A los niños les aborda la curiosidad, cómo es su cuerpo, las diferencias y similitudes que presentan con respecto a otros individuos o las distintas sensaciones que experimentan, son aspectos que se exploran y que poco a poco le proporcionan su identidad sexual. Cada pregunta y su respuesta plantea nuevas dudas y nuevos juegos basados en el conocimiento, un claro ejemplo son aquellos juegos que son básicamente una investigación sexual, como los juegos de médicos o de papás y mamás. Los niños observan su entorno y especialmente las acciones de los mayores, todo aquello que forma parte de su vida es observado y el entorno contribuye a formar su identidad sexual de manera directa o indirecta. Los niños empiezan a establecer las relaciones afectivas, ya sean homosexuales o heterosexuales, a partir de los 6 años, realizan preguntas, algunas de ellas profundas que convienen responder con toda sinceridad (ya hemos hablado en algunas ocasiones de lo importante que es no mentir a los niños y contestar de modo que sus mentes en desarrollo logren comprender la respuesta).
Algunas de las conductas que contribuyen a formar una clara identidad sexual por parte de los mayores es, no reírse de las preguntas que los niños realizan dada su ingenuidad, tampoco es recomendable truncar o reprimir algunas de las conductas que contribuyen a la formación de esa identidad, según nos indica la sexóloga, acciones como frotarse contra la cama, tocarse (ya sea el pene o la vagina), etc. Se trata de conductas normales que son parte de una sana sexualidad y reprimiéndolas entorpecemos el desarrollo de la identidad sexual.
Hoy en día la mentalidad de los padres no es como la de antaño, donde la represión y el castigo predominaban ante determinadas conductas, el conocimiento permite que la actuación de los padres frente a este tipo de conductas empiece a ser la correcta. Los padres no debemos alarmarnos y mucho menos reaccionar de manera hostil, es necesario encauzar lo que el niño aprende proporcionándole la adecuada información sexual.
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