La forma que tenemos de comunicarnos con nuestros hijos influye y mucho en su desarrollo psicológico, lo que incluye su autoestima.
Los niños que reciben comentarios positivos, que son tratados con respeto y amor, desarrollarán una autoestima mucho más sana que aquellos que reciben constantemente críticas negativas o destructivas, especialmente por parte de sus padres.
A veces, durante el proceso de crianza, es necesario hablar con nuestros hijos sobre las cosas que les cuestan, aquellas en las que muestran dificultades.
Pero si queremos educar a través de una crianza respetuosa, deberemos recurrir a las críticas constructivas, destinadas a motivar a nuestro hijo y a ayudarlo a mejorar en ciertas áreas. Pero, ¿cómo lo hacemos? Antes de adentrarnos en ello, conozcamos qué es exactamente una crítica constructiva.
¿Qué son las críticas constructivas?
Una crítica constructiva se define como un "juicio que se realiza con fundamento y de manera respetuosa a otra persona, con el objeto de aportar ayuda o una visión positiva con respecto a una circunstancia específica".
Es decir, su objetivo es ayudar a alguien, motivarlo, impulsarlo a crecer y a mejorar, y nunca a humillarle o a hacerle sentir mal.
Pero, ¿Qué determina que la crítica sea constructiva o no? Entre otras cosas, el lenguaje que empleemos para transmitirla (las palabras), el tono de voz y el mensaje en sí.
Cómo hacer una crítica constructiva
Algunas características que nos pueden ayudar a descubrir qué es una crítica constructiva (y por lo tanto, cómo podemos hacer uso de ellas en la comunicación con nuestros hijos), son:
- Comentarios concretos (no generales); por ejemplo, una crítica constructiva sería decir "parece que en los últimos días te están costando más las matemáticas", en lugar de "no eres apto para aprobar las matemáticas". ¿Verdad que no es lo mismo?
- El tono, la forma de hablar, debe ser respetuosa; por ejemplo, en lugar de decir "eres el que peor va de la clase", puedes optar por "no te preocupes, esto que te pasa a ti le pasa a muchos otros niños".
- Comentarios centrados en la tarea, y no en la persona. Así, por ejemplo, en lugar de decir "no haces nada bien", opta por "este tema es complicado y es normal que te cueste, pero las otras asignaturas sí que se te dan muy bien".
Otras ideas que pueden ayudarte a hacer críticas constructivas
Toma consciencia de tu lenguaje
Hemos visto cómo hacer una crítica constructiva, a grandes rasgos, pero vamos a profundizar un poco más.
Algo que nos puede ayudar y mucho es tomar consciencia de nuestro propio lenguaje cuando nos dirigimos a nuestros hijos (esto incluye el lenguaje verbal y no verbal). Y es que, en la comunicación, no solo importa aquello que decimos, sino cómo lo decimos.
Por ello, cuando tengas que decirle algo a tu hijo, cuida:
- El tono de voz
- La postura corporal
- La velocidad del discurso
Y sobre todo, evita hablar a través del juicio y la crítica.
Recurre a la asertividad
La asertividad será tu mejor aliada si quieres hacer críticas constructivas a tus hijos y nunca críticas que les hagan daño.
Hablamos de la capacidad para decir las cosas de forma clara y honesta, sin herir los sentimientos del otro.
Incorpora un elemento positivo en tu mensaje
A la hora de hacer críticas constructivas, es importante que entendamos que una de sus diferencias con las críticas dañinas es que las primeras resaltan algo positivo de la persona.
Por ejemplo, si a tu hijo le cuesta ser constante con los estudios, puedes decírselo pero recurriendo, a su vez, a algo que sí haga bien "...sin embargo, siempre apuntas las cosas en la agenda y eso está genial".
Identifica las frases que dices cuando aparece la crítica
También es imprescindible que identifiquemos qué frases usamos cuando, de forma inconsciente o en modo "piloto automático", recurrimos a la crítica.
No es lo mismo decir "aunque esta vez no te haya salido bien el examen, seguro que la próxima va mejor", que "no te has esforzado suficiente", o "ya has vuelto a sacar malas notas", etc.
¡El mensaje importa y mucho! Porque de ese mensaje depende, en gran parte, cómo el niño recibirá el comentario (si como una crítica constructiva o destructiva).
Observa la reacción de tu hijo
Es importante que observemos la conducta de nuestro hijo cuando le verbalizamos ciertos comentarios cuando queremos hacerle saber que podría haber hecho las cosas diferente, por ejemplo (o cuando queremos trasladarle otra crítica constructiva?; ¿cómo le afectan? ¿Se pone tenso? ¿Está tranquilo? ¿Los agradece?
Observar sus reacciones nos permitirá saber si vamos por el buen camino o no a la hora de hablar con él o de decirle ciertas cosas.
No se trata de mantenerlo en una urna de cristal y pretender que nada le afecte, porque es humano y siente emociones, pero sí podemos cuidar nuestro lenguaje y nuestra comunicación para que esta sea saludable y nunca dañina para él.
Pon en práctica lo aprendido
A medida que vayas tomando consciencia de tu lenguaje y de cómo este influye en tus hijos, podrás empezar a poner en práctica todos estos aprendizajes.
Aprenderás qué frases son mejor usar y cuáles no (también teniendo en cuenta su sensibilidad), qué tono de voz usar, en qué momento es mejor hacer unos comentarios u otros, etc.
Beneficios de cuidar el lenguaje con nuestros hijos
Recuerda que los niños que reciben comentarios positivos de su comportamiento, que son elogiados y aconsejados, y a los que se les habla a través del respeto y no desde el reproche, tienen más probabilidad de:
- Desarrollar una autoestima positiva
- Confiar en sí mismos
- Desarrollar un autoconocimiento favorable
- Tratar igual a los demás (con respeto y amor)
Por ello, ¡recurramos siempre al lenguaje consciente y cuidadoso! Nuestros hijos lo agradecerán, y esto les ayudará a convertirse en adultos felices que también les digan las cosas a sus hijos, si los tienen, con respeto y amor.
Ten en cuenta que en la medida que educamos, somos modelos, y viceversa; a través de nuestro comportamiento educamos.
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