Las navidades con niños pequeños son muy especiales; sobre todo las primeras que vivimos como padres o las primeras en las que nuestros peques empiezan a ser conscientes de todo lo que sucede a su alrededor.
Pero aunque no cabe duda de que es una época mágica y maravillosa, cuando hay niños pequeños es necesario rebajar nuestras expectativas y adaptarnos a sus necesidades y ritmos, para que todos las disfrutemos plenamente.
Repasamos cuáles son las situaciones más comunes que podemos vivir con niños esta Navidad, y cómo adaptarnos para disfrutar de las fiestas sin sobresaltos.
Los niños no entienden de manjares ni exquisiteces
En Navidad la mesa se llena de manjares y platos exquisitos que no estamos acostumbrados a comer el resto del año. Para los adultos, la mayoría de estos platos son un deleite para el paladar y disfrutamos enormemente de ellos.
Pero es probable que no suceda lo mismo en el caso de los niños. De hecho, se de muchos peques que no prueban bocado en estas fechas señaladas porque lo que ven en la mesa no les agrada.
Lejos de tomarlo como una ofensa (“llevo toda la mañana cocinando la cena de hoy, y ahora no quiere comer”) o etiquetar al niño de “rarito” o “especial” porque no le gusta lo mismo que a nosotros, debemos respetar sus gustos y tratarlo con naturalidad.
Además, hay que tener en cuenta que no todos los alimentos típicos navideños son adecuados para los niños (ya sea porque incrementan el riesgo de alergia o porque son susceptibles de provocar atragantamientos) por lo que en la medida de lo posible debemos ofrecerles platos sencillos acordes a sus gustos para que puedan disfrutar de la cena como hacemos los adultos.
Cocinar con ellos recetas dulces o saladas que llamen su atención también es una excelente forma de pasar tiempo juntos y disfrutar todos de la comida.
¿Look navideño con estilo? Es posible que dure poco
A todos nos gusta engalanarnos en estas fechas, comprar alguna prenda o complemento especial o vestir aquel traje que solo nos ponemos para ocasiones especiales.
Por supuesto, también queremos que nuestros bebés y niños luzcan perfectos, con looks festivos, elegantes y navideños que muchas veces adquirimos específicamente para estos días.
Pero no debemos olvidar que los peques necesitan correr, jugar cómodamente, experimentar o ensuciarse sin que esto nos genere estrés. Por lo que lejos de obsesionarnos con el hecho de que luzcan impolutos en estas fiestas, debemos relajarnos y permitirles que disfruten como niños que son.
Puede que tengan más rabietas en estas fechas
Los niños pueden estallar en rabietas cuando menos lo esperamos, sobre todo cuando son pequeños y su capacidad de verbalizar lo que sienten es todavía reducida.
En estas fechas en las que las rutinas se modifican, hay un mayor trasiego de gente en las casas y una gran estimulación sensorial (luces de colores, muchos ruidos, música, colores, olores...) es normal que los niños se muestren más irascibles, alterados o nerviosos, lo que podría traducirse en más berrinches y frustraciones.
Es importante que, en la medida de lo posible, respetemos los horarios y rutinas de los niños más pequeños, y pidamos colaboración a los familiares y amigos que vengan de visita a casa.
¿Tu hijo no quiere besar o abrazar a los invitados? No lo obligues
Si estas Navidades tenéis pensado reuniros con familiares o amigos a los que vuestro hijo hace tiempo que no ve o no recuerda, es posible que se muestre reacio a saludar con besos y abrazos. Los niños tímidos también suelen rechazar esta forma de saludar, especialmente al inicio y en ambientes multitudinarios.
Aunque nos muramos de ganas de que nuestro hijo muestre su cara amable a los invitados, se lance a los brazos de nuestra tía-abuela o se prodigue en gestos cariñosos con nuestros amigos, es importante respetar su decisión y no obligarle a besar o abrazar a la gente en contra de su voluntad.
Muchas veces basta con dar al niño espacio y tiempo, así como actuar con normalidad para que las cosas acaben fluyendo y todos disfrutemos.
En definitiva, las Navidades con niños son maravillosas, pero también pueden resultar abrumadoras o incluso no ser cómo esperábamos. Por eso, lo mejor es ser flexibles, relativizar y adaptarnos a las necesidades de los niños para que todos, pequeños y grandes, las disfrutemos por igual.