Cuando nos convertimos en padres por primera vez, nuestro mundo comienza a girar alrededor de nuestro bebé y sus necesidades. Nos olvidamos de nosotros mismos y de quienes nos rodean, y nos centramos exclusivamente en nuestro recién nacido.
Pero a medida que el tiempo pasa y nuestro bebé crece, sus demandas van aumentando, e incluso es posible que crezca también el número de hijos. Y una vez metidos en la rueda de la crianza y la vorágine del día a día, es fácil olvidarse de uno mismo y de nuestra pareja, y sin darnos cuenta empezamos a alejarnos de aquella persona con quien un día decidimos emprender un camino de vida juntos.
En otras ocasiones hemos hablado de la importancia de cuidarse para poder cuidar, y hoy queremos hacer lo mismo con la importancia de cuidar, mimar y dedicar tiempo a nuestra pareja. Porque si nuestra relación es fuerte y hay entendimiento y amor, seremos mejores padres, y nuestro bienestar también será el de nuestros hijos.
La crianza y la rutina pueden acabar desgastándonos
Hace un tiempo, nuestro compañero Armando Bastida reflexionaba sobre la razón por la que muchas parejas se separan cuando tienen hijos. No es extraño, pues criar y educar es agotador y se requiere de tiempo y mucha paciencia, algo de lo que no siempre vamos sobrados. Y es precisamente cuando falta la paciencia y el cansancio físico comienza a hacer mella, cuando surgen los conflictos con la persona que tenemos al lado.
Y entonces llega un día en que te sorprendes a ti mismo dando los buenos días a tu pareja entre dientes, prácticamente sin miraros a la cara. Ambos afrontáis el día con vuestras preocupaciones, prisas y responsabilidades, incluídas la crianza y la educación de los hijos. Así que al llegar la noche, estáis tan cansados que solo os apetece meteros en la cama, echar un último vistazo silencioso a vuestras redes sociales e iros a dormir.
"¡Qué poco hemos hablado hoy!", reconoces mientras haces el repaso mental de tu jornada, instantes antes de cerrar los ojos. Pero lo cierto es que los días se repiten como un déjà vu, y la falta de comunicación comienza a ser una constante. Os amáis, por supuesto que sí, pero ambos sentís que es muy difícil sacar tiempo para disfrutar juntos cuando se tienen hijos.
Conectar emocionalmente con la pareja
Pero al igual que hablábamos hace unos días sobre la importancia de conectar emocionalmente con nuestros hijos, también es fundamental conectar con nuestra pareja. Al final y al cabo, es la persona con quien decidimos emprender un camino juntos y levantar un proyecto de vida, tan único, importante y maravilloso, como formar una familia.
¿Por qué es tan importante conectar emocionalmente con la pareja?
Primero por nosotros mismos, nuestra felicidad y nuestra autoestima, ya que como seres sociales que somos, deseamos "pertenecer" y sentirnos amados y respetados por quien tenemos al lado.
Por otro lado, la conexión de pareja repercute en nuestros hijos, pues los niños que viven en un núcleo familiar en el que reina la paz, el amor, la comunicación fluida y la unión entre sus padres, crecen felices, confiados y seguros de sí mismos.
- Y ya por último, porque la conexión de pareja nos ayudará a que la crianza de los hijos sea más fácil, pues desde la corresponsabilidad podremos afrontar los retos y dificultades que surjan, tratando de buscar soluciones basadas en la empatía y el respeto.
Consejos para conectar diariamente con nuestra pareja
Quizá mientras lees esto estés pensando en lo difícil (¡o incluso imposible!) que puede resultar sacar tiempo para dedicárselo a la pareja: "Si aún siendo consciente de la importancia del autocuidado ni siquiera logro sacar tiempo para dedicármelo a mí mismo, ¿cómo voy a conseguir un rato en exclusiva para mi pareja?", puede que te preguntes.
Y es que la "conexión" de la que hablamos no se basa en cenas románticas de varias horas, planes diarios de ocio para dos o vacaciones en pareja. Todo eso es maravilloso, y si se puede contar con ayuda para llevarlo a cabo de vez en cuando seguro que sienta de lujo a la relación. Pero son los pequeños detalles cotidianos los que tenemos que cuidar, alimentando día a día esta conexión emocional.
Pongamos algunos ejemplos:
Saluda a tu pareja por la mañana con algo más que un escueto y apresurado "buenos días". Comenzad vuestra jornada con una muestra de afecto, una sonrisa, un guiño de ojos, una mirada profunda y un interés evidente por el otro.
Al igual que hacemos con nuestros hijos, practiquemos la escucha activa con nuestra pareja. Porque escuchar con interés lo que la otra persona nos está contando es esencial para la relación, ya que a todos nos gusta sentirnos escuchados y respetados cuando hablamos.
Puede ocurrir que con los niños a nuestro alrededor, las conversaciones entre adultos se tornen complicadas. Pero no debemos perder la oportunidad de buscar un ratito al día que nos permita hablar y escuchar a nuestra pareja sin interrupciones.
- No solo debemos estar dispuestos a escuchar, sino también a comunicar. Y es que probablemente, en más de una ocasión nos ha invadido la sensación de "no tener nada nuevo que contar", aunque si lo analizamos realmente seguro que encontramos decenas de cosas:
Un pensamiento que nos ronda la cabeza, una anécdota divertida que nos ha sucedido y de la que poder reírnos juntos, un pequeño problema laboral que nos vendría bien compartir y analizar... A veces solo hace falta esforzarse un poco, vencer la pereza y tener ganas de iniciar una conversación.
- Siempre hablamos de la importancia de besar y abrazar a nuestros hijos para conectar emocionalmente con ellos...¡pues hagamos lo mismo con nuestra pareja! Aunque no lo creamos, no todo tiene por qué reducirse al sexo: tocarnos, acariciarnos, besarnos, darnos un masaje, ducharnos juntos, agarrarnos la mano... En definitiva, no perder esa conexión física que tanto bien hace y tanto nos une.
Dedica a tu pareja palabras bonitas todos los días. Porque la rutina y el estrés acaba devorándonos de tal manera que nos olvidamos de lo bien que sienta que la persona a quien amamos nos diga algo especial. Quizá un "te quiero", un "qué guapa o guapo estás hoy", un "me apetece mucho cenar contigo esta noche", un "gracias por todo lo que haces por mí y por la familia"...
Aunque las desavenencias y discusiones en la pareja son normales, es importante no perder jamás los nervios, ni caer en juicios, culpas o faltas de respeto. Por eso, al igual que hacemos con nuestros hijos ante un conflicto, debemos aprender a ponernos en la piel del otro, validar sus sentimientos, entender por qué piensa y actúa como lo hace, y desde la calma y el respeto llegar a una solución de manera conjunta.
Y ya por último, pero no por ello menos importante, recuerda que para conectar con los demás es imprescindible conectar en primer lugar con uno mismo. Haciendo un ejercicio de relajación e instrospección será más fácil encontrar ese estado de calma y empatía que nos lleve a conectar realmente con las necesidades del otro.
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