¿Tienes un hijo que se pasa el día metido en su habitación y no sale nada más que para ir al baño o al colegio? ¿Te cuesta lograr que se siente a la mesa con vosotros y cuando te descuidas se lleva la comida a su cuarto? ¿Solo habla con sus amigos a través de la videoconsola o el ordenador? Si es así, te interesa seguir leyendo, porque puede que sea un niño Hikikomori, también conocido como 'niño caracol'.
Se trata de niños y adolescentes que cuentan con todo tipo de avances tecnológicos en su habitación y se aíslan allí, por lo que su socialización pasa a ser completamente digital.
"Más frecuente en preadolescentes y adolescentes"
El término japonés Hikikomori significa literalmente "aislamiento social agudo" y se usa para referirse a personas que han elegido abandonar la vida social.
Así lo describe la psicóloga infantil María Luisa Ferrerós, en su nuevo libro "Dame la mano".
Este fenómeno que ya ha llegado hasta nuestras puertas, sobre todo agravado a causa del duro confinamiento domiciliario por la pandemia del coronavirus, es uno de los puntos que trata en esta guía emocional "pensada para mejorar nuestra vida familiar".
Explica la experta en educación que este llamado síndrome puede aparecer entre los 8 y los 10 años, aunque es más frecuente en preadolescentes y adolescentes.
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Señala que se utiliza el término 'niños caracol' para los menores que no salen de su habitación, ya que allí tienen acceso completo a su mundo virtual: internet, ordenador, tablet, móvil... "No salen de su cuarto para nada, ni para ir a la escuela".
Añade la psicóloga que aunque este síndrome surgió en Japón, poco a poco se ha ido extendiendo por el mundo. Por suerte, "en España se han empezado a ver algunos casos pero han sido reversibles de forma poco traumática". Y explica por qué:
"Aquí tenemos unas condiciones que lo evitan de forma natural: un clima amable que incentiva salir a la calle, y nuestras ciudades pequeñas, son mas amables, sin tantas aglomeraciones y con mucha vida al aire libre".
Estas condiciones, dice que son mucho menos propicias en Tokio, una ciudad con 13 millones de habitantes en el centro y 40 millones en el área metropolitana: "Mucha densidad de población que puede asustar a los niños por la inmensidad y aglomeraciones que se provocan"
Falta de autoestima, súper protección...
La protección que sienten detrás de sus pantallas, en un mundo virtual que controlan muy bien, les hace poco a poco incrementar el pánico a la interacción real, por inseguridad, falta de autoestima. En Japón, se da entre familias con hijos únicos muy sobreprotegidos, que siempre han evitado el contacto social, que viven en grandes ciudades y en chicos que desde pequeños han sido incentivados con “gadgets” electrónicos (tableta, móviles, ordenador...) como únicos juegos.
Añade la psicóloga que es muy habitual entre los niños la atracción por las pantallas, porque son multisensoriales e interactivas y se les 'premia' cuando ellos cliquean.
"Las máquinas reaccionan con sonidos, imágenes, ganan puntos o descubren nuevos escenarios que producen una gran expectativa, así que continúan cliquendo. Y esto les limita sus experiencias reales, la interacción social real y los aísla en un mundo virtual, evitando que desarrollen sus habilidades y estrategias de comunicación real".
Además, "como las máquinas no saben interpretar el lenguaje gestual, el no verbal, se pierde el verdadero significado de una conversación" por lo que puede dar lugar a malentendidos entre los miembros de una charla virtual, y provoca que los niños se sientan aún más vulnerables.
Ante las señales de alerta, "¿apagamos y jugamos juntos?"
Como ocurre con otros síndromes o actitudes equivocadas entre los menores, existes algunas señales que pueden indicar a los padres que algo no marcha bien. María Luisa Ferrerós habla de:
Todos aquellos cambios de actitud en los que el niño deja de hacer sus actividades reales, como quedar con sus amigos o ir a jugar, por quedarse en la habitación conectado.
Cuando se le propone hacer algún plan divertido, como ir de excursión, y él no quiere venir porque esta acabando una partida o viendo una serie y no es capaz de poner el “pause” y apagar sus aparatos para hacer alguna actividad real.
Cambios de humor: un niño risueño que ahora esta malhumorado, que comía bien y ahora solo quiere patatas y aperitivos o chuches, que deja de jugar, hablar, dormir...
Pero la experta nos da pautas para no llegar a estas situaciones límites:
- Evitar todo lo posible los “gadgets” electrónicos para distraerlos y que no molesten, como por ejemplo en los restaurantes, "algo que se ve mucho más de lo que sería deseable".
Aprovechar las comidas en familia para hablar con nuestros hijos, conocer sus opiniones y las cosas que les preocupan. Para lograrlo, podemos colocar todos los teléfonos (incluidos los de los padres) en una cestita, y sentarnos a la mesa sin Wifi ni televisión.
La televisión, las tabletas o los móviles son instrumentos que tenemos que utilizar en positivo, ya que existen muchas aplicaciones y juego educativos fantásticos con los que pueden interactuar y que pueden ser una fuente de aprendizaje social e intelectual.
Tenemos que insistir en llevarles al parque para que jueguen con otros niños e invitar a amigos y vecinos a casa cuando el clima no lo permite.
Es importante implicar a los hijos en la vida familiar: cocinar juntos, repartirnos las tareas, compartir, hacer excursiones, descubrir cosas con ellos y darles a elegir el "¿apagamos y jugamos juntos?".
Evitar que nuestros hijos dispongan de tele o teléfono en su cuarto, y "centralizar su uso en lugares neutros", como el salón, que es de todos.
Visto lo visto, como madre interiorizo sus consejos para evitar el aislamiento de mi hijo, ya que "aunque los niños caracol son un caso extremo en nuestra sociedad, no por ello deja de ser preocupante".
Fotos | iStock
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