En breve entramos en Julio y con él arranca la temporada de vacaciones, muchos iremos a las playas, montaña, al pueblo o simplemente nos quedaremos disfrutando de las piscinas locales. Pero como siempre decimos en estas fechas, no debemos bajar la guardia con los pequeños y las posibles complicaciones que puedan surgir.
Para daros unos útiles consejos hemos entrevistado a Marián García García, Doctora en Farmacia, Nutricionista y Óptica. Espero que encontréis utilidad en ellos.
Marián es madre de dos niños de dos y tres años, trabaja en una oficina de farmacia desde el 2005 y desde hace un año intenta desde su blog, Boticaria García, arrojar un poco de luz sobre esos errores de bulto sobre nuestra salud que mucho cometemos por fiarnos en exceso de Google.
Llega el verano y las altas temperaturas, sabemos que es importante mantener a nuestros hijos hidratados y protegidos de un exceso de sol, pero cómo reconocer que estamos ante una insolación o una deshidratación. ¿Cómo debemos actuar?
Los bebés son muy vulnerables ya que tienen una gran superficie corporal en relación con su peso y en ellos la pérdida de agua por transpiración puede ser elevada. Además, tienen la fea costumbre de no hablar así que debemos estar atentos a algunas señales que pueden hacernos sospechar de deshidratación:
Humor: el bebé deshidratado no está para juergas y se muestra soñoliento, apático o irritable.
Mucosas: al pasar el dedo por encima de su lengua podemos notarla áspera (se conoce como “lengua de gato").
Fontanela: el “huequecito" de la cabeza que aún no está cerrado se muestra hundido en lugar de turgente como sería deseable.
Pañales: la frecuencia de orina es menor y las heces son más secas.
Piel: en estos bebés se observa la piel también más seca y con menor elasticidad.
Los niños, aunque sepan hablar y sean capaces de pedir agua al sentir sed, no tienen por qué hacerlo y son también carne de cañón para una deshidratación. Por ello es importante vigilar en ellos los puntos anteriores junto con posibles mareos, desvanecimientos o dolores de cabeza.
Ante signos de deshidratación leve debemos ofrecer al niño líquidos o sueros de rehidratación oral. Si pensamos que se trata de una deshidratación severa (pérdida de conciencia o delirios), se debe acudir a urgencias.
¿Cuánto es el tiempo de exposición solar que no deberíamos sobrepasar con nuestros hijos?
Cuando nace cada individuo lo hace con un determinado “capital solar" que le protege frente al sol.
Cuando nace cada individuo lo hace con un determinado “capital solar" que le protege frente al sol. Ese capital solar no es infinito ni se puede reponer y por desgracia se “gasta" fácilmente en los primeros años de vida. Uno de los riesgos de fundirnos nuestro capital es la aparición de melanoma y por tanto es muy importante la protección solar durante la infancia.
La peligrosidad de la exposición solar depende de muchos factores como la situación geográfica, la estación del año, la hora del día o el fototipo del individuo en cuestión. Los niños menores de un año no deberían exponerse directamente al sol en ningún caso y los menores de tres, extremando la precaución.
Como muchos padres, para mí, el mes de Agosto es el mes sin virus, por eso de no haber guardería y reducirse los contagios. Pero, existe alguna enfermedad típica de esta fechas estivales (a parte de ponerse fino con los fritos en los chiringuitos), hongos, papilomas?
Aunque las setas son típicas del otoño, el verano es la temporada alta de sus primos hermanos, los hongos de los pies. Para prevenirlos es importante enseñar a nuestros hijos la importancia de permanecer siempre calzado en baños y vestuarios públicos. La típica frase de madre “fuera de casa dúchate con chanclas" no ha perdido un ápice de esplendor.
Otro clásico del verano en niños y adultos son las diarreas. El calor es un potencial peligro para mantener los alimentos en condiciones adecuadas. Hay que elegir con cabeza el tipo de comida que llevamos al campo o a la playa y en qué condiciones la transportamos. Además, en estos meses debemos tener especial precaución a la hora de hacer la compra y, hasta llegar a casa, mantener la cadena de frío de los alimentos que lo requieran mediante bolsas térmicas o neveras portátiles.
El corte de digestión, creo que junto al hombre del saco fue uno de los hits de mi infancia y al igual que éste, nunca vi ninguno. ¿Mito o realidad?
El corte de digestión, entendido como una interrupción de la función digestiva, no existe. Sin embargo, sí que podríamos hablar de una mala digestión o una indigestión a consecuencia de una inmersión. Por ello, del mismo modo que se aconseja no realizar cualquier tipo de ejercicio físico tras la comida, también es acertada la recomendación de evitar el baño durante unas horas.
Aunque muy infrecuente, lo que sí existe, y tiene un nombre más terrorífico que el del hombre del saco es la “hidrocución". Consiste en la muerte por parada cardiorrespiratoria debido a un shock térmico originado por la diferencia entre la temperatura corporal y la del agua. Como digo, es infrecuente, aunque conviene no sumergirse bruscamente en el agua cuando se está acalorado (tras la exposición solar prolongada, o la realización de ejercicio).
