El desarrollo de los niños en sus primeros meses y años de vida resulta fascinante, pues en poco tiempo suceden grandes cambios y avances que le servirán para el resto de su vida.
Pero es importante tener en cuenta que cada niño evoluciona a su propio ritmo, por lo que aunque existan unos patrones generales que nos ayuden a guiarnos en los plazos, no debemos ser estrictos, agobiarnos o comparar a nuestros hijos con otros.
Sin embargo, hay ciertos temas relacionados con la alimentación, el sueño o el crecimiento del niño, entre otros, que suelen generar dudas y preocupaciones entre los padres. Repasamos cuáles son las dudas más comunes en la consulta de pediatría y cuándo debemos preocuparnos realmente.
No come
La alimentación es un tema que aparece con frecuencia en la consulta de pediatría. Muchos padres acuden preocupados porque creen que su hijo no come lo suficiente o porque han notado que antes comía más y ahora parece haber perdido el interés por la comida.
Durante el primer año de vida, el bebé puede pasar por diferentes fases con la comida en las que muestre más o menos apetito, sin que esto suponga ningún problema en la mayoría de los casos.
En torno a los dos o tres años muchos niños atraviesan una fase completamente normal de neofobia, en la que empiezan a rechazar alimentos y se vuelven más selectivos con la comida. Aunque puede ser desesperante para los padres, es importante que aprendamos a confiar en nuestros hijos, no los presionemos ni obliguemos comer y consultemos con el pediatra cualquier duda al respecto.
No duerme
El sueño infantil es una de las grandes preocupaciones de los padres durante los primeros meses, e incluso años de vida de sus hijos. No en vano, este tema hace perder a los progenitores muchas horas de descanso al año, por lo que no es de extrañar que nos preguntemos desesperados: ¿cuándo dormirá mi bebé toda la noche?
Así, durante los primeros meses de vida, el sueño no tiene un patrón establecido, por lo que el bebé duerme la mayor parte sin diferenciar el día de la noche. Los ritmos circadianos no se desarrollarán por completo hasta los cinco o seis meses, aunque esto no significa que el bebé vaya a dormir exclusivamente por la noche, y que además lo haga del tirón.
Cada niño tiene su propio ritmo y sus propias necesidades, y tan normal es que algunos bebés duerman toda la noche sin despertarse, como que se despierten varias veces o que no duerman más de seis horas seguidas.
El sueño infantil requiere de tiempo, paciencia y amor. Las rutinas de descanso y ciertos trucos que favorezcan la relajación ayudarán a tu hijo a conciliar el sueño. No obstante, si tienes cualquier duda o el tema te preocupa no dejes de consultarlo con el pediatra.
No crece
El crecimiento del niño es un proceso complejo en el que intervienen varios factores, principalmente genéticos, pero también ambientales. Además, se trata de un proceso dinámico en el que se debe tener en cuenta la velocidad de crecimiento, y no solo el valor aislado en un determinado momento.
Por eso, y aunque todos los niños atraviesen las mismas etapas de crecimiento, es importante tener en cuenta que el crecimiento en peso y talla de tu hijo es único y exclusivo, y no puede compararse con el de otros niños.
No dejes de consultar con el médico cualquier preocupación al respecto, aunque ten por seguro que si existiera algún problema el pediatra lo identificaría enseguida en los controles y revisiones del niño.
No gatea
Aunque gatear es muy importante para el desarrollo del niño, no todos los bebé lo hacen y algunos pasan a caminar directamente. No hay nada malo en ello ni tampoco es motivo de preocupación, siempre que el niño tenga libertad para moverse por el suelo y elegir de qué forma desea desplazarse.
No camina
No existe un momento exacto que nos indique cuándo los bebés deben comenzar a caminar. Algunos empiezan a dar sus primeros pasos a los 10 meses, mientras que otros lo hacen a los 15 o incluso a los 18, sin que en la mayoría de los casos exista ninguna razón médica que justifique por qué unos bebés caminan antes y otros después.
No controla esfínteres
Dejar el pañal es un proceso que el bebé debe hacer a su propio ritmo, cuando esté preparado y sin presiones. En este sentido, los padres deben entender que el pañal no tiene por qué dejarse siempre en verano, ni tampoco antes de comenzar el colegio si el niño no ha alcanzando aún la madurez suficiente para controlar esfínteres.
Cuando un niño muestra señales de estar preparado para dejar el pañal, y los padres le acompañan de forma respetuosa, el proceso suele ser rápido, cómodo y sin incidentes, si bien los escapes de pipí serán completamente normales.
Por el contrario, cuando el niño que ya controlaba esfínteres perfectamente muestra de pronto un claro y continuado retroceso, tiene miedo a hacer caca o sigue mojando la cama más allá de los cinco años, es necesario consultar con el pediatra.
No habla
El desarrollo del lenguaje es otra de las grandes preocupaciones de los padres, especialmente cuando nos encontramos con niños de la misma edad que el nuestro capaces de pronunciar un discurso, mientras que nuestro hijo no articula palabra.
En ocasiones, somos los propios padres quienes caemos en errores de comportamiento que no ayudan a estimular el lenguaje de nuestros hijos, aunque otras veces se debe a una simple cuestión de madurez, pues como sucede con cualquier otro aspecto del desarrollo, en la adquisición del lenguaje cada niño tiene su propio ritmo.
Si aún así, crees que tu hijo tiene retraso del lenguaje o muestra ciertas señales de alerta, no dejes de consultar con el especialista pues en caso de existir un problema, la intervención precoz resulta clave.
No señala con el dedo
Según los expertos, los niños empiezan a señalar con el dedo alrededor de los nueve o 10 meses de vida. Este sencillo gesto surge de forma natural y constituye un importante elemento comunicativo que es clave en su desarrollo social y adquisición del lenguaje.
Los padres podemos ayudar a fomentar este gesto en el bebé para favorecer la comunicación con ellos. Si en torno al año y medio, el niño no utiliza este recurso comunicativo, podría ser un motivo de alerta para los padres, ya que podría indicar algún trastorno del espectro autista.
No sabe jugar solo
Muchos niños no saben jugar solos y demandan continuamente la atención de sus padres para entretenerse. Durante ciertas etapas de la vida es esperado que esto suceda, pues los padres somos el mejor juguete para nuestros hijos.
Pero a medida que van creciendo, el juego en solitario se convierte en un aspecto fundamental para el desarrollo de los niños, pues a través de este aprenden a tomar decisiones, a determinar lo que les gusta y lo que no, e incluso a conocerse un poco mejor.
Es por eso que los padres debemos procurar que nuestros hijos jueguen de vez en cuando en solitario, fomentando así su autonomía. Aún así, si tu peque tiene dificultades para jugar solo es importante entender que no hay nada malo en ello, y acompañarle siempre de forma amorosa y respetuosa.