sufre y de su familia.
Por eso, y teniendo siempre en cuenta que cada niño con dermatitis atópica es un mundo y lo que funciona a unos puede no ir bien a otros, me gustaría compartir nuestra experiencia; desde las primeras manifestaciones de la enfermedad, hasta el día a día de mi hijo y consejos para controlar los brotes.
Lidiando con la dermatitis atópica desde los primeros meses vida
A las pocas semanas de nacido mi bebé tuvo su primer brote de dermatitis. Comenzó con las clásicas lesiones típicas de la costra láctea, pero poco a poco la inflamación y las rojeces se le fueron extendiendo por los párpados, la barbilla, el cuello, el pecho y la zona genital.
Su brote llegó a ser tan agresivo que mi bebé lloraba desesperado, probablemente a causa del picor, y en un intento por aliviar el comezón de su piel se arañaba con sus uñitas, provocándose numerosas heridas.
Así fue como entramos de lleno en el universo de la dermatitis atópica y cómo poco a poco fui comprendiendo lo difícil que puede llegar a ser batallar con esta enfermedad crónica de la piel cuando el brote está en su máximo apogeo.
Dado que sus problemas de piel comenzaron de forma muy precoz y entre sus hermanos había antecedentes de alergia a las proteínas de leche de vaca, comenzó a planear sobre nosotros la sospecha de que él también fuera alérgico. Por ello, y a fin de poder amamantarlo con mayor seguridad, la pediatra me recomendó retirar de mi dieta cualquier producto lácteo.
Esta medida ayudó a controlar el brote que en aquellos momentos tenía (lo que confirmó las sospechas de alergia alimentaria), pero no podíamos bajar la guardia, pues eran muchos los factores externos que podían dañar su piel y propiciar la aparición de un nuevo brote.
Pañales y productos de higiene: ¿cuáles preferimos en casa?
Una de las cosas que peor llevamos en sus primeros años de vida fue dar con el pañal más adecuado y respetuoso para su delicada piel. Además, nos ocurrió en varias ocasiones que parecía que habíamos dado con la marca adecuada pero al cabo de unas semanas esta dejaba de funcionarnos.
De este modo, y a pesar de cambiarle con la máxima frecuencia posible, la práctica totalidad de las marcas le acababa ocasionando reacciones alérgicas más o menos severas, que iban desde el enrojecimiento de la zona hasta la aparición de eczemas o incluso ampollas que supuraban sangre y debíamos tratar con cremas antibióticas.
Lamentablemente descubrimos tarde los pañales de tela ecológicos, pero a pesar de que tan solo nos dio tiempo a probarlos durante unos meses, supusieron una gran ayuda a la hora de controlar la irritación en la zona genital.
Con respecto a los productos de aseo e higiene nos ocurrió algo similar, pues no todos los jabones, champús y lociones corporales le sentaban bien (ni le sientan bien actualmente). Algunos le resecan especialmente la piel, mientras que otros le pican cuando se los aplico.
No exagero si digo que a lo largo de sus seis años de vida hemos probado todo tipo de marcas, y aunque hay unas que nos funcionan mejor que otras, lo cierto es que todavía no hemos fidelizado con ninguna en concreto.
Invierno, verano y otros factores externos
Como suele ser habitual, la dermatitis que tiene mi hijo mejora en verano y empeora considerablemente en invierno. El frío y el ambiente seco de la calefacción son sus peores enemigos, por lo que la hidratación continua de su piel es nuestra mejor defensa a la hora de evitar brotes.
Aunque en época de buen tiempo la situación parece estabilizarse, el cloro de la piscina, el sol y sobre todo el sudor le juegan malas pasadas, provocando picor, enrojecimiento de la piel y aparición de grietas y eczemas en los pliegues cutáneos (cuello, axilas, codos, rodillas e ingles).
Pero además de las condiciones meteorológicas, tenemos que tener especial cuidado con los roces y fricciones que pueda tener su piel en un momento dado, pues de lo contrario es frecuente la aparición de lesiones asociadas, como eczemas y rojeces.
Le ocurre de forma habitual con las etiquetas y costuras de la ropa, si le besa una persona con barba o si le pica algún insecto. En verano también es frecuente la aparición de roces en su piel por el uso de flotadores y colchonetas, así como lesiones en las palmas de sus manos por agarrarse al bordillo de la piscina.
