No prometas a tu hijo algo que sabes que no vas a cumplir

¡Qué levante la mano quien no haya hecho alguna vez una promesa a su hijo  sabiendo perfectamente que no iba a cumplirla!

Ya sea porque lo que estamos prometiendo es imposible de cumplir, porque la promesa la dijimos en un momento de debilidad o porque esa promesa es fruto de un chantaje encubierto, son muchas (¡demasiadas!) las veces que prometemos algo a los niños y luego no lo cumplimos.

Pero, ¿te has parado a pensar en cómo las falsas promesas pueden afectar a la relación con tu hijo y la confianza que tiene depositada en ti?

¿Por qué los padres prometemos cosas que luego no cumplimos?

Vamos a recrear una escena que seguro que a más de uno le resulta familiar:

Estamos paseando con nuestro hijo por la calle, cuando de pronto ve en el escaparate de una tienda su muñeco favorito. Se abalanza contra el cristal y gritando nos suplica que se lo compremos.

Pero nosotros, a pesar de no tener ninguna intención de comprarle el muñeco, le prometemos que se lo compraremos más tarde. Nuestro hijo se queda satisfecho y feliz con nuestras palabras, deja de gritar y nos vuelve a dar la mano para continuar el paseo.

¿Por qué hemos hecho eso? Quizá, las razones más comunes sean estas:

Este ejemplo del muñeco podemos extrapolarlo a cualquier otra situación en la que de antemano estemos prometiendo algo a nuestro hijo sin ser conscientes del alcance de nuestras palabras, y sabiendo que lo que estamos diciendo no vamos a cumplirlo, por un motivo u otro.

Pero aunque para nosotros esa promesa sea algo trivial, para el niño es sagrada, pues viene de boca de las personas que más quiere en el mundo, en quien más confía y sus principales referentes.

Así se siente el niño ante las promesas incumplidas de sus padres

Cuando el niño se da cuenta de que sus padres no van a cumplir la promesa que le han hecho, lo más probable es que se sienta triste, dolido y enfadado.

Prometer algo a nuestro hijo que sabemos que no vamos a cumplir es mentirle de forma descarada, y descubrir una mentira provoca en el otro sentimientos muy desagradables.

Pero además de la tristeza y la decepción, el niño se sentirá tremendamente defraudado o desilusionado al descubrir que las personas en quien más confía le han traicionado.

Si además, no es la primera vez que sucede algo así (es decir, a menudo le prometemos cosas que no cumplimos), la decepción será cada vez mayor hasta que llegue un punto en que nuestra credibilidad quedará en entredicho (la típica frase: "¡ya no te creo! Siempre me dices lo mismo y luego no lo cumples").

A la larga, todo ello acaba afectando de un modo u otro a nuestra relación y a esa conexión entre padres e hijos por la que siempre abogamos acaba por verse resentida.

Y es que si los padres queremos que nuestros hijos confíen en nosotros, que nos pidan ayuda cuando lo necesiten, que no nos mientan y que nuestra relación se base en el respeto y la confianza, debemos ofrecerles lo mismo a cambio.

Pero si quebrantamos estos principios básicos con mentiras y reiteradas promesas incumplidas, no solo estaremos propiciando el distanciamiento con nuestros hijos, sino que les estaremos dando mal ejemplo a la hora de relacionarse con los demás, pudiendo incluso llegar a normalizar una actitud (la de prometer cosas que luego no se cumplen) que no debería ser así.

Por el contrario, cuando prometemos algo que cumplimos no solo estamos dando un ejemplo maravilloso a nuestro hijo sobre la importancia y el valor que tiene la palabra, sino potenciando su desarrollo emocional (se sentirá más feliz, confiado y seguro) y educándole para ser una persona íntegra.

