Muchas veces, y más en invierno, cuando los niños encadenan una infección tras otra, los padres nos preguntan en la consulta si no necesitarán unas vitaminas.
Pero, ¿para qué sirven en realidad las vitaminas? ¿Si tomamos vitaminas nos pondremos menos malos? ¿Todos los niños necesitan vitaminas?
¿Qué son las vitaminas?
Las vitaminas son sustancias orgánicas que se encuentran en cantidades muy pequeñas en los alimentos y son imprescindibles en los procesos metabólicos que tienen lugar en la nutrición de los seres vivos. Además de obtenerse de los alimentos, existen preparados farmacológicos que contienen vitaminas.
Para clasificar las diferentes vitaminas se emplean letras del alfabeto: vitamina A, B, C, D, E, K y F.
Pueden clasificarse en dos grupos: las que se disuelven en agua (hidrosolubles): B y C; y las que se diluyen en grasa o liposolubles: A, D, E, K y F. A su vez, dentro de la vitamina B hay varios subtipos (B1, B2, B5...).
Cada vitamina tiene una función y, su carencia, da unos problemas diferentes. Así por ejemplo, la vitamina A es importante para visión; la vitamina C, presente en muchas frutas y hortalizas es importante para la unión entre las células (y la correcta formación de la dentina de los dientes, los huesos y los vasos sanguíneos), la vitamina D es fundamental para la formación de los huesos y el metabolismo calcio fósforo y la vitamina K está implicada en la coagulación.
¿Qué pasa si faltan vitaminas?
Como hemos adelantado, las vitaminas son necesarias para el correcto funcionamiento de nuestro metabolismo y su carencia origina problemas. Nuestro cuerpo no puede fabricarlas, por lo que debemos obtenerlas de la dieta o, en el caso de la vitamina D, también del sol. Dependiendo de cuál falte, los problemas serán diferentes.
En los países desarrollados, las enfermedades por déficit de vitaminas son raras. Pueden verse en algunos niños que hagan dietas muy estrictas o con algunas enfermedades concretas que dificulten la absorción de las vitaminas.
La falta de vitamina A puede originar ceguera y problemas inmunitarios. La falta de vitamina C origina una enfermedad llamada escorbuto, que cursa con hemorragias, debilidad y anemia. La falta de vitamina D origina raquitismo en niños (falta de crecimiento, deformidades en los huesos). La falta de vitamina K puede dar lugar a enfermedades hemorrágicas.
¿El exceso de vitaminas puede ser un problema?
Sí, tomar estas vitaminas en cantidades muy, muy superiores a las habituales puede suponer un problema. Esto es más probable en el caso de vitaminas liposolubles.
Así, el exceso de vitamina A puede dar un cuadro de intoxicación agua (vómitos, irritabilidad, somnolencia...) o bien dolores óseos, picores, lesiones en piel si el exceso se produce de forma crónica; y el exceso de vitamina D puede ocasionar fatiga, nauseas, dolor de cabeza, o síntomas más graves como hipertensión arterial e insuficiencia renal.
¿Necesitan los niños vitaminas?
¡Claro! Hemos dicho al inicio del post que las vitaminas son imprescindibles para el metabolismo de los seres vivos y, además, que nuestro cuerpo no puede fabricarlas por sí mismo. Así que sí, los niños necesitan tomar vitaminas. Pero esas vitaminas necesarias las obtienen con una dieta normal variada y una exposición controlada al sol.
Lo que no necesitan los niños habitualmente son preparados farmacológicos (suplementos) de vitaminas, porque en nuestro medio (país desarrollado), los déficits de vitaminas son raros y con una dieta sana y variada se consiguen las cantidades necesarias de vitaminas.
Excepciones: quiénes sí necesitan vitaminas
Sin embargo, tenemos cuatro excepciones fundamentalmente
- Los recién nacidos (que necesitan recibir vitamina K),
- Los menores de 12 meses (que necesitan recibir vitamina D)
- Los niños que hacen dietas restrictivas (dentro de este grupo encontraríamos a los vegetarianos y veganos, que necesitan tomar vitamina B12)
- Enfermedades que dificultan la absorción de determinadas vitaminas. Por supuesto, también deberemos tomar suplemento vitamínico si el médico ha detectado un déficit en una o varias vitaminas en una analítica (aunque esto suele ser por alguna de las situaciones previas).
1. Los recién nacidos tienen riesgo de desarrollar una enfermedad hemorrágica precoz por falta de vitamina K. Por ello, se les administra vitamina K en las primeras horas de vida (habitualmente mediante inyección intramuscular).
2. Los menores de un año tienen riesgo de déficit de vitamina D. Recuerdo aquí que la gran mayoría de la vitamina D se obtiene a través del sol, y a los bebés no se recomienda exponerles al sol. Además, tanto la leche materna como la fórmula contienen poca vitamina D. Por eso, a los menores de un año se recomienda suplementarles con 400 unidades de vitamina D si toman lactancia materna o si reciben menos de un litro de leche de fórmula al día. A partir de esa edad, sólo algunos grupos concretos pueden necesitar suplementos y el pediatra se encargará de pautarlos. La mayoría de niños en nuestro medio pueden obtener las cantidades necesarias de vitamina D mediante la dieta y exposición moderada al sol.
3. Los niños que siguen dietas veganas y vegetarianas necesitan recibir suplementos de vitamina B12, pues esta vitamina no se encuentra en productos de origen vegetal.
4. Algunas enfermedades (por ejemplo, la fibrosis quística), pueden cursar con malabsorción de una o varias vitaminas; en estos casos, sí están indicados los suplementos, lógicamente.
¿Ayudarían las vitaminas a mejorar el apetito o disminuir las infecciones?
Existe la creencia de que las vitaminas ayudan a abrir el apetito. Obviando que lo más probable es que el niño o la niña no necesite comer más (ellos regular perfectamente la sensación de hambre y saciedad y suele ser más nuestra percepción de que comen poco, que que realmente exista un problema), las vitaminas no tienen, para nada, ese efecto. Ninguna vitamina aumenta las ganas de comer. Así que, si queremos que nuestro hijo coma más, darle un suplemento vitamínico no es la solución.
Otras veces, los padres quieren dar vitaminas a sus hijos para que no se pongan tanto malos. Aunque algún niño pueda tener algún problema de "defensas" que haga que enferme demasiado (se llaman inmunodeficiencias), lo habitual es que los niños enfermen porque están en contacto con otros niños enfermos y porque aún no han desarrollado por completo su inmunidad; pero sus defensas y sus niveles de vitaminas estarán perfectos.
Si analizamos las funciones de las vitaminas, algunas sí pueden tener un papel en la inmunidad: la vitamina C interviene en la síntesis de inmunoglobulinas, la vitamina A está implicada en la inmunidad regulando la actividad de algunas enzimas... Pero, como hemos dicho, los déficits vitamínicos en nuestro medio en niños sanos son excepcionales y, por ello, el desarrollo de enfermedades (o infecciones en este caso) debidas a una falta de vitaminas, es rarísimo.