Su síntoma principal es un aumento de la frecuencia respiratoria debido a un retraso en la eliminación del líquido que el feto tiene en los pulmones.
Generalmente se da en niños que nacen a término y generalmente por cesárea. Ya que se cree que al no existir la presión que hubiera recibido al pasar por el canal del parto, favorece que el líquido persista en el pulmón sin ser eliminado. Al poco tiempo de nacer empiezan a notarse los síntomas. El bebé respira de forma muy superficial y rápida (por encima de 60 respiraciones por minuto), haciendo una especie de gemido o queja.
Incluso puedes notar que el bebé se esfuerza tanto por coger aire que se le abren las aletas de la nariz y se le contraen las costillas. En algunos casos se ponen azulados por la falta de oxígeno. ¡Menudo susto!
Si efectivamente el médico y los estudios comprueban que los síntomas se deben al síndrome del pulmón húmedo, es necesario colocarle oxígeno o la asistencia de un respirador artificial.
El cuadro desaparece entre el primero y el tercer día, cuando el líquido es absorbido, sin dejar ningún tipo de secuelas.
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