Este comportamiento continuado puede indicar algún tipo de malestar, pero esto sólo es en casos extremos, la mayoría de los niños que reaccionan de esta manera es porque tienen una gran vitalidad y todavía no saben controlarse. De todas maneras es recomendable intentar enseñar un poco de autocontrol, ponerle unos determinados límites, que entienda que no pueden complacerse todos sus deseos y sobre todo, enseñarle a respetar a los demás. Nuestra actitud marcará mucho el comportamiento del pequeño, explicarle qué está bien y qué no lo está, demostrarle que no se pueden tolerar explosiones de rabia o prepotencia para con los demás por no satisfacer sus deseos. Una solución es pedir, por ejemplo, el juguete de su amiguito para que se lo deje, siempre con amabilidad y respeto.
Demostrarle que no flaquearemos ni toleraremos el tipo de actitud que él tiene, le hará entrar poco a poco en razón, para al final descubrir que es mucho mejor este modo de comportamiento que el que solía tener.