Ante todo, respeto y promuevo la posibilidad de que cada mujer tenga el derecho a escoger de qué forma quiere traer sus hijos al mundo.
Yo definitivamente no daría a luz en mi propia casa.
Si bien debe ser muy agradable encontrarse en ese momento en un ambiente familiar, hay varias razones por las que he acudido a un hospital para que nacieran mis hijas, y volvería a hacerlo aunque viviera en Holanda, donde el 30% de las mujeres optan por el parto domiciliario.
En premier lugar, porque prefiero la seguridad de tener asistencia médica inmediata en el mismo hospital sin necesidad de perder tiempo en traslados, tanto para mí como para el recién nacido en el desafortunado supuesto de que los necesitáramos.
En situaciones críticas el tiempo es fundamental y no dejaría que mi bebé corriera ningún riesgo. Prefiero saber que cualquier complicación puede resolverse rápidamente y con los mejores medios.
En segundo lugar, porque no pariría sin epidural. El parto es un acontecimiento maravilloso que yo he vivido intensamente a pesar, o gracias, a la anestesia y al hospital.
Me parece estupendo que se esté generando una revolución en la atención del parto, los hospitales se están volcando cada vez más hacia una atención del parto más humanizado.
Esa es, según mis preferencias, la mejor forma de dar a luz. Afortunadamente cada día más maternidades ofrecen la opción de elegir la postura en la que nos sentimos más cómodas para parir, si queremos o no anestesia, incluso algunas han habilitado salas decoradas especialmente donde la mujer se siente más relajada.
En conclusión, que prefiero un parto más natural y agradable pero con las garantías sanitarias de un hospital y el respaldo de un equipo de especialistas.
¿Tú que opción prefieres?
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