Cuando escuchamos la palabra 'violencia' nos viene a la mente la violencia física, pero no solo son golpes o empujones. Al principio de las relaciones, y sobre todo en los primeros amores adolescentes, se manifiesta de manera más sutil, por lo que es posible que la joven que sufre el maltrato no sea consciente.
Así lo advierte el psicólogo Luis Antón, es igual de dañina, si no más. Así que Bebés y Más le ha pedido que nos explique qué señales pueden alertar a unos padres de que su hija adolescente puede ser víctima de violencia de género y qué pueden hacer para ayudarla.
Violencia de control
El psicólogo de IPSIA aclara que "existen muchos tipos de violencia machista y que no tienen por qué implicar agresión física".
El estudio 'La percepción de la violencia de género en la adolescencia y la juventud', elaborado por el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, puso de manifiesto que "la violencia contra la mujer en sus distintas manifestaciones pervive entre la juventud y la población escolar española".
De hecho, un 21% de las jóvenes de 16 a 19 años ve aceptable que su pareja "les controle", mientras que esta cifra baja a un 9,6% en edades superiores.
Eso significa que las chicas y chicos no consideran que el control sea un tipo de violencia de género, ya que, según el estudio, un 96% de las adolescentes y un 92% de los adolescentes la consideran violencia de género.
Así es el maltrato en adolescentes
La violencia más característica en las relaciones entre adolescentes implica, la mayoría de las veces, comportamientos que tienen como objetivo controlar y aislar a su pareja de amistades y familia, como por ejemplo:
Leer los mensajes privados de su novia.
Llamar constantemente por teléfono para preguntar con quién está, dónde se encuentra o qué hace.
Comprobar, incluso a través de geolocalización o de sus publicaciones en las redes sociales, si es verdad lo que su pareja le ha contado.
Intentos de aislamiento, no permitiendo que su pareja salga con amigos o que se relacione con ciertas personas.
Explosiones de celos, cada vez más frecuentes.
En algunos casos, también insultos, humillaciones, comentarios en las redes sociales o amenazas a través de mensajes privados.
Señales de alarma
Explica Luis Antón que "es muy probable que los adolescentes no sepan que ese control de la pareja es un error en la relación y que precisamente la víctima sea la última en enterarse".
Las jóvenes aceptan este tipo de comportamientos de control y celos, e incluso algunas lo perciben como una muestra de amor de su pareja.
A falta de experiencia personal y sin educación enfocada a la promoción de relaciones saludables, los jóvenes se fijan en las series y los realities de televisión, que muestran este tipo de conflictos pasionales en la pareja. Por eso, insiste el psicólogo, "es importante que los padres apuesten por la comunicación abierta con su hija para detectar posibles malos tratos".
En la gran mayoría de los casos se trata de la primera pareja que tienen y no saben identificar los actos del otro como violencia de género, y a veces lo confunden con amor.
Algunas señales que deben levantar sospechas son:
- Cambios de comportamiento en la adolescente.
- Síntomas de ansiedad.
- Excesivo nerviosismo o alteración cuando suena el móvil.
- Que deja de hacer cosas que antes le gustaban
- Sale poco o nada con sus amigos de siempre.
Perfil del maltratador y de su víctima
Según explica Luis Antón, los agresores suelen ser chicos que puntúan en baja autoestima, satisfacción vital y en implicación comunitaria.
"Sí cursan alto en sintomatología depresiva y reputación ideal no conformista (rebeldes)", añade. Según el estudio 'Guerra en las Aulas', de Nora Rodríguez, parece ser que "estos maltratadores utilizan esa estrategia para conseguir reputación social, reconocimiento, fama y estatus".
Y atacan sobre todo, argumenta el psicólogo, "a chicas con grupos sociales y familiares menos enlazados, con autoestima baja, con problemas de imagen y dependencia emocional".
Cómo pueden los padres gestionar el tema con su hija
Tienen que ayudarle a que identifique el maltrato y el control, y que note los momentos que le quita de libertad y de las cosas que antes le gustaban hacer.
Deben ayudar a su hija a localizar esas manifestaciones de celos y hacerla entender que eso no es amor, sino control del agresor.
Sin duda, explica el psicólogo de Ipsia, se trata de una tarea difícil, ya que **normalmente los padres son conscientes del problema cuando el agresor ya ha hecho su trabajo de aislamiento*, convenciéndola que nadie la quiere como él.
De ahí la importancia, añade, de que "el trabajo de comunicación sea diario, sin tensar mucho la cuerda y que la relación padre-hija empeore aún más".
Si la situación es muy complicada, hay que tomar cartas en el asunto cuanto antes, asegura Luis Antón, quien apuesta por acudir a un psicólogo especializado en adolescentes como la opción más rápida.
Y finaliza advirtiendo de la importancia de enseñarle cómo actuar en caso de que vuelva a ponerse en contacto con ella, ya que en ocasiones la víctima cree que su agresor puede cambiar y se plantea volver con él.
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