Paseamos por una calle del centro de cualquier ciudad a las 19 horas. Siguen abiertas las tiendas, los bares, los museos y algunas oficinas. Algunos seguirán abiertos durante un par de horas y más. Si vamos a las afueras, las fábricas y oficinas de los polígonos aún funcionan. Los españoles salen de trabajar casi dos horas más tarde que el resto de europeos, sobre las 19 horas.
En Europa, la mayoría de los trabajadores terminan su jornada laboral entre las 17 horas y las 18 horas. Así se ha visto en un reciente estudio de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios en España, integrada por instituciones, ministerios, comunidades autónomas, sindicatos, empresas y universidades.
Exceptuando la Administración y la banca, que hacen jornadas intensivas, en España la mayoría de empresas y servicios cuentan con una jornada partida marcada por lo que parece ser demasiado tiempo para comer.
Se trata de una fórmula que procede de un estilo de vida propio de la postguerra (cuando muchos hombres tenían que hacer dos trabajos) pero que también sería impensable en otros países del norte de Europa por las características climáticas.
El periodo de tiempo dedicado a la comida en los países estudiados oscila entre los 30 y 60 minutos, mientras que en España este lapso llega a ser de hasta dos horas.
Recordemos que la OCDE señala que España necesita mejorar sus políticas de conciliación, y cambiar estos horarios para adecuarlos más a los europeos sea un paso adelante, como apuntaron los principales candidatos políticos en el debate de hace unos días. Yo creo que sería cuestión de tiempo acostumbrarnos a esos nuevos horarios y no creo que nos costara al beneficiarnos de sus ventajas.
Nosotros acabamos de regresar de un viaje a Dublín, donde teníamos que organizar muy bien el tiempo con las actividades programadas por la tarde, porque alrededor de las 17 horas cierran la mayoría de museos y parques. A las 19 horas, sólo permanecen abiertas algunas tiendas y los establecimientos de restauración (ofreciendo cenas ya).
Desde mi perspectiva de turista con ansias de visitarlo todo, esos horarios no me favorecían. Pero sin duda a las personas que trabajan le vendrá muy bien salir del trabajo a las 17 o a las 18 horas. Y al segundo día, incluso como turista, ya te has adaptado a los nuevos horarios y terminas cenando a la misma hora que ellos.
Parece claro que el sistema europeo favorece la conciliación de la vida laboral con la personal, llegar dos horas antes a casa alarga esos días (en el buen sentido), evitando que los niños estén ya dormidos (o prácticamente) cuando llegamos. Más y mejor tiempo con los hijos, es lo que deberíamos reivindicar a nuestros políticos, a las empresas, a la Administración…
Pues como vemos no es imposible, e incluso beneficiaría a los mismos centros de trabajo con empleados que trabajan mejor y rinden más. ¿No parece una buena idea para tiempos de crisis? Eso por no decir quiénes serían los más beneficiados (y agradecidos), los hijos.
Vía | RTVE
Foto | leafar en Flickr-CC
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