El confinamiento mostró las verdaderas necesidades emocionales de los niños y nos hace reflexionar sobre la vuelta al cole
A estas alturas del verano y la pandemia, es difícil saber con precisión cómo será el regreso a clases. El coronavirus se encuentra en distintas fases alrededor del mundo, y muchos países se encuentran planeando cómo será el próximo año escolar: cuándo iniciará, en qué modalidad se llevarán las clases, cuántos niños habrá por grupo, entre muchas otras cosas que ya se pusieron en práctica en países como China y Francia.
Pero además de poner en duda cuál será la nueva normalidad para el regreso a clases, la pandemia y el confinamiento sacaron a la luz cómo se sentían muchos niños acerca de la escuela. De modo que hoy, hacemos una reflexión acerca del sentir de los niños respecto al confinamiento y el haber terminado el curso con clases en línea, así como los sentimientos de padres e hijos acerca de la vuelta al cole el próximo año escolar.
La salud emocional de los niños durante el confinamiento
Sabíamos que la suspensión repentina de clases, así como el distanciamiento de sus amigos y familia extendida afectaría a los niños. Cambios tan importantes en su rutina y la frecuencia de contacto con aquellas personas con las que solían convivir no pasan desapercibidos para los pequeños y su salud emocional.
Un primer estudio sobre los efectos de la cuarentena en niños españoles e italianos de entre tres a 18 años, encontró que la mayoría mostraban dificultad para concentrarse, nerviosismo y miedo, y en el caso particular de España, el 89% de los menores presentaría trastornos emocionales y de comportamiento derivados de esta situación.
Sin embargo, con el paso del tiempo y el ajuste hacia esta nueva “normalidad” donde los niños recibían educación a distancia y pasaban todo el tiempo dentro de casa con sus padres, otros sentimientos comenzaron a aparecer.
De acuerdo con una investigación realizada por las psicólogas especializadas en desarrollo infantil Marta Giménez-Dasí, de Universidad Complutense, y Laura Quintanilla, de la UNED, tras seis semanas de confinamiento, los niños de 8 a 10 años mostraban niveles menores de ansiedad y estrés. ¿La razón? No sentían esa presión y demanda que conlleva el ir a la escuela.
Incluso, eran relativamente pocos aquellos que afirmaron extrañar el colegio: solo el 9% de los niños encuestados. El 14% de ellos extrañaba a sus amigos, 16% dijo que se aburría, 25% dijo que estaba bien en casa aunque en ocasiones se aburría, mientras que el 31% afirmaba que se sentía genial en casa, siendo esta la respuesta más frecuente al pedirles que describieran las emociones que sentían.
Esta no sería la primera vez que nos ponemos a reflexionar y hablar sobre el nivel de exigencias que tienen las escuelas, y en lo pesadas que pueden ser algunas dinámicas para los niños. Con el confinamiento, las horas de clase se redujeron considerablemente y el ritmo de vida acelerado al que estamos acostumbrados repentinamente se detuvo.
Ya no había prisas por salir para llegar a tiempo, a pesar de la situación nos relajamos al estar menos ocupados y eso indudablemente reduce el estrés en cualquiera. Pero también, los niños obtuvieron algo que un niño siempre anhela: pasar más tiempo con sus padres, lo que además les aporta seguridad y calma en momentos como el que estamos viviendo.
Ahora que estamos de vacaciones, el estrés se ha reducido aún más gracias a la ausencia de deberes y clases en línea, pero incluso en los países del hemisferio sur donde se encuentran en pleno curso escolar, muchos padres sentirán que sus hijos se sienten menos presionados.
La incertidumbre de los padres
No soy la primera ni la única madre que está preocupada por el próximo inicio de ciclo. Al igual que la mayoría, las dudas acerca de la educación de mi hija me han invadido desde el inicio de la cuarentena, pasando por diversas etapas: ¿cómo educaremos en casa? ¿se retrasará mucho? ¿cuándo terminará esto? y finalmente, ¿será segura la vuelta al cole?
Eventualmente decidí relajarme y aunque continuamos la educación en casa siguiendo las indicaciones de los profesores, la verdad es que lo académico dejó de ser prioridad y nos enfocamos en cuidar la salud física y emocional de todos en casa. Pero ahora que el verano ha llegado y estamos a solo dos meses del inicio de otro ciclo escolar, vuelven las dudas.
Hablando con otros padres de niños, me doy cuenta que somos muchos quienes no estamos seguros de llevar a nuestros hijos a la escuela, a pesar de que el gobierno o Educación diga que ya es seguro hacerlo siguiendo las medidas necesarias.
Algunas madres, por ejemplo, me comentaron que incluso si se indicara que los niños ya pueden volver a clases de forma presencial, no los llevarían, al menos hasta que exista una vacuna o realmente el número de casos sean escasos y el riesgo mínimo.
Otra madre en México está considerando seriamente dejar por completo la escuela y comenzar a hacer homeschooling, mientras que otros no tienen idea de qué hacer y esperarán a que todo evolucione un poco más para inscribir a sus hijos.
En general, la preocupación e incertidumbre sobre el regreso a clases siguen muy presentes en todas las familias, y la conclusión de la mayoría es la misma: no desean llevar a sus hijos a clases presenciales hasta que todo vuelva a la normalidad, si es que alguna vez eso sucede.
La vuelta al cole, llena de dudas y miedos
Conforme transcurre el verano, la preocupación que muchos tenemos acerca de lo que sucederá con el próximo año escolar es más palpable. Y es que son muchas las cosas que engloban y conforman el regreso de nuestros hijos a la escuela.
Por una parte, parece que los niños finalmente se encuentran mejor emocionalmente. A pesar del distanciamiento social y las medidas preventivas, se han podido adaptar a esta nueva normalidad. ¿Qué sucederá al volver al cole y comenzar toda una nueva rutina diferente, llena de estrictas medidas tras haberse acostumbrado a estar siempre son nosotros? Aunque sepamos que después se adaptarán, sin duda será difícil al inicio.
Por otro lado, está el tema del temor al contagio. Como adultos seguro sabemos mantener y seguir las medidas de distancia, pero en el caso de los niños pequeños, sabemos que puede costarles más trabajo o incluso olvidarse de ellas al jugar con sus amigos.
Además no podemos olvidar que el inicio de clases coincide con el inicio del otoño, que trae consigo la gripe y el virus respiratorio sincitial (VRS), hecho que los pediatras han advertido, pues se teme esto pueda coincidir con una segunda oleada del coronavirus.
En fin, las preocupaciones son muchas, pero sin duda la situación también nos ha mostrado que debemos replantearnos la educación de los niños y el tiempo que pasamos con ellos, así como el siempre pendiente tema de la conciliación familiar. Hay mucho por hacer y reflexionar.
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