Ni helicóptero ni quitanieves: los padres faro son los que tienen hijos más seguros

Ni helicóptero ni quitanieves: los padres faro son los que tienen hijos más seguros
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En los últimos años se han ido conociendo términos nuevos para estilos de  crianzas que, en realidad, llevan 'toda la vida' haciéndose. Términos como "padres helicóptero" o "padres quitanieves", por ejemplo, que son estilos que buscan proteger y facilitar al máximo la vida de los hijos, eliminando cualquier obstáculo que puedan encontrar en su camino.

Sin embargo, estos enfoques pueden tener un impacto negativo en el desarrollo emocional y la confianza de los niños. En contraposición, surge el concepto de los "padres faro", un estilo de crianza que busca ofrecer seguridad y guía sin sobreproteger, fomentando la independencia y resiliencia de los pequeños.

Y es este estilo, el de los "padres faro", el que resulta más efectivo para criar hijos seguros de sí mismos y emocionalmente estables. Descubre por qué.

Padres helicóptero y quitanieves: los riesgos de hacer demasiado

El estilo de crianza de los "padres helicóptero" y "padres quitanieves" se caracteriza por un control excesivo y la eliminación de cualquier posible fuente de sufrimiento o error.

Estos padres, en su afán por evitar que sus hijos sufran, intervienen constantemente: desde organizar los deberes, hablar con los profesores a todas horas o hasta intervenir en las relaciones sociales de sus hijos para solucionar conflictos.

Y aunque, por supuesto, la intención es buena, el resultado es que los niños pueden acabar creyendo que no son capaces de resolver problemas por sí mismos. De esta forma, este modelo fomenta la dependencia y, paradójicamente, incrementa la ansiedad, ya que los niños no desarrollan las habilidades necesarias para enfrentar los desafíos de la vida cotidiana.

¿Qué es un padre faro?

Los "padres faro", por el contrario, adoptan un enfoque más equilibrado. El término, acuñado por el pediatra Kenneth Ginsburg, describe a aquellos padres que, al igual que un faro, ofrecen una guía constante desde la distancia, ofreciendo seguridad y límites, pero sin intervenir directamente en cada paso del camino.

Estos padres permiten que sus hijos 'naveguen' por sus propia vida (con todo lo que conlleva: problemas, aprendizajes, oportunidades...), con la confianza de que estarán ahí si realmente necesitan ayuda, pero sin intentar resolver todos sus problemas.

Por poner un ejemplo, imaginemos a una niña que llega a casa frustrada porque está haciendo todo el trabajo de un proyecto grupal en la escuela. Un padre helicóptero podría inmediatamente proponer soluciones, como escribir un correo a la profesora o exigir que se reconozca el esfuerzo de su hija.

En cambio, un padre faro escucharía a su hija, validaría sus emociones y le preguntaría qué piensa hacer al respecto. De esta manera, la niña aprendería a reflexionar sobre la situación y a encontrar soluciones por sí misma, ganando confianza en su capacidad para gestionar conflictos o situaciones incómodas.

Beneficios de ser un padre faro: autoestima y seguridad

Uno de los mayores beneficios de este estilo de crianza es que fomenta la resiliencia en los hijos. Los niños que tienen la oportunidad de enfrentarse a dificultades, equivocarse y aprender de sus errores, desarrollan una mayor fortaleza emocional y autonomía.

Al mismo tiempo, estos padres enseñan a sus hijos que confían en ellos, lo que refuerza su autoestima y les da seguridad para enfrentar retos futuros. Además, este enfoque reduce el estrés tanto para los hijos como para los padres. Los padres faro no sienten la presión de tener que resolver cada pequeño problema de sus hijos, y esto les permite disfrutar de una relación más relajada y positiva.

Por otro lado, en lugar de centrarse en soluciones rápidas, los padres faro se enfocan en el desarrollo a largo plazo de sus hijos, sabiendo que permitirles equivocarse hoy les ayudará a ser adultos más preparados y felices en el futuro.

La importancia de escuchar

Una de las claves de este estilo de crianza es la capacidad de escuchar. A menudo, los padres tienden a querer solucionar rápidamente cualquier problema que se presente, pero en muchos casos, lo que los niños realmente necesitan es ser escuchados.

Escuchar con paciencia permite que los hijos expresen sus emociones y encuentren sus propias respuestas. Así, un padre faro no se lanza a corregir o a imponer soluciones, sino que se mantiene presente, proporcionando apoyo emocional y permitiendo que los hijos tomen sus propias decisiones. Esto no significa abandonarles, sino estar ahí, listos para guiarles si lo necesitan, pero sin intervenir innecesariamente.

Qué dicen las investigaciones de los padres faro

En la década de 1960, la psicóloga Diana Baumrind describió tres estilos de crianza, que los investigadores basados en su trabajo finalmente ampliaron a cuatro: autoritario, permisivo, no involucrado y authoritative (en inglés; que sería el equivalente a los padres faro).

Pues bien, según las investigaciones, citadas en un artículo de Russell Shaw, director de la escuela Georgetown Day School en Washington, D.C., este estilo de crianza produce los mejores resultados para los niños y tiende a producir adultos felices y competentes.

Por otro lado, en un estudio en el que se empleó el Programa de Crianza Lighthouse (basado en este estilo de crianza), se encontró que este modelo  reduce las conductas coercitivas de los padres y los problemas de los niños y genera una mejor relación entre padres e hijos y un mejor ajuste psicológico y de la salud mental de los padres.

Este tipo de modelo de crianza, según los estudios, combina intervenciones psicoeducativas y psicoterapéuticas para mejorar la mentalización parental y fortalecer las relaciones entre padres e hijos.

Para entender mejor su objetivo, mentalizar es la capacidad de inferir los estados mentales (emociones, pensamientos, creencias, necesidades, intenciones...) de uno mismo y los demás, estados que motivan el comportamiento, y de utilizar esta información para navegar por la interacción social. Es una capacidad que, según los estudios, juega un papel importante en la crianza y el desarrollo infantil, que además protege a los padres que crían bajo estrés.

Menos control, más seguridad

En definitiva, ser un "padre faro" implica encontrar el equilibrio entre ofrecer apoyo y permitir la independencia. Este estilo de crianza, basado en la confianza y el respeto, fomenta hijos más seguros de sí mismos y facilita una relación más sana entre padres e hijos.

Al confiar en que nuestros hijos puedan encontrar su propio camino, les damos las herramientas para ser adultos autónomos y resilientes. Así, en lugar de sobreproteger, les ofrecemos algo mucho más valioso: la oportunidad de crecer.

Foto | Portada (Montaje propio; Freepik)

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