Esto no significa que debamos decir que sí a todo lo que nos piden los niños por temor a defraudarles, sino que se trata de ser conscientes del valor que tienen las promesas y prometer solo aquello que vayamos a cumplir; tanto por el bien de nuestro hijo, como por nuestra propia imagen  y nuestra relación con ellos.

Cómo debemos actuar si ya hemos prometido algo que no vamos a cumplir

Si estás leyendo esto y te sientes mal porque te ves reflejado en el texto, lo primero que debes hacer es liberarte de ese sentimiento de culpa. Todos cometemos errores alguna vez, pero lo importante es no quedarse estancados en esa culpabilidad y avanzar para conseguir cada día una mejor versión de nosotros mismos.

Así pues, si has hecho una promesa a tu hijo que no vas a cumplir y ahora no sabes cómo solucionarlo, te dejamos algunos consejos que podrían ayudarte a afrontar la situación:

1) Habla con tu hijo y discúlpate

Lo primero que hay que hacer es hablar con tu hijo con naturalidad y sinceridad acerca de aquello que le prometiste, y pedirle disculpas por no poder cumplirlo.

Puedes decirle que lamentas mucho haber prometido algo que no puedes  cumplir o que en ese momento no pensaste lo que decías y que después te has dado cuenta de que es una promesa inalcanzable -por el motivo que sea-.

Hazle ver que entiendes perfectamente que esté enfadado contigo porque tú te sentirías igual si descubrieras que alguien en quien confías te ha mentido. Pero prométele que no volverá a ocurrir y que vas a intentar buscar una solución alternativa.

2) Repara tu error

Una vez te hayas disculpado, intenta reparar tu error. Recuerda que los padres somos el espejo en el que nuestros hijos se miran, por lo que si queremos que ellos aprendan a responsabilizarse de sus errores y a buscar soluciones, nosotros debemos hacer lo mismo.

Volviendo al ejemplo del muñeco, puedes decirle que sientes mucho no poder gastarte ese dinero en comprárselo, pero a cambio se te ocurre que podéis dibujarlo juntos o intentar hacerlo en plastilina. Así, además de pasar un rato divertido en familia, tu hijo se dará cuenta de que lo más valioso no es el muñeco en sí, sino el tiempo de juego compartido con papá y mamá.

3) Explícale que las promesas siempre deben cumplirse

Pero el hecho de haber cometido un error prometiendo algo que no vas a cumplir no significa que vaya a suceder lo mismo de ahora en adelante. Por eso, hazle ver a tu hijo que las promesas son sagradas y que siempre deben cumplirse.

Explícale que has aprendido de tu error y que a partir de ahora lo que prometas lo vas a cumplir porque te comprometes a ello, de la misma forma que esperas lo mismo de los demás.

4) No prometas cosas que no vas a cumplir

Dicho lo anterior, es importante que tú también entiendas que no debes prometer cosas que sabes que no vas a cumplir.

En este sentido, conviene que hagas un ejercicio de reflexión para averiguar el motivo por el que prometiste algo que luego no cumpliste. Por ejemplo: ¿Te cuesta decir 'no' a tu hijo cuando la situación lo requiere? ¿Intentas evitarle la frustración y por eso le prometes siempre todo? ¿Temes que estalle en una rabieta si no le das lo que te pide? ¿Lo dijiste sin ser conscientes de lo que decías, porque estabas distraído y no le estabas prestando la debida atención?...

Este ejercicio no solo te ayudará a evitar caer en el mismo error la próxima vez, sino que te permitirá trabajar para mejorar aquellos aspectos de la crianza y educación que consideres.

En resumen, las promesas que le hagas a tu hijo son sagradas y debes cumplirlas. Por eso, si sabes de antemano que no vas hacerlo, simplemente no lo prometas y enfrenta la situación con sinceridad y honestidad.

Fotos | Foto de portada de Tatiana Syrikova en Pexels, Pixabay, iStock

En Bebés y Más | Las mentiras de los niños no son malas, son un signo de progreso cognitivo

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