Debido al uso de las mascarillas, en los últimos meses mi hijo también ha sufrido pequeñas irritaciones en la zona de la nariz y la boca, así como heridas con gran comezón detrás de las orejas, lugar donde ajustan las gomas (algo que solucionamos con mascarillas que se sujetan por detrás de la cabeza).
Dermatitis atópica y asma: estrecha relación
Según datos de la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátric (SEICAP), alrededor de la mitad de los niños con dermatitis atópica desarrollará asma u otras enfermedades alérgicas a lo largo de su vida, especialmente si la dermatitis es severa o hay antecedentes alérgicos.
En el caso de mi hijo ha sido así, y curiosamente observamos una estrecha relación entre su piel y sus bronquios, de manera que cuando su piel empeora no tardan en aparecer los problemas respiratorios.
Mis consejos como madre de un niño con dermatitis atópica
Aunque como comentaba al inicio, lo que funciona con un niño podría no funcionar con otro, me gustaría terminar este post compartiendo aquellas prácticas que han conseguido mejorar la calidad de vida de mi peque, aliviando el picor de su piel, evitando complicaciones y retrasando la aparición de brotes:
Hidratación continua de la piel
En primer lugar, es fundamental la hidratación continua de la piel varias veces al día, sobre todo en aquellas épocas del año más sensibles o cuando noto que su piel está comenzando a ponerse áspera, indicativo de que puede aparecer un brote en cualquier momento.
También nos va bien utilizar vaselina pura en zonas de la piel donde en un momento dado puede haber una mayor fricción, pues actúa como escudo protector y evita la aparición de lesiones y rojeces.
Precaución con los cosméticos y productos de aseo
Siendo mi hijo un bebé descarté el uso frecuente de toallitas húmedas para la limpieza de la zona genital, y las sustituí por una esponja húmeda y un poquito de jabón neutro.
En cuanto a los productos de higiene que utiliza (desde champús, hasta gel de baño, cremas corporales, cremas solares...), siempre procuro adquirirlos en la farmacia, pues es el único sitio en el que un profesional puede informarme con detalle sobre los componentes más adecuados para su piel o las fórmulas que podrían funcionarle.
El momento del baño
A mi hijo no le van bien los baños, pues en cuanto permanece más de cinco minutos en el agua (especialmente si está caliente) la piel se enrojece, le aparecen habones y mucho picor. Por eso, hace tiempo que decidimos sustituir los baños por las duchas rápidas de agua templada.
No obstante, si en algún momento me pide disfrutar de un baño, procuro que este sea corto, que el agua no esté muy caliente, y no añadir jabones ni perfumes. Si acaso aceites naturales o un poco de maicena, que le alivia el picor cuando tiene algún brote.
Igualmente, es muy importante secar bien su piel después del baño y aplicar crema hidratante a continuación.
A la hora de vestir
A la hora de vestirle opto siempre por tejidos naturales y transpirables como el algodón, así como por prendas holgadas que no le aprieten ni le rocen. Además, procuro no abrigarle en exceso, pues el sudor le provoca enrojecimiento y picor en la piel.
En cuanto al lavado de su ropa lo hago en una colada independiente, utilizando jabones suaves y sustituyendo el suavizante por vinagre blanco destilado, para evitar en la medida de los posible el uso de productos químicos sobre su ropa.
Además, todas sus prendas tienen cortadas las etiquetas, carecen de costuras aparatosas, dobladillos o remaches que puedan irritarle. También huyo de pantalones con cinturillas elásticas o calcetines con goma, pues acaban dejándole una marca que le provoca picor y enrojecimiento.
Uñas siempre limpias y cortas
También me gustaría recordar un aspecto fundamental pero en el que no siempre reparamos, y es en la importancia de cuidar las uñas de los niños con dermatitis atópica.
Y es que si la piel les pica y se rascan, hacerlo con las uñas largas y/o sucias no solo aumenta el riesgo de heridas y arañazos, sino también de infección y complicaciones asociadas.
Consulta siempre con tu pediatra
Y como último consejo os recomiendo que no dejéis de consultar con el pediatra cualquier duda que os surja, por insignificante o repetitiva que os pueda parecer.
Hasta que los padres comprendemos realmente esta enfermedad de la piel, cómo surgen los brotes o qué hacer para controlarlos, puede pasar tiempo. Por eso es fundamental contar con la mayor información posible y seguir siempre las recomendaciones del especialista.
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