Ariel Vijarra y Damián Pighin son los orgullosos padres de Olivia y Victoria, dos niñas que adoptaron tras duros años de espera y luchas burocráticas para poder cumplir su deseo de ser padres en Argentina.
Su historia ha saltado a la luz porque su primera hija, Olivia, una recién nacida de 28 días, ya había sido rechazada por 10 familias cuando sonó el teléfono de sus padres anunciando que había un bebé para ellos.
Tenía VIH y "las familias heterosexuales, perfectas, no la querían". Así lo explica Ariel en una entrevista a Bebés y Más. Añade que, tras la llegada de Victoria cuatro meses más tarde, la familia está completa y es feliz.
Muchos años esperando ser padres
Ariel y Damián llevaban ya muchos años juntos cuando en 2012, tras la aprobación de la Ley del Matrimonio Igualitario en Argentina, decidieron casarse. De hecho, fueron la primera pareja homosexual en contraer matrimonio en la provincia de Santa Fe.
Siempre habían tenido claro que querían ser padres y Damián ya llevaba tres años inscrito como adoptante, pero sin respuestas. Así que, tras contraer matrimonio, decidieron volver a presentar la solicitud, esta vez como familia avalada por la ley en el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos.
Pero pasaron tres años más sin respuesta y cuenta Ariel que decidieron madurar su idea inicial de adoptar a un niño de cero a cinco años: "Nuestro deseo de convertirnos en padres era tan fuerte que decidimos no poner límite de edad".
De hecho, ya se encontraban en trámites para adoptar a una niña de 14 años, "cuando sonó el teléfono hablándonos de Olivia".
"Era nuestro ángel"
Cuenta Ariel emocionado al recordar ese momento:
"Mi marido me llamó llorando, diciéndome que teníamos que salir ya para los tribunales porque había recibido la llamada del juez explicando que había un bebé abandonado. Nadie la quería porque era portadora del VIH. Para nosotros era solo una anécdota. Teníamos claro que era nuestra hija, después de seis años de búsqueda".
Explica el orgulloso papá que el juez les explicó que la bebé tenía VIH porque su progenitora, que la abandonó nada más nacer, padecía esa enfermedad: "Nos preguntó si estábamos seguros de iniciar los trámites de adopción y nos sugirió que lo pensáramos bien antes de aceptar. Pero nosotros nunca lo dudamos y lo primero que le pedimos fue que nos autorizara a conocerla ese mismo día”.
Y es que según cuenta Ariel, "pasaron 10 matrimonios perfectos, heterosexuales que la rechazaron por el simple hecho de tener una patología".
Asegura que su hija "jamás lloró y luchó con todas sus fuerzas. Y creo que los buenos actos tienen su recompensa", porque cuatro meses después, aún con la Ley de Adopción Directa vigente, llegó Victoria a sus vidas para acompañarse, crecer juntas y ser cómplices para siempre.
Explica su papá que una doctora contactó con ellos para decirles que una de sus pacientes quería darles en adopción a su bebé porque había leído el libro 'La búsqueda', donde Ariel contaba la odisea que vivió al intentar adoptar a través del método directo y quería que ellos fueran los padres de su hija.
Una familia muy feliz
Como no podía ser de otra manera, Ariel admite que sus vidas cambiaron por completo en muy poco tiempo:
"Nos abocamos por completo a criar a nuestras hijas, dos bebés, y esto nos unió aún más. Aún contando con la ayuda de familiares y amigos en la crianza, la verdad es que uno saca energía y desarrolla ese sexto sentido que tienen las madres, esa habilidad de sentir, esa conexión con tus hijos que va más allá de todo".
No niega que criar dos bebés no fue fácil al principio. Explica que fueron muchas noches sin dormir, días sin comer, alimentándonos de comida basura. Pero todo merece la pena por ellas.
"La vida cobra sentido y adopta un color que antes no sabías ni que existía. Se ordenan las prioridades y te humanizas, te rescatan del mundo banal en el que se vive fuera de tu casa".
Además, Olivia está feliz y muy sana. Le realizaron el último análisis al año y medio de vida y dio negativo. Aunque no es portadora de VIH, siguió el tratamiento contra el VIH de manera preventiva.
Reconoce que su vida ahora es como la de cualquier otra familia con niños pequeños, con toda la magia que implica la paternidad: "días difíciles, caos, lucha por comprender a tus hijas, pero siempre con muchas ganas y amor, siendo conscientes del reencuentro que hemos tenido los cuatro, disfrutando de una vida plena".
Olivia termina de cumplir cinco años y Victoria los hará en febrero del próximo año.
Un proyecto para ayudar a otras parejas
Como conocedores del largo camino que supone la adopción, decidieron involucrarse y "allanar el camino a otras parejas para que sean tan felices como nosotros".
Así nació 'Acunar familias', para acompañar a los adoptantes, "brindándoles representatividad, garantía de derecho, exigiendo que se cumplan las leyes y luchando por los derechos igualitarios para las familias y para nuestros hijos".
Pero lograr la aprobación de esta ONG, cuentan que también fue otra gran lucha ya que:
"Nos encontramos con trabas estatales, pues ser persona jurídica nos da derecho de intervención, algo que no conviene en absoluto al sistema de adopción. De hecho, recibimos muchas consultas, no solo de Argentina sino también de otros países vecinos, donde los problemas son los mismos, la poca protección para los más vulnerables".
Desde Acunar Familias, explican que promueven la adopción de niños mayores de seis años hasta la adolescencia y con capacidades especiales, que son los pequeños que están en disponibilidad de ser adoptados.
Ariel termina asegurando que "el cambio depende de los adultos, de exigir derechos, de querer transformar nuestro deseo de ser padres en necesidad y es entonces cuando nadie podrá decirnos que no, cuando nadie podrá impedirnos reencontrarnos con nuestro hijo".
Así es como Damián y él se reencontraron con Oli y Viky, porque, hay distintas maneras de amar y formar una familia:
“Ninguna es mejor que la otra. Son distintas. Por eso hay que educar en base a las diferencias, inculcando el respeto, el valor de la familia y la inclusión de todos”.
Fotos | Cedidas por Ariel Vijarra
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