Ser madre y ser padre es un "título" que uno no alcanza hasta que nace el bebé, aunque sí es cierto que las mujeres empiezan a serlo antes porque saben que dentro crece una pequeña vida que pronto llegará, y día a día se sienten más responsables y se preocupan más por tenerlo todo preparado para ese momento.
Hasta ese día, la mayoría de conversaciones de pareja van relacionadas con lo que hay que comprar y preparar, y en cómo serán las dinámicas cuando los permisos de paternidad y maternidad finalicen.
Y quizás haya algo más importante de lo que hablar: sobre las expectativas de cada uno, y lo que piensan que pasará, porque tener un hijo es para toda la vida y aún quedan padres que piensan que cuidar de los hijos es cosa de ellas.
El primer mes de permiso
Desde hace un tiempo el permiso de paternidad es de cuatro semanas, y esto es un gran avance porque así los padres pueden estar con la madre y su bebé, y evitan algo que siempre ha sido un problema evidente: la soledad de las nuevas madres.
Gracias a esas cuatro semanas los padres pueden conocer de primera mano cuáles son las necesidades del bebé, cuáles sus reclamos, y cuál es la implicación que requiere por parte de sus cuidadores. Dicho de otro modo, por fin los padres pueden ver que criar de un bebé requiere de muchas horas de dedicación, que cansa, y que lo último que tiene que hacer una madre, si necesita descansar, es ponerse a hacer cosas en casa.
Es más, es que para eso está el permiso de paternidad: no es para que aproveches a avanzar en la partida de la Play, ni para que te hagas un maratón de series o salgas a ver a los amigos. Es para que hagáis equipo y, si mamá está con el bebé, tú estés con la casa. Y si en algún momento eres tú quien se queda con el bebé, que mamá decida si es el momento de pegarse una ducha y renovar energías por ahí, o echarse a dormir un rato y renovar energías de este otro modo.
Cuando acaba el permiso
Una vez pasan las cinco semanas de permiso de paternidad, la mayoría de hombres vuelven al trabajo y mamá se queda sola ante el peligro. Gracias a que ya saben de qué va el tema, al llegar a casa no les preguntarán a sus parejas cómo es posible que esté todo por hacer, si ellas no trabajan. Y así ellas no tendrán que responder que sí trabajan, cuidando de los bebés, pero que nadie les paga por ello.
Y así, los padres responsables se acercan a su mujer y su bebé, y tras darles un beso a cada uno (imagino), llega el momento de preguntar qué corre más prisa en casa: ¿Te lo cojo, que duerme, y te duchas? ¿Te lo cojo y haces otra cosa? ¿Voy a comprar? ¿Recojo los platos? ¿La lavadora? ¿La ropa?
Y si no hay nada urgente, o preferente, podrán empezar con cualquiera de esas cosas, para pasar a la siguiente, y luego la siguiente, hasta que el bebé esté un poco despierto y acepte que papá lo coja, le diga cositas, y poco a poco se vayan conociendo y queriendo.
Hablar antes, para llegar a esto
Pero como digo, para llegar a esto, muchas veces, tiene que haber existido una conversación previa en la que ella y él hablen sobre ello. Que se cuenten un poco cuáles son las expectativas para el momento en el que nazca el bebé, cómo lo imagina cada uno y qué proyectos o costumbres tendrán quizás que dejar para conseguir tiempo disponible; que hablen de cómo creen que les cambiará la vida, cómo creen que reaccionarán si el niño llora mucho, o llora poco, o si se despierta tanto que les empiece a afectar de algún modo por el día...
Y es que hablarlo ayuda a aclarar ideas. A que el que tiene más información de los dos (habitualmente la madre), explique un poco cómo puede llegar a ser cuidar de un bebé. Que es cierto que no lo sabes hasta que te lo encuentras, pero la adaptación es más fácil si tienes la información.
Cuando esta conversación no se da, son demasiadas las veces que los padres piensan que lo de cuidar de un bebé es algo de unas pocas semanas, y que luego ya es mucho más fácil porque ya no son tan dependientes y apenas roban tiempo. O peor, son muchos los que piensan que cuidar del bebé es cosa de ellas. Y en estas, siguen tratando de hacer sus vidas tal cual eran antes de ser padres.
Pero no, ser padre es para toda la vida, y los primeros meses, e incluso años, son de mucha dedicación, porque tu hijo te necesita. Te necesita para que lo cuides, y para que le demuestres que eres algo más que un hombre que vive en su misma casa: ese que se compromete a tener tiempo para su hijo, dedicación, mucha paciencia, y un montón de cariño y amor para hacerle sentir querido.
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