Cuando con tu segundo embarazo te sientes culpable porque dejarás de estar en exclusiva para tu primer hijo
Uno de los miedos que los padres sienten cuando llega el segundo embarazo es el de no saber si van a ser capaces de querer al segundo tanto como al primero. Sienten que es mucho el amor que sienten por el primero y temen que al llegar el nuevo bebé se quede en desventaja por no recibir el mismo cariño que sí le llega al mayor. Es un sentimiento normal que pronto desaparece, al nacer el bebé, cuando se dan cuenta de que el amor se multiplica en vez de dividirse.
Pero no es el único sentimiento que aparece con el segundo embarazo, porque hay uno similar, muy asociado, que es el sentimiento de culpa. Culpa porque sabes que desde el momento en el que el segundo bebé nazca, dejarás de estar en exclusiva para tu primer hijo.
Culpa, hasta llegar al llanto
No sé cómo lo vivirán el resto de hombres, pero cuando más he conocido a mi mujer ha sido en las épocas en que estaba embarazada y lactando. En esos momentos me hablaba mucho de lo que sentía, y yo siempre la miraba con una mezcla se sorpresa e incredulidad. Algo así como "no imaginaba que pudieras sentirte así, pero me encanta descubrirlo".
Claro que yo también sabía que Jon no nos tendría del mismo modo cuando naciera Aran. Claro que sabía que tendríamos menos tiempo para él y que eso nos supondría algunas dificultades, y que para él también sería un gran cambio. Sin embargo, yo no me sentía culpable por ello. La decisión de tener otro bebé era de ella y mía, de los dos, y lo veíamos positivo tanto para nosotros como, al menos a largo plazo, para él: le íbamos a dar un hermano, y lo veíamos como algo bueno. Pero no lo hacíamos solo por él, o no solo por él: queríamos tener otro hijo.
Sin embargo, ella sentía culpa. Se sintió egoísta porque oye, hay niños que no tienen hermanos y son la mar de felices. ¿Quién asegura que un niño necesita un hermano para ser feliz? Es más, ¿y si tener un hermano no le hace más feliz, sino todo lo contrario? Todo el mundo conoce parejas de hermanos que no se llevan nada bien, y si piensas en ello, lo de "darle un hermanito" podría quedar en entredicho.
Pero yo nunca lo vi así. Claro que podría suceder que no se llevaran bien. Pero nunca lo he visto como un impedimento, sino acaso como un problema poco probable. Yo no iba a dejar de tener un hijo, si quería tenerlo y ella también, por miedo a que se llevaran mal: ya haríamos lo posible y lo imposible para evitarlo. Ya haríamos lo posible y lo imposible por promover que tuvieran una relación sana y cómplice.
Y llegó a llorar. Un día, con su barriguita de pocas semanas, se echó a llorar (supongo que las hormonas te hacen llegar a esos límites) porque se decía a sí misma que era una egoísta, que quizás era un error, que su relación con su hijo era genial y que en cierto modo la iba a estropear.
Cuando mamá e hijo se llevan tan bien que no admiten amenazas
La historia de Miriam y Jon, madre e hijo, es la de una madre que estuvo muy sola al principio, porque yo cambié de puesto de trabajo y empecé haciendo muchísimas horas. Una maternidad entre lágrimas y grietas, de una lactancia por la que tuvo que luchar mucho, para cuidar de un bebé que fue siempre muy demandante. Pero mucho.
Fue el bebé con quien decidió que no iba a trabajar más, cuando días antes de volver al trabajo dijo que no podía hacer eso, que su bebé la necesitaba y que era incapaz de dejarlo con nadie. Y a partir de ese momento se convirtieron, aún más, en uña y carne. Cada día iban juntos a comprar, paseaban por el parque, hacían la comida, jugaban, recogían la casa, se hacían fotos, y vivían disfrutando juntos, ella cuidándolo y él siendo cuidado. Muy duro para ella porque llegaba al final del día totalmente agotada, pero gratificante al fin y al cabo.
Juntos (yo andaba también por ahí, pero ellos dos eran "el pack") pasaron por encima de las críticas por llevarlo mucho en brazos, por darle teta mucho tiempo, por alimentarle así o asá, por no llevarlo a la guardería, por... y llegaron a conocerse tan bien, que ella sabía enseguida lo que él necesitaba, y él sabía enseguida lo que mamá quería decir con sus gestos.
Cuando pasaron los meses, sobre todo el verano en que Jon tenía dos años, estando ya ella embarazada, mi relación con él empezó a intensificarse. Yo nunca forcé nada, pero él se fue separando poco a poco de ella para conocer más mi modo de hacer, de jugar, de "paternar". Pensé que esto nos iría genial, porque así cuando llegara el bebé no sería ya tan dependiente de ella (y así fue: al nacer Aran, él y yo teníamos una relación estupenda), pero el amor de ella hacia él, claro, seguía siendo el mismo.
Así que cuando empezó a imaginar a su bebé aún desconocido en la familia, sintió que traicionaba a Jon. Sintió que estaba metiendo a otro bebé entre medio, como si fuera un rival, como si fuera el bebé que iba a recibir todo el amor que no le podría seguir dando al mayor. Y tenía miedo de que Jon, de algún modo, se lo reprochara.
Es normal, pero el amor se multiplica, y ellos aprenden a amar al hermano
Así que si tienes dudas sobre si tener otro hijo porque sientes algo parecido, o si embarazada sientes algo similar, sólo puedo decirte que es normal sentirse así. Es normal, pero podéis estar tranquilos porque por parte de los padres, el amor se multiplica. Yo mismo tuve esas dudas... si podría querer a dos hijos a la vez. Y enseguida te das cuenta de que sí, es posible (y además lógico).
Y no solo eso. Ellos también aprenden a amar a su hermano, de igual modo que cogen cariño a mamá y a papá desde que nacen, pese a no conocerlos de nada (al menos no a papá). ¿No dicen que el roce hace el cariño? Pues el tiempo con el hermano, el sentir que es uno más, el verlo como un compañero y no como un rival ayuda a que entre ellos se lleven bien y pronto, cuando el pequeño crece un poco, empiezan a darse cuenta de las cosas que tienen en común. Y empiezan a jugar, a explicarse cosas, a cuidar el uno del otro, a pelearse, a discutir, reconciliarse, reír juntos... y en definitiva todas las cosas que hacen dos niños pequeños cuando están juntos, aunque tengan diferente edad.
Foto | iStock
En Bebés y más | El amor se multiplica con cada hijo, ¿Poner a tu pareja por delante de tus hijos?, El vínculo entre padres e hijos es clave para la autoestima