¿Corremos el peligro de convertir la Navidad en un escaparate para el consumismo ante nuestros hijos?
El los próximos días, dependiendo de la comunidad en la que nos encontremos la gran mayoría de estudiantes de este país comenzarán uno de los periodos más esperados del año, las vacaciones de Navidad, pero desde hace unos cantos días gran parte del mundo está sumido o más bien absorbido por la Navidad, así como término general. Compras adelantadas, listas de regalos, contrataciones extras, cuadre de días libres y millones de luces y árboles que salen, una año más de los trasteros para iniciar una de las tradiciones más celebradas del mundo católico.
Es justamente ahí, en su carácter religioso, ese que cada vez queda más enterrado entre millones de compras, catálogos de regalos y miles de minutos de anuncios en televisión de Navidades perfectas, donde nos preguntamos si tiene sentido la Navidad si no se cree en Dios, ¿corremos el peligro de convertirlas en mero consumismo?
Soy una de los tantos millones de personas que no cree en Dios y que cada año desea que llegue diciembre y en especial la segunda quincena, uno más de los que saca árbol y monta su propio belén particular, de los que disfruta viendo la ciudad llena de luces (a pesar de los horteras exagerados de siempre). Soy de los que no cree en dioses pero si en el hombre y en los ratos a la mesa con su familia o con sus amigos, o ambos.
El Espíritu de la Navidad y el Grinch navideño
No vamos a negar a estas alturas que la celebración de la Navidad es una de las más importantes del calendario católico, donde se celebra la llegada de Dios a este mundo. Para los creyentes estas festas no son solo regalos, luces, cenas y villancicos que hay un espíritu mucho más profundo en la base de todo, pero es que para los no creyentes también.
Si hay un sentimiento que cobra una especial fuerza en estos días es el amor, en sus diferentes tipo de expresión, reuniones familiares, cantos, acciones especiales, etc. Y en mi opinión, el amor no necesita creencias en uno u otro dios, sino de nuestra capacidad para empatizar con el otro, para ser seres sociales.
Es cierto que hay otras muchas cosas detrás y que no son tan agradables, que habrá quien se sienta obligado por esta marea de buenrollismo y gran parte de postureo, en la que muchas veces, nos gastamos en aparentar ante los demás lo que nos haría buena falta el resto del año, nunca hubo época más propicia para la frase "un día es un día".
No, no son los Reyes Magos o Santa Claus quienes nos están viendo, son nuestros hijos quienes observan
No sé cuantas veces me dijeron de pequeño eso de "pórtate bien que los Reyes te están viendo", cuantas cartas empecé por "Este año he sido un niño muy bueno", mirando a todas partes a la hora de escribir lo de "bueno" y lo que es cierto es que realmente quienes están observándonos, quienes verán como nos comportamos con los demás, con ellos, lo que hacemos en estas fechas no son ni más ni menos que ¡nuestros propios hijos!
El amor no necesita creencias en uno u otro dios, sino de nuestra capacidad para empatizar con el otro, para ser seres sociales.
Son ellos los que en el futuro harán, con sus aportaciones propias, lo que a nosotros nos vieron hacer. Si nuestros hijos creen o no en la Navidad por encima de si creemos o no en Dios va a depender de como les enseñemos nosotros a vivir estas fechas. Si basamos la Navidad en comer y regalar, eso será lo que les quede, que la Navidad es el periodo para pasarse la mitad del día metido en casa comiendo y la otra de tienda en tienda.
Decirles o no la verdad.¡La gran encrucijada!
¿Y si se lo digo?¿Y si estropeamos su ilusión por la Navidad?¿No será peor que se entere por otros?¿Y si piensa que le hemos estado mintiendo, engañando?¿Y si no vuelve a confiar más en nosotros?¿A qué edad es la mejor para decírselo? Seguro que la mayoría nos hemos hecho alguna vez las mismas preguntas y es que es un gran dilema. Sabes que vives en una sociedad en que la gran mayoría celebra la Navidad, que la mayoría de los compañeros del cole de tus hijos creerán en los Reyes y Papá Noel y sabemos que es complicado explicarle a un niño por qué él no y los otros si, que lo más sencillo es dejarse llevar por la corriente y esperar a que sea lo suficientemente maduro para contarle la verdad, pero entonces qué y cómo se lo contamos.
Cualquier decisión que tomemos en este ámbito es perfectamente respetable, sobre todo porque aquí entran las convicciones y la espiritualidad de cada uno y de como sean nuestros hijos. Si creéis que ha llegado la hora de contarles la verdad a vuestros hijos y necesitáis saber alguna otra opción distinta del "si cariño, Papá Noel soy yo" aquí tenéis dos formas muy bonitas de hacerlo: el encargo de los Reyes Magos y cómo convertirse en Papá Noel. Personalmente prefiero la segunda ya que la primera, en mi caso, sería continuar con la mentira, pero como ya he dicho, cada uno escoja el camino que considere más correcto según sus creencias.
Pero quizás, antes de explicarle la verdad a nuestros hijos, deberíamos enseñarles en qué consiste la Navidad y a disfrutar de ella por encima de Papás Noeles y Reyes. Mis mejores recuerdos navideños no eran tanto los regalos, que también, sino todo aquello especial que hacía con mi familia y que no solíamos hacer el resto del año, como ir a ver belenes gigantes, vivientes, modernos, clásicos, cantar villancicos o cualquier otra canción en grupo, pasear con mi padre, ir a casa de mi abuela a ver como preparaba la cena de navidad, los nervios de llegar al final del viaje o por ver quien llegaba cada vez que sonaba el timbre de casa y sí, recorrerme las jugueterías hasta no dejar un rincón sin ver.
Otra de las cosas que también podéis hacer es instaurar vuestras propias tradiciones, ¿por qué no? Alguien fue el primero en poner velas a los árboles para decorar la Navidad, así que no estaría nada mal que vuestra familia tuviera las suyas propias, por ejemplo hacer unas galletas especiales exclusivas de Navidad, haceros una foto en algún lugar especial, visitar a alguien, etc.
De nosotros depende como serán las Navidades para nuestros hijos y no solo para ellos, para nosotros también porque serán los recuerdos los que nos quedarán por encima de los regalos, las luces y las comidas. Y no solo con grandes acciones o Se pueden vivir una navidades sin tener fe en Dios y si en la humanidad y sus grandes actos sin olvidarnos que ellos siempre están ahí, mirando lo que hacemos hasta en los pequeños momentos o en los peores.
Imágenes | iStock
En Bebés y Más | ¿Crees que no contarles la verdad sobre los Reyes o Papá Noe a tus hijos es mentirles?, La curiosa táctica de una madre para explicar la verdad sobre Papá Noel sin romper el corazón de sus hijos