La belleza es un concepto subjetivo que puede tener diferentes significados según la persona, la cultura y educación que reciba y la etapa de la vida en la que se encuentre.
En este sentido, a medida que vamos madurando y ganando experiencia en la vida tendemos a valorar más la belleza interior y las cualidades de las personas, que su aspecto físico. Pero en la adolescencia suele ocurrir lo contrario. La presión social, los estándares de belleza mediáticos y la necesidad de encajar pueden llevar a muchos adolescentes a obsesionarse con su apariencia y con la idea de gustar a los demás.
Gustarse, cuidarse y preocuparse por el físico está bien, pero los padres debemos estar muy atentos a las señales que podrían indicar un problema.
Por qué a los adolescentes les preocupa tanto su imagen
La adolescencia es una etapa llena de cambios físicos que a menudo generan inseguridades y complejos relacionados con la apariencia. Y es que no siempre es fácil reconocerse en un cuerpo que ha sufrido una metamorfosis tan profunda.
A esta circunstancia debemos sumar también el desarrollo de la identidad durante esta etapa de la vida, y que lleva a los adolescentes a definir cómo quieren presentarse al mundo. Esta búsqueda de identidad puede hacerles caer en una preocupación excesiva por su aspecto, su ropa y la imagen que muestran ante los demás.
Pero además de lo mencionado, se dan otros dos situaciones importantes y que en muchos casos acaba afectando a la autoestima del adolescente y a la excesiva importancia que da a la belleza y culto al cuerpo. Por un lado, la presión social por encajar y ser aceptados en su grupo de iguales, y por otro, la influencia de los estándares de belleza (poco realistas) que muestran las redes sociales.
No obstante, cada persona es única y vive sus propias circunstancias, por lo que la forma en la que los adolescentes se sienten acerca de su apariencia física puede variar de un individuo a otro.
Así, cuanto más fuerte sea su autoestima, menor presión social sienta acerca de su imagen corporal y más respetuosa y cercana sea la relación con sus padres, más probabilidades habrá de que desarrolle una relación positiva y satisfecha con su cuerpo.
Cuando el aspecto físico se convierte en obsesión: señales de alarma
Si bien cuidar la apariencia física es algo positivo para el adolescente (pues le ayuda a llevar una dieta saludable, practicar deporte, mantener una buena higiene y cuidar su aspecto), cuando se convierte en una obsesión podría esconder un problema de baja autoestima, dificultar el desarrollo de relaciones sociales positivas e incentivar la aparición de trastornos alimentarios y problemas de salud mental.
Es por ello que los padres debemos estar muy atentos a estas señales, ya que podrían indicarnos que la preocupación de nuestro hijo por su imagen está impactando negativamente en su bienestar emocional y psicológico:
Obsesión constante con la apariencia física. Si un adolescente está constantemente preocupado por su apariencia física, dedica una cantidad excesiva de tiempo a su aspecto, se mira constantemente en el espejo o hace comentarios negativos sobre su cuerpo, puede ser signo de una obsesión.
Cambios extremos en la alimentación y el ejercicio. Los cambios drásticos en la dieta o el ejercicio, como dietas extremadamente restrictivas, ejercicio excesivo o una preocupación obsesiva por contar calorías, pueden indicar una obsesión poco saludable con el cuerpo.
Negativa a participar en actividades sociales o salir con sus amigos por miedo a sufrir críticas, juicios o ser rechazado debido a su apariencia.
Búsqueda constante de validación. Un adolescente obsesionado con gustarse y gustar a los demás puede buscar validación y elogios de manera constante, o publicar continuamente fotos de sí mismo en las redes sociales.
Comparaciones constantes. Si un adolescente se compara continuamente con otros, ya sea en persona o a través de las redes sociales, y se siente inferior debido a esas comparaciones, es probable que no esté satisfecho con su cuerpo y su imagen.
Cómo inculcar a tu hijo que gustarse está bien, pero sin obsesionarse
Los padres debemos enseñar a nuestros hijos adolescentes a encontrar el equilibrio entre cuidar su higiene, alimentación y aspecto, sin caer en la obsesión por el físico.
Pero, ¿cómo podemos hacerlo? Os compartimos algunas claves que podrían ayudaros:
Repasad juntos los valores y prioridades. Invita a tu hijo a reflexionar sobre sus valores y lo que realmente es importante para él acerca de otras personas y de sí mismo. Es fundamental que entienda que el autocuidado y la higiene son aspectos esenciales para la salud y el bienestar, pero que la belleza exterior no debe ser la única preocupación en su vida.
Invítale a reflexionar sobre los estándares de belleza. Cuando la apariencia y la obsesión por la belleza es una constante en redes sociales, es difícil que los adolescentes puedan desligarse de los cánones que observan. Por eso es importante que los padres trabajemos con ellos y les invitemos a ser críticos con los estándares de belleza que la sociedad promueve, animándoles a no compararse con las imágenes idealizadas que ven.
Enséñale a poner límites. Si crees que tu hijo está demasiado preocupado por su aspecto físico, ayúdale a analizar qué factores de su entorno pueden estar afectándole. Quizá las expectativas sociales, las presiones externas o las críticas de algún amigo podrían estar detrás de esa obsesión por su apariencia. En estos casos, aprender a decir 'no' y establecer límites claros es fundamental.
Fomenta en tu hijo la autoaceptación. Trabaja con tu hijo adolescente en la aceptación de su cuerpo y su apariencia. Aprender a amarse a uno mismo y valorar lo que somos más allá de la apariencia es fundamental para evitar obsesionarse con el físico.
Incúlcale la importancia del autocuidado emocional. Cuidar el físico está bien, pero también es importante enseñar a los hijos a cuidar sus necesidades emocionales y psicológicas. La meditación, el ejercicio, la terapia, la lectura y otras actividades pueden ayudarle a mantenerse equilibrado emocionalmente.
Predica con el ejemplo. Si queremos enseñar a nuestros hijos adolescentes a no obsesionar con su aspecto físico, primero debemos empezar por nosotros mismos. Evita quejarte de tu cuerpo delante de tus hijos, criticar su aspecto o hablar de los cambios físicos de la adolescencia de una forma negativa. Para quererse y aceptarse es fundamental rodearse de personas que te quieran tal y como eres.
Si a pesar de estas pautas crees que tu hijo adolescente está obsesionado con la belleza y con gustar a los demás, es importante que hables con él/ella para entender qué es lo que le preocupa y busquéis ayuda profesional.
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