Pero, a decir verdad la realidad es distinta. Lucas quien tiene cuatro años, ha estado muy celoso, su comportamiento en los primeros días con el bebé en casa ha sido terrible, parecía otro niño.
Todo, absolutamente todo quería que yo se lo hiciera, desde vestirse (que ya lo hace solo), hasta comer, y hacía las peticiones justo en el momento que yo estaba dando el pecho y vaya berrinche si yo no podía. En fin, que con berrinches pasamos el primer mes.
Después de aquel mes de tormenta, Lucas ha empezado aceptar a su hermanito y a comprender que el pequeñín depende de esta mamá que hay que compartir.
Ahora le encanta observar y ayudar en cada cosa que le hago a Arturo, bañarlo, cambiarle los pañales, sobre esto último es el único encargado en casa de botarlos a la basura.
Al llegar del colegio siempre viene corriendo a ver a su hermano. Cuando lo encuentra llorando le dice “no llores que he llegado", también le gusta cantarle y sonarle el sonajero.
Aunque todavía muestra “chispazos" de celos, la cosa va mejorando para la tranquilidad de toda la familia.
En esto de los celos de hermanito nuevo, no hay fórmulas mágicas sólo paciencia, comprensión y mucho amor. Yo he comprobado que hay que pasar un rato a solas, haciendo una actividad agradable con el hermano “destronado" y dar tiempo a que las cosas sigan su curso natural.
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