No debe ser fácil: los padres de Luken le apoyaron para ser Lucía, ¿lo harías tú?
La pequeña Lucía, de cuatro años de edad, se ha convertido en la menor más pequeña de España en conseguir un cambio de nombre. Al nacer fue bautizada como Luken (Lucas en euskera) por ser un niño, pero su género le ha preocupado siempre tanto, y ha sido tal su ilusión por ser una niña, que sus padres decidieron apoyarle para que fuera Lucía.
A continuación os explicamos la historia de este niño que quiso ser una niña y de cómo los padres lo afrontaron, y para reflexionar un poco sobre el tema os lanzamos la pregunta: ¿qué haríais vosotros?
Mamá, ¿aunque tenga pene puedo ser una niña?
Así es como ayer tituló El Mundo la historia de esta familia, a través de esta frase que Luken le dijo a su madre cuando tenía tres años.
Siempre le había gustado todo lo que socialmente se relaciona con lo femenino: juguetes determinados, disfraces de personajes femeninos, vestidos... y lo que comenzó como un juego pronto se convirtió en algo más cuando empezó a hablar castellano (en euskera los artículos son neutros) para poder definirse a sí mismo en femenino: “Soy guapa, soy una niña...”.
A partir de ese punto, sus padres decidieron empezar a buscar información al respecto, porque una cosa es jugar con cosas que suelen gustar más a las niñas pero que perfectamente pueden ser usadas por los niños, y otra es que tu hijo te diga continuamente que no es un niño, sino una niña. Contactaron con la asociación Chrysallis, especializada en menores transexuales, y con otros especialistas, y tomaron la decisión de no contrariar a Luken. Así, cuando les preguntó si a pesar de tener pene podía ser una niña, le respondieron que sí, que tanto había niñas con vulva como niñas con pene.
Según la madre, en palabras a dicho diario: “La cara de alegría que puso con sólo tres años... Son de esos detalles que te hacen saber que no nos estamos equivocando”.
De Luken a Lucía
El pasado mes de septiembre los padres decidieron solicitar al juzgado de Tolosa el cambio de nombre en el Registro Civil. Un mes después, aún con cuatro años (cumplió cinco en diciembre), se lo concedieron, y Luken pasó a ser Lucía, un nombre que a ella le gustó mucho y que fue idea de un hermano mayor.
Desde ese momento todo su entorno empezó a tratarle oficialmente como niña y ahora es Lucía para todos, pero no todo acaba aquí, porque en su DNI sigue apareciendo una “M” que dice que es un niño.
Y es que el cambio de género solo se realiza cuando se es mayor de edad y se lleva al menos dos años de tratamiento con hormonas o se ha realizado la operación de cambio de sexo, aunque, todo hay que decirlo, esta norma lleva un tiempo estudiándose para modificar estos requisitos por otros menos restrictivos. Y es que si Lucía quisiera practicar deporte en un equipo femenino, por ejemplo, con otras niñas, no está claro que por ser considerada aún varón pueda hacerlo.
¿Y si vuestro hijo os dijera que es una niña con tres años?
Incomprensión. Eso es lo que recibiríais muy probablemente, si vuestro hijo os dijera que es una niña, se comportara como tal, y optarais por cambiarle el nombre y dejarle ser quien dice ser.
Incomprensión, porque en el mismo diario le preguntaron a la madre lo que mucha gente piensa: “¿Tan claro tenían que Lucía era una niña?, ¿no han pedido el cambio demasiado pronto?”. Y es que lo más fácil es considerar que un niño de tres o cuatro años no tiene la edad suficiente como para saber quién es, e incluso para saber quién quiere ser.
Lo habitual es pensar que es un capricho, que está imitando algún patrón familiar, a la madre quizás, a una profesora, o a cualquier mujer o personaje ficticio que admira, y que disfruta haciéndose pasar por niña, hasta el punto de hacer creer a los padres que de verdad lo es, que quiere serlo.
Pero para dar una opinión, claro, tendríamos que conocer a Lucía y ver cómo es su día a día, y ver cuán segura está de que es una niña y no un niño, lo feliz que le hace que le llamen así y, por el contrario, saber cómo se sentía (o se siente) cuando aún alguien le dice o recuerda, de algún modo, que era un niño.
Y sabiendo esto, si se tiene claro que ella lo siente así, lo más lógico es apoyarle y estar ahí con ella para lo que haga falta. Vamos, es que yo lo veo tan claro que me cuesta creer que haya un debate alrededor de esto, a pesar de que soy consciente de que lo hay. Basta con ver los comentarios a dicho artículo para tenerlo claro.
Y ojo, que esto no quiere decir que no sea duro. Nosotros hemos querido titular esta entrada empezando por ello, precisamente porque aunque hacia tu hijo lo tengas clarísimo, de cara a la sociedad, de cara al “qué dirán”, es una decisión muy complicada que no es más que el principio de lo que está por venir y de lo que Lucía va a tener que vivir.
¿Y si luego de mayor vuelve a pensar que debería ser Luken?
Seguro que es la segunda pregunta que más se hace la gente... porque si por la edad que tiene podría ser un capricho y los padres atienden a esa demanda, la consecuencia puede ser esta, que Lucía de mayor cambie de opinión y quiera ser de nuevo Luken.
Pues si esto sucediera, los padres harían lo necesario para revertir la situación. Pero no tiene por qué suceder, y de suceder no tendrían nada que echarse en cara. Ellos han escuchado a su hija en todo momento y le han permitido que vaya definiéndose en base a lo que le hace sentir más cómoda, que no tiene por qué ser siempre lo mismo.
Hay personas transgénero que lo son porque no se sienten a gusto con el cuerpo que tienen y la identidad que se les asigna, que deciden cambiar para tener el otro género y que acaban por darse cuenta de que, aunque allí están más cómodas, tampoco se sienten completamente representadas. Y es que vivimos en una sociedad con unos roles a veces tan definidos, que lo que sale de ahí no es siempre bien aceptado y que puede no ser compartido por algunas personas.
Dicho de otro modo, puede ser que llegue un día en que Lucía sienta que no está a gusto siendo Lucía, pero siga siéndolo porque, ante la posibilidad de ser Luken de nuevo, lo prefiera. O no, es posible que no llegue ese día y que la niña sea feliz siempre siendo Lucía, y quizás entonces todos tengan que callarse y confirmar que lo mejor que pudieron hacer estos padres fue permitir a su hijo ser quien sentía que debía ser.
Foto | Francisco Orosio
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