Si eres padre o madre de un adolescente seguro que alguna vez has tenido la sensación de que tu hijo se avergüenza de ti.
La vergüenza en la adolescencia es un sentimiento bastante común, y se debe sobre todo a la necesidad de independencia y búsqueda de identidad propias de esta etapa del desarrollo.
Aunque es lógico que como padres nos sintamos tristes o incómodos con esta situación, es importante no tomarlo como algo personal y entender por qué sucede y qué podemos hacer para que no afecte a nuestra relación.
La identidad en la adolescencia y el sentimiento de vergüenza
Tal y como mencionábamos, la adolescencia es una etapa de la vida en la que nuestros hijos comienzan a construir su propia identidad y para ello necesitan ir separándose poco a poco de nosotros.
En este proceso de independencia es completamente normal que surja un sentimiento de vergüenza hacia los padres derivado de la necesidad de diferenciarse de ellos, sin que esto signifique que lo estemos haciendo mal como padres o que nuestra relación no sea buena.
Aunque cada adolescente es único y vive sus propias situaciones personales, en general estos son los motivos que más vergüenza suelen provocar en esta etapa de la vida:
La imagen y los cambios físicos. Durante la adolescencia el cuerpo experimenta importantes cambios físicos y los chicos y chicas se vuelvan especialmente autocríticos con su imagen. En este sentido, es normal que muestren una gran preocupación por cómo se ven a sí mismos en relación con los demás, e incluso se avergüencen de hablar con sus padres sobre los cambios en su cuerpo, como la menstruación, el desarrollo de los senos, el crecimiento del vello corporal o el acné.
Ciertos temas de conversación. Suele ser habitual que ciertos temas provoquen vergüenza en el adolescente a la hora de abordarlos con sus padres. Entre ellos estaría la sexualidad, las relaciones de pareja, los planes de futuro, los logros académicos o su vida social.
Diferencias culturales. La mayoría de los adolescente considera que entre ellos y sus padres existe una gran brecha en cuanto a gustos musicales, moda, formas de ocio o manera de hablar. Si unimos este sentimiento al fuerte deseo de encajar y ser aceptados por su grupo de iguales, es normal que nuestros hijos puedan sentir cierta vergüenza cuando hablamos con sus amigos o manifestamos públicamente nuestros gustos.
Situaciones embarazosas. Sin ser conscientes de ello, a veces los padres podemos hacer algún comentario o protagonizar situaciones que resulten embarazosas para nuestro hijo, como por ejemplo besarle en público o gastar alguna broma en presencia de sus amigos.
Necesidad de privacidad. A medida que los adolescentes desarrollan su autonomía, pueden buscar más privacidad e intimidad en su vida social. Traer amigos a casa puede generar cierta incomodidad si sienten que su espacio personal o sus relaciones de amistad se ve amenazadas por la presencia de los padres.
Mi hijo se avergüenza de mi: ¿cómo abordar la situación?
Una vez que sabemos por qué sentir vergüenza hacia los padres es una situación relativamente normal y frecuente en la adolescencia, podemos tratar de abordarlo de una forma positiva y respetuosa.
Te compartimos algunos consejos que podrían ayudarte:
Comunicación abierta. Mantener una comunicación abierta, positiva y respetuosa con los hijos es clave para abordar cualquier situación que pueda provocar tensión o desacuerdos en un momento dado.
Habla sobre cómo se siente tu hijo, empatiza con sus emociones y recuerda que muy probablemente, tú también sintieras lo mismo a su edad. Pero entender los sentimientos y comportamientos de tu hijo no significa que debamos aceptar faltas de respeto o situaciones que nos hagan sentir incómodos. En este sentido, es fundamental explicarle también cómo nos sentimos y establecer acuerdos que fomenten el entendimiento.
Respeta su privacidad. Reconoce la necesidad de privacidad de tu hijo adolescente y trata de establecer límites claros sobre cuándo y cómo vas a participar en su vida social. Porque no podemos olvidar que aunque estén creciendo y busquen independizarse de nosotros, nos siguen necesitando tanto o más que antes.
Busca momentos de conexión. Conectar emocionalmente es la base de cualquier relación, pero tristemente, los retos que a veces plantea la adolescencia nos lleva a perder esa conexión tan necesaria. Por eso es fundamental buscar actividades o intereses comunes que puedan fortalecer nuestra relación, e incluso interesarnos también por sus gustos, sus amistades o sus aficiones. Si conseguimos crear un espacio seguro y respetuoso, lo más probable es que nuestros hijos adolescentes estén encantados de compartir tiempo con nosotros.
Utiliza el humor. El humor es un recurso maravilloso para acercarnos a nuestros hijos adolescentes, pues nos ayuda a romper el hielo, quitar hierro a situaciones embarazosas y tomarnos las cosas menos a pecho.
Recuerda que cada adolescente es único y tiene sus propias vivencias. Por ello, aunque estos consejos pueden ser de gran utilidad, si el tema te preocupa o sientes que os estáis distanciando no dudes es buscar orientación profesional para que te ayude a desarrollar estrategias más adecuadas.
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