Debe haber poca gente que no conozca a Eduard Estivill, autor del llamado método Estivill (que no inventó él, pues ya existía hace mucho tiempo), que consiste en dejar que los niños estén solos en su habitación, lloren o no, según una tabla de tiempos, para que al final se cansen de llorar, se cansen de quejarse y acaben por no llamar a sus padres (y en consecuencia por dormirse solos).
Hace poco sacó una nueva versión de su libro sobre el sueño, que viene a actualizar la anterior. El título de esta nueva versión es “¡A dormir!” (los signos de exclamación parecen tener aquí mucho significado) y, con motivo de la presentación de este libro, Estivill ofreció su sabiduría a los medios, soltando perlas como aquella en la que asegura que los niños que no se saben dormir solos lo hacen por culpa de los padres, porque ellos, dentro de la barriga, ya se duermen solos.
Los fetos duermen dentro de la barriga
Según comenta, una novedad que presenta acerca de los fetos es que ahora se sabe que duermen en la barriga. Yo no sé cuándo fue la primera vez que oí esto, pero hace muchos años, sinceramente. Cuando se mueven y dan patadas pueden estar despiertos o dormidos y, cuando están tranquilitos, pues duermen.
Allí dentro no hay madre ni padre que les coja en brazos, no hay madre ni padre que les acune y les cante, por lo que deduce que se duermen solos. Flotando en líquido amniótico, no sé si lloran o no, que lo dudo mucho porque allí dentro pocos motivos tendrá un bebé para llorar, así que lo más lógico es que se duerman sin decir nada (tampoco tiene mucho sentido tratar de hablar o llorar en un medio líquido… ¿quién te va a oír?).
En cualquier caso, y esta sí es una novedad, es la primera vez que escucho que un feto dentro de la barriga de su madre está solo. Hasta donde llega mi corta mente, si un feto está dentro del útero de una mujer, está con ella. En cierto modo son dos cuerpos en uno, uno alimenta al otro, uno lo lleva, lo mece, lo acuna, le da alimento, calor y protección. Todo sabe a mamá, todo suena a mamá (el corazón de mamá, sus intestinos, su voz…) y, en definitiva: nunca estará más acompañado de mamá que cuando está dentro de ella.
De ahí a decir que se duerme solo…
La mayoría de padres intentamos que duerman solos
Dice el señor Estivill que somos los padres los que, cogiéndoles cuando no toca, llevándoles en brazos, cantándoles y meciéndoles y dándoles el pecho (y todas esas locuras que hacen los padres y madres, pandilla de insensatos), les enseñamos a necesitarnos para dormir.
Sin embargo yo mismo, que soy el primero capaz de escribir dos entradas con un montón de motivos para explicar que llevar a los niños en brazos es bueno, he intentado que mis tres hijos duerman por las buenas en un moisés, en el cochecito o en la cama con nosotros, pero sin nuestra ayuda. Lo he intentado y oye, no ha habido manera. Los primeros días igual cuela un poco, pero enseguida, cuando crecen y son capaces de decir con su llanto: “hasta que no me sienta a salvo no me duermo”, pues no lo hacen.
Entonces, como lloran, pues los coges para a) que no despierte a sus hermanos, b) que se duerman otra vez lo antes posible y c) aprovechar que tengo dos brazos y una increíble capacidad para calmar a los bebés a ritmo de reggae (desaprovechar esto sería un insulto a mi don). Dicho de otro modo, los coges porque lloran… no lloran porque les coges para dormir.
Qué manía con la cucharita, por Dios
Explicar en el siglo XXI que dejar llorar a un bebé o niño solo en su habitación, hasta que vomita y todo, es por su bien es un asunto muy delicado (te juegas el tipo, vamos). Por este motivo hay que buscar ejemplos similares con los que justificarse y, al parecer, el del niño que aprende a comer con cuchara es el mejor que tiene, porque se lo he oído infinidad de veces y porque lo oí también en un postgrado de pediatría que hice hace unos años, cuando una señora que había trabajado con este señor nos puso el mismo ejemplo de la cuchara.
Según comentan (comentaron y comentarán), comer sopa con una cuchara es un hábito que debemos enseñar a nuestros hijos. Al principio lo hacen mal y, gracias a nosotros, cada vez mejor. Si un niño come fatal con la cuchara, la culpa es de los padres. Entonces los padres debemos insistir para que aprendan a comer con la cuchara y, oye, al final todos acaban comiendo bien, y lo mejor: ¡ningún niño está traumatizado por comer con cuchara!
Pero vamos a ver, alma cándida, ¿por qué demonios iba a traumatizarse un niño por no saber usar una cuchara? Ellos la cogen y se llevan la comida a la boca. Cuando son pequeños, chupan metal (o plástico), porque el giro de muñeca hace caer el contenido. Eso no hace llorar, eso como mucho sorprende. Así van probando hasta que se cansan y lo cogen con las manos. Luego, con el tiempo, ellos mismos aprenden, sin que nadie les enseñe.
Yo, al menos yo, no he enseñado a mis hijos a comer con cuchara. De hecho, me costaría saber cómo enseñar a comer con una cuchara (“pon la mano así”, “no, así no, mira, fíjate, así”, “la muñeca menos extendida”, “no gires el brazo”…), vamos, que ellos mismos se van dando cuenta de que si quieren comer lo de la cuchara, más vale no perder de vista el contenido mientras la acercas a la boca.
Entonces me acuerdo de los niños cuando caminan. Yo tampoco les enseñé a andar y aprendieron solos. Sin ir más lejos, nunca les enseñé a dormir y tanto el mayor como el mediano se duermen solos y lo hacen durante toda la noche. ¿No será que este hombre pretende que bebés de pocos meses duerman como niños de varios años?
PS: Gracias a anamare por la pista.
Más información | La Vanguardia
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