Los niños, al igual que los adolescentes y los adultos, tienen la necesidad natural de pertenecer a un grupo, de sentirse queridos, valorados y tenidos en cuenta. Pero tristemente, los adultos que nos encargamos de la crianza y educación de los niños no siempre somos capaces de 'conectar' con ellos, por lo que desde muy pequeños aprenden a convivir con la sensación de no sentirse vistos.
Para el psicólogo y psiquiatra austriaco, Rudolf Dreikurs, esa falta de conexión y pertenencia sería la causante de los malos comportamientos infantiles. Si somos capaces de ver más allá de la conducta del niño y satisfacer la necesidad innata de pertenencia, el comportamiento del niño mejoraría.
El mal comportamiento y la necesidad de pertenecer
¿Cómo te sentirías si acudieras a una fiesta en la que todo el mundo te ignorara? ¿Qué sensación te produciría estar en una reunión de trabajo en donde tus aportaciones no fueran escuchadas? ¿Y si quisieras ayudar en algún proyecto laboral, pero tuvieras la sensación de ser invisible ante tus compañeros?
A ninguno nos gusta sentirnos ignorados o invalidados, y como seres sociales que somos buscamos continuamente la aceptación de nuestro grupo mediante las aportaciones y la conexión.
A los niños les ocurre exactamente lo mismo, aunque entre ellos y nosotros hay una diferencia: su inmadurez y falta de habilidades sociales les lleva a buscar el reconocimiento y la conexión que han perdido de una forma poco adecuada; lo que los adultos llamamos "malos comportamientos".
Por eso siempre insistimos en la importancia de ver más allá de la conducta, visualizando el comportamiento del niño como la punta de un iceberg que esconde debajo una necesidad que no está siendo atendida.
En este sentido, es lógico pensar que corregir el comportamiento del niño a la fuerza, mediante castigos, chantajes o incluso premios que condicionen su conducta, no solucionará el problema de fondo: un problema derivado de la falta de conexión, seguridad, afecto y comprensión.
Si tu hijo tiene mal comportamiento, prueba a hacer esto
Una vez que el adulto comprende la raíz del 'mal comportamiento' infantil, es más fácil entender por qué no debemos precipitarnos a corregir sin conectar previamente con el niño y satisfacer esa necesidad de pertenencia.
Estos son los cuatro pasos previos a la corrección:
1. Respira y controla tus emociones. Entender que tu hijo no se está comportando mal a propósito o con el objeto de molestarte es el primer paso para conectar con sus necesidades. También es importante que estés calmado a la hora de dirigirte al niño y sepas hacerte cargo de tus propias emociones sin responsabilizar a tu hijo de ellas.
2. Ponte a la altura de tu hijo, mírale a los ojos y conecta con él/ella; con ese niño inseguro, frustrado, triste o desalentado porque siente que ha perdido el sentido de pertenencia que todos necesitamos satisfacer.
3. Practica la escucha activa, sin interrupciones, juicios ni presuposiciones. Mediante preguntas de curiosidad averigua los motivos que han llevado a tu hijo a comportarse como lo hecho.
4. 'Me importas y te amo' es el mensaje principal que debes transmitir a tu hijo. Hazlo con palabras, pero también con gestos. Abrázalo, háblale con amor, empatía y respeto, y hazle ver que estás a su lado para ayudarle a calmarse y a buscar solución a los problemas.
Estos cuatro pasos te ayudarán a conectar con tu hijo, y desde esa conexión corregir su mal comportamiento de una forma respetuosa y positiva. Enseña a tu hijo a responsabilizarse de sus actos, reparar sus errores y si fuera necesario, volved a repasar juntos los límites.
Por último, recuerda fomentar cada día el sentido de pertenencia de tu hijo, involucrándole en las dinámicas familiares, escuchando y respetando sus opiniones, fomentando su autonomía y haciéndole sentir válido e importante.
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