Los problemas al hablar, comunicarse y expresar los sentimientos en niños y adolescentes son muy comunes, especialmente en edades tempranas. Estas dificultades se ven incrementadas en el caso de aquellos menores diagnosticados de trastorno del desarrollo del lenguaje (TEL/TDL), lo que supone un 7% de la población infantil.
No en vano, de acuerdo a un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y la Universidad de Barcelona, y publicado en la revista Frontiers in Psychology, existe una clara relación entre el TEL/TDL y la regulación emocional.
Este estudio abre una línea novedosa en la investigación de este trastorno, pues aborda aspectos que van más allá de las dificultades centradas únicamente en el lenguaje, poniendo el foco en otros aspectos fundamentales para la salud mental y el desarrollo de estos niños.
¿Qué es el trastorno del desarrollo del lenguaje?
Según datos de la Asociación para la Salud Mental de niños y adolescentes de Reino Unido, se calcula que uno de cada 14 menores en edad escolar padece algún trastorno en la adquisición y desarrollo del lenguaje, que de no tratarse de manera precoz podría tener importantes consecuencias emocionales en la vida del niño, además de afectar a su aprendizaje.
De acuerdo a este artículo publicado por expertos de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), las señales que deberían alertarnos de la existencia de este problema son:
- El bebé no inicia el balbuceo en torno a los seis meses.
- Habla tardía: aproximadamente un 25 % de los niños con TEL/TDL comienzan a decir las primeras palabras alrededor de los dos años.
- Omisión de palabras a la hora de construir frases.
- El niño no presta mucha atención a lo que dicen los demás, le cuesta entender órdenes sencillas e incluso a veces no responde a su nombre.
- Dificultades en el aprendizaje de la lectoescritura.
Además, en un amplio porcentaje de los casos el niño cuenta con antecedentes familiares de TDL, es decir, el padre o la padre también presentan problemas de lenguaje.
Es importante señalar que estas dificultades del lenguaje no están relacionadas con ninguna otra afectación o discapacidad intelectual, aunque sí afectan al desarrollo social, emocional y escolar del niño.
Más dificultad para empatizar con los demás y regular las emociones
Pero además de las consecuencias arriba mencionadas, tres estudios realizados con niños y adolescentes con TEL/TDL han concluido que los menores con este trastorno tienen más dificultad a la hora de regular sus emociones, así como una menor habilidad empática.
"Tener un vocabulario rico y amplio ayuda a clarificar, entender y regular las emociones durante la infancia" - ha señalado Mari Aguilera, psicóloga de la Universidad de Barcelona y una de las investigadoras de dicho estudio, quién también ha incidido en la menor habilidad de estos niños a la hora de comprender las emociones de los demás y mostrar las suyas propias.
Estas dificultades no solo acaban interfiriendo en la relación del niño con sus iguales, sino que también acarrea problemas de autorregulación emocional, más rabietas y una menor tolerancia a la frustración.
"Poder expresar con palabras nuestras experiencias emocionales va a facilitarnos poder elaborar y comprender lo que nos está pasando en nuestro mundo emocional y también entender el del resto de personas, aspectos clave para regular nuestras emociones de manera útil y flexible" - explica Nadia Ahufinger coautora principal de este estudio junto a Aguilera.
Como mencionábamos al inicio, este estudio abre una línea de investigación muy importante a la hora de abordar el trastorno del desarrollo del lenguaje, pues además de tratar los problemas típicos pone el foco en la importancia de cuidar también el aspecto emocional.
¿Qué podemos hacer los padres si nuestro hijo padece TEL/TDL?
Aunque el diagnóstico de TEL/TDL no se hace hasta los cinco años, si los padres observan en el niño dificultades en la adquisición y desarrollo del lenguaje es importante consultarlo cuando antes con el especialista, pues la intervención temprana de un logopeda ayudará a mejorar el pronóstico.
Desde casa los padres también pueden ayudar estimulando al máximo el lenguaje, hablando constantemente con el niño, enseñándole nuevas palabras y propiciando un ambiente positivo que le anime a comunicarse.
Igualmente, las investigadoras apuestan por promover espacios para trabajar el lenguaje también en situaciones emocionales, ya sea a través de historias, cuentos o dibujos animados
Fotos | iStock
Vía | Universitat Oberta de Catalunya (UOC), coautores del estudio junto a la Universidad de Barcelona.
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