¿Qué debemos meter en el botiquín estas vacaciones? ¿Hay algún producto para que nos dejen dormir la siesta?
¿Para que nos dejen dormir la siesta los niños o los mosquitos? Para los mosquitos hay repelentes de insectos muy eficaces (por ejemplo de citriodiol en los más pequeños y de DEET en los mayores de dos años). Para los niños... siendo políticamente correcta te diré que lo mejor es cansarlos mucho por la mañana en la piscina.
Por si los repelentes nos fallan, tampoco debe faltar en el botiquín de viaje algún antihistamínico tópico. Otros clásicos de ayer hoy y siempre para no tener que salir en búsqueda de la farmacia de guardia son Dalsy o Apiretal, desinfectantes y apósitos, y en el caso de niños con cierta propensión a “darlo todo" en los viajes, valorar con el médico el posible uso de algún jarabe o ampolla para prevenir la cinetosis (mareos).
Avispas, orugas, medusas y demás bichos peligrosos de nuestro litoral y pueblos de España, ¿cómo actuar? ¿en qué casos debemos preocuparnos?
Pasado el inevitable susto inicial, es importante mantener la calma y no trasladar miedo innecesariamente a los niños. Lo más probable es que los niños no sean alérgicos y que las molestias desaparezcan en unas horas o unos días mediante la aplicación de hielo y de los pertinentes antihistamínicos (o corticoides siempre bajo prescripción). Sin embargo, debemos acudir a urgencias si se presentan síntomas anómalos, como por ejemplo:
• Enrojecimiento en algún punto del cuerpo distinto a donde se ha producido la picadura.
• Hinchazón en la boca (lengua o labios), en los ojos o en el rostro.
• Dificultad al tragar o al respirar (jadeos, sibilancias, tos...).
• Debilidad, mareo o sensación de desmayo.
¿Cómo debemos proceder en la playa con los más pequeños para que no terminen con un precioso color camarón nº 5? ¿Cuándo y cómo hay que ponerse aftersun?
Si somos playeros, de los de ir a pasar la jornada, durante las horas centrales el día debemos plantar la sombrilla como mandan los cánones y utilizar gorros e incluso camiseta. La crema debe aplicarse en cantidad y calidad (la del año pasado puede haber perdido su eficacia) y reponerse cada dos horas y después de las inmersiones o los “rebozamientos" en la arena.
Con bebés o niños muy pequeños mi consejo es ir a la playa por la tarde. Además de ahorrarnos la incómoda sombrilla con la que nadie quiere cargar, la playa está más despejada y es más segura en múltiples aspectos.
En cuanto al aftersun, puede aplicarse diariamente tras el baño o ducha en casa. Si no tenemos aftersun y la piel no está enrojecida, puede servir la loción corporal que usemos habitualmente para los niños. Lo importante es asegurar la hidratación de la piel para que pueda seguir defendiéndose al día siguiente del trote que le tengamos preparado (sol, sal, cloro, arena, etc).
Remedios caseros y quemaduras solares, ¿mala idea desde el principio o alguno se salva?
Una de las posibles complicaciones de las quemaduras solares son las posteriores infecciones. Ante los remedios caseros, diría, como en El Quijote, “peor es meneallo".
Los vinagres de manzana, blancos (o de cualquier color del arcoiris), los bicarbonatos y otras cataplasmas de la abuela pueden incluso empeorar el estado de la quemadura.
En el caso de enrojecimiento y/o picor se pueden aplicar bálsamos regeneradores, antisépticos con plata, o aftersuns especialmente formulados para quemaduras (son distintos a los de uso diario). Si no mejora el eritema o se trata de una quemadura severa, conviene acudir al médico para que valore el uso de corticoides u otros tratamientos.
¿Cuál es tu consejo para unas vacaciones saludables?
Un protector solar o un repelente aplicado a tiempo pueden ahorrarnos noches en vela y sufrimientos innecesarios a todos.
Un topicazo de los que siempre se cumplen es que es más fácil prevenir que curar. Las vacaciones implican relax, pero también la exposición a situaciones de relativo riesgo (sol, agua, bichos) ante las que como padres y adultos responsables no podemos bajar la guardia. Un protector solar o un repelente aplicado a tiempo pueden ahorrarnos noches en vela y sufrimientos innecesarios a todos.
En cuanto a la alimentación, es importante usar el sentido común. Nuestros veranos ochenteros no hubieran sido lo mismo sin sus mikolápices o sus frigopiés. Ahora bien, sin ser partidaria de las prohibiciones, tampoco dejemos que el caos se apodere de nuestros hábitos alimentarios o nos costará mucho volver a contarles el cuento de las espinacas.
Por último, recordad que el fin último de las vacaciones es el descanso. Dentro de lo posible, se debe intentar mantener cierto orden en los horarios de sueño y comidas para no romper el ritmo en los más pequeños. Si no lo conseguís, tranquilos: antes de lo que pensáis estará de vuelta septiembre. Bendita rutina.
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