Peor es todavía en el caso de estar embarazada, pues estás dando una vida que a la vez está siendo castigada. Pero hay distintos casos, en ocasiones el embarazo puede ser el empujoncito para que una mujer que sufre un trastorno alimentario se cure, aunque según concluye un estudio de la publicación digital Psychological Medicine, también puede provocar que se inicie por primera vez.
Cynthia M. Bulik, de la Universidad de Carolina del Norte, en Chapel Hill, y autora principal del estudio, menciona que es muy importante controlar a las embarazadas para identificar cualquier pequeño síntoma de un trastorno alimentario. Es poco común que una mujer en estado que sufra anorexia, bulimia u otro trastorno relacionado con la comida, lo hable con su pareja, su ginecólogo o su obstetra. El estudio mencionado se llevó a cabo con datos de 41.157 embarazadas, de las que el 0,1% de las mujeres padecían anorexia antes de quedar embarazadas, el 0,7% bulimia, el 3,5% eran comedoras compulsivas y el 0,1% tomaba laxantes o se purgaba.
Una vez embarazadas, el 78% de las mujeres que se purgaban, dejó de hacerlo, el 39% de las que sufrían el trastorno del atracón compulsivo, dejó de hacerlo y el 34% de las que padecían bulimia también se recuperó.
Datos menos halagüeños son que las mujeres con mayor peso, menor nivel económico y educación formal, las que eran fumadoras o las que habían estado embarazadas anteriormente y habían sufrido algún aborto, tenían mayor propensión a desarrollar trastornos como los atracones, el que experimentaron 711 embarazadas del estudio.
El embarazo puede provocar una situación de estrés biológica y psicológica, por lo que según la investigación, lo mismo puede hacer que remitan los trastornos alimentarios como desarrollarlos por primera vez.
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