Hace unos días hablamos de los niños que por la noche acaban vomitando después de los llantos, o durante los mismos, teóricamente porque se los provocan para no estar solos. Hablamos de cuál era la visión del Dr. Estivill, conocido por sus libros para enseñar a dormir a los niños, que defiende que el vómito de un niño es un ardid para llamar la atención y hacer que por fin papá y mamá le hagan caso.
Somos muchos, y en los comentarios de los lectores pudo también evidenciarse, que estamos en contra de esa visión y de entre las personas contrarias destaco a la psicóloga Rosa Jové, autora del libro “Dormir sin lágrimas”, que habla del vómito de los niños por la noche en otros términos muy diferentes.
Estivill se despacha hablando del vómito con un “No os asustéis; no le pasa nada”, sin argumentarlo de ningún modo y sin citar ninguna referencia bibliográfica que demuestre que esto es cierto. Jové, en cambio, sí cita estudios y aporta bibliografía a la hora de hablar del vómito. Es más, conoce la causa y la revela.
El miedo activa la alarma
Cuando unos padres dejan solo a su hijo en la habitación aparece el miedo (no siempre, pero sí en los niños que acaban vomitando). El miedo es un factor estresante que es totalmente contrario a la calma y a la seguridad que una persona necesita para dormir, porque activa las alarmas del cerebro, esas que hacen que un niño entre en un estado de lucha/huida, motivado por la necesidad de sobrevivir. Dicho de otro modo, al sentir el niño miedo el cuerpo se activa gracias a diversas hormonas, entre ellas el cortisol, hormona del estrés y aparece el malestar, el llanto y la petición a los padres de una acción que aplaque ese miedo y esa activación y permita al niño dormir plácidamente sin tener que estar pendiente de si puede pasarle algo por estar solo.
El llanto de un niño con miedo puede alargarse más o menos, hasta el momento en que el cuerpo, sabedor de que un cerebro no puede soportar mucho tiempo una situación constante de alerta y estrés, compensa segregando sustancias de carácter opiáceo (que calmen al niño), como endorfinas, serotonina, etc., que bajan el nivel de alerta y consiguen que el niño finalmente se calme y, como es de noche, que acabe rendido y dormido.
Cortisol + Serotonina = Vómito
En una misma situación se llegan a combinar concentraciones elevadas de cortisol con concentraciones elevadas de serotonina, que llegan para “sedar” al niño y obligarle a calmarse por el bien de su salud cerebral. El problema es que altas concentraciones de estas dos sustancias al mismo tiempo tienen un efecto secundario: el vómito involuntario.
Esto no es un hecho que sucede sólo en los niños, ya que afecta también a los adultos. Seguro que a alguno os ha pasado en alguna ocasión: vivís una situación muy estresante, el cuerpo finalmente se relaja y cuando esto sucede aparecen las náuseas y finalmente el vómito. Si nunca os ha sucedido, seguro que habéis visto alguna película en que el protagonista acaba vomitando después de una vivencia estresante.
Diferentes recomendaciones
Ante esta evidencia, está claro que las recomendaciones de Rosa Jové acerca del vómito son muy diferentes de las del Dr. Estivill. De hecho la psicóloga no habla de este acto y de cómo debemos actuar, porque la actuación de unos padres ante el sueño de los bebés, que es evolutivo y por lo tanto no patológico en la mayoría de ocasiones, debe ser la de acompañar al niño y ayudarle a conciliar el sueño (evitando llantos y, por lo tanto, vómitos).
Dentro de unos días, en una tercera entrada, hablaré de nuevo de los vómitos en los niños por la noche y de una tercera explicación que mi experiencia como padre me ha aportado (seguro que muchas llegaréis fácilmente a ella), además de ofrecer las conclusiones acerca de las dos entradas que ya habéis podido leer.
Foto | D Sharon Pruitt en Flickr
En Bebés y más | Niños que se provocan el vómito por la noche para no estar solos (según la visión de Estivill), “El 80% de los niños duerme en compañía”, Rosa Jové, Los métodos “Duérmete niño” vs. “Dormir sin lágrimas” en práctica: las imágenes hablan por sí solas