¿El sexo cuando tenemos hijos? “Poco y cuando se puede” es quizá la respuesta más habitual entre los padres y madres. “Entre poco y nada”, dirían algunos. La sensación global es que el sexo tras la llegada de los hijos empeora en cantidad y calidad. Pero en realidad no tiene por qué ser así, porque bien planteado, el sexo después de los hijos puede ser incluso mejor que antes, y lo decimos en serio.
Antes el sexo era mejor
La sensación de muchos padres y madres es que antes de la llegada de los hijos el sexo era “estupendo”, relajado, intenso... En general tendemos a rememorar ese sexo “libre de pañales y rabietas” como:
- Espontáneo: “Lo hacíamos cuando queríamos”, y ahora...
- Y fogoso: “Antes todo era más pasional”, “Ella tenía más ganas” (esto del cambio en el nivel del deseo en las mujeres tras la maternidad es uno de los mayores motivos de consulta en este terreno, pero he de decir que no a todas les pasa, y que hay parejas en las que es él el que ha visto sus ganas descender).
Y claro, cuando toca recoger a los niños del cole, luego ir a extraescolares, preparar cenas, baño, pijamas, “No quiero dormir, ¡que todavía es de día!”, “Venga, te leo un cuento”... y todas esas cosas que implica la paternidad (que es maravillosa, tampoco la demonicemos), eso de espontáneo y fogoso... como que no se da.
Es entonces cuando percibimos que nuestra vida sexual ha ido a menos, a peor, y... ¡eso no mola!
¿Qué es el buen sexo?
El modelo sexual imperante, el socialmente aceptado, el que nos llega del cine, de la tele -y de nuestro cuñado en las barbacoas familiares- nos vende la idea de que el sexo de verdad, el bueno, ha de ser, como decía antes, pasional y espontáneo.
Es decir, tenemos la idea de que un encuentro sexual “en condiciones” es ése en el que nos “pillamos por banda” en el ascensor “porque tenemos tantas ganas que no podemos esperar a llegar a casa”.
Pensamos que el sexo “10” ha de ser espontáneo, como si el deseo fuera algo que flota en el ambiente y que, a nada que nos despistamos, nos golpea y nos lleva a sofocarnos embriagados de pasión. Pero el deseo hay que mimarlo, mantenerlo vivo para que nos haga ponernos a mil...
Y el sexo, el sexo es más que todo eso: sí, es coito, es masturbación (por separado o juntos), es tocar, oler, saborear... El sexo es muchas cosas, de muchas maneras, así que pensar que "hay un sexo de verdad" y lo demás son sucedáneos o "preliminares por los que hay que pasar" nos lleva a perdernos fuentes de placer, y eso es una pena.
No, no era ni tan pasional ni tan fogoso... ni falta que hace
Pensamos que así era, pero si te paras a pensarlo un poco... ¿de verdad lo hacías “tan a menudo”? ¿De verdad era tan espontáneo, tan fogoso? Probablemente no.
Se hacía cuando se podía y como se podía, ¡ni más ni menos! Cuando erais novios y no vivíais juntos teníais que quedar, y sabíais a lo que ibais, con lo cual de espontáneo y frecuente nada, y no por ello era malo, ¿verdad?
De hecho, ¿acaso no llegabas a tu cita con unas ganas tremendas porque sabías lo que iba a pasar? Pues eso (guiño, guiño).
El sexo tras ser padres puede ser mejor que el de antes
Espontáneo vs programado
Sí, el sexo pasional y espontáneo es estupendo, “está muy rico”, pero no es el único ni el mejor. De hecho ese tipo de sexualidad se parece más al fast food, a algo que se consume rápido pero que deja una satisfacción... digamos, relativa.
Cuando tenemos hijos esa espontaneidad es más difícil -y el temor a que nos pillen hace que se nos encoja... el alma- ¿verdad?
Pero esto que puede parecer un hándicap es en realidad algo bueno, porque el sexo preparado, ése que se da porque hemos quedado, tras una cita de novios o habiendo buscado, juntos, el momento, sienta genial a nuestro deseo...
Y además, al ser necesario buscar hueco para ello y haber quedado, ¡nos aseguramos de tener sexo! Nada de "a ver si sucede", ¡sabemos que va a suceder!
Programar una cita “de novios”, quedar “para darnos un masaje con final feliz” no es algo negativo como podemos pensar. Al contrario, puede hacer que sea muuuucho mejor.
Cuando sabes que vas a ir a tu restaurante favorito, cuando sabes que tienes un plan de esos que te mola, ¿no estás disfrutando ya de antemano sabiendo lo que te espera? ¡Pues eso ya es “gustito”!
El deseo sexual, que es el que nos lleva a tener más o menos excitación, a tener más o menos ganas, es algo que debemos alimentar, no está ahí “porque sí” ad eternum. Y una forma de lograr que nuestro deseo esté en forma es, precisamente, pensando en ello, anticipando...
Si ya sabemos que hemos quedado para tener un encuentro seguramente nos pasemos el día pensando en lo que vamos a hacer (o en lo que nos van a hacer), y esa anticipación hace que aumente el deseo.
Pesar en sexo en lugar de en que nos pueden pillar, en las lavadoras que hay que poner o en el sueño que tengo es garantía de deseo y de placer. ¡Ole!
Por otra parte programarlo nos ayuda a garantizar que tenemos sexo, ¡porque si lo dejamos en manos del destino nunca vamos a poder hacerlo ahora que somos padres!
Innovación
Precisamente porque las circunstancias de nuestra vida han cambiado y en nuestra casa ya no vivimos solo nosotros, si queremos tener sexo, y a gusto, nos va a tocar usar la imaginación y ponernos creativos para encontrar el momento de hacerlo. Bueno, el momento y el lugar, claro.
Estos cambios son en realidad innovación, y pueden ser el aire fresco que necesita nuestra relación para ponernos las pilas de nuevo, para que la llama esté "a tope".
Quizá antes de ser padre no te plantearas ciertas cosas, pero ahora que tienes que cambiar la ubicación, ahora que sabes que el rato que tenéis hay que aprovecharlo, ahora que os conocéis mejor... te resulte más fácil salir de tu zona de confort sexual y buscar y probar...
Aunque parezca que no, la paternidad sirve para pulverizar la rutina sexual si nos lo proponemos.
El (buen) sexo de padres
- Destierra la idea de que el sexo de verdad es el espontáneo y el ultra fogoso: el sexo de verdad es el que te da placer... ¡y para eso hay que hacerlo!
- Programad citas de novios: lo que suelo proponer “a mis parejas” es que tengan al menos una cita de novios de al menos dos horas a la semana. Es algo perfectamente asumible: la semana tiene 168 horas, ¿de verdad no podéis encontrar dos para vosotros?
- Mantened viva la llama: como en casa andan “seres pequeños” que se enteran de todo no podemos andar diciéndonos “cositas verdes” libremente, pero tenemos el whatsapp, podemos dejarnos una nota “subida de tono” en algún sitio en el que sepamos que no van a acceder los peques... ¡Viva la creatividad! Eso sí, asegúrate que mandas el mensaje a la persona adecuada, porque tu suegra puede alucinar si lee o ve algunas cosas.
- Tomad algún aperitivo: ya que es más difícil que sea espontáneo lo que sí podemos hacer es ir “picando algo”, un tocar por aquí, un beso furtivo por allá... Eso hará que cuando de verdad podamos ponernos en materia nos cojamos con ganas.
- Aquí te pillo, aquí te mato: no siempre vamos a poder dedicarle tres horas a nuestro encuentro sexual (de hecho teniendo hijos lo tenemos complicado) de manera que “para mantener engrasada la maquinaria del deseo” los "rapiditos" dan vidilla. Por ejemplo podéis ducharos juntos cuando los niños se duerman: higiene y pasión al mismo tiempo, ¡viva! Y oye, el día que podamos dedicarnos más tiempo porque tengamos una cita de novios, ¡pues estupendo!
Sí, en el sexo cuando tenemos hijos, la infraestructura y la logística pueden cambiar, pero eso no hace que sea peor sexo.
Dadle la vuelta a la situación, eso que ahora os parece un hándicap convertidlo en “una aventura”, en una vía para ser más creativos, y veréis cómo disfrutáis un montón, porque si hay algo que alimenta el deseo, y por tanto la excitación, es pulverizar la monotonía, así que... ¡a ponerse creativos!
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