Ya eres padre, ya sabías de antemano como iba a ser tu bebé, ya sabes cómo conocerle un poco mejor y a la llegada de esta nueva personita se le sucede un fenómeno llamado efecto imán que hace que vengan a veros ciento y la madre, es decir, muchas visitas, que hacen mucha ilusión (o no) pero que a veces agobian un poco.
Mi recomendación, que es lo que haremos para nuestro segundo hijo, es marcar un horario de visitas, por ejemplo, hasta las 18 de la tarde barra libre (por si se alarga hasta las 19), luego se cierra el chiringuito. No creo que sea una medida muy popular, pero sí creo que es fácil de entender.
Tu pareja estará cansada, el bebé también y probablemente tú también, aunque menos.
Por la mañana suelen estar más o menos descansados, así que es buen momento para recibir algunas visitas. A mediodía no suele venir mucha gente, más que nada porque es la hora de comer. A media tarde también es un momento adecuado, pero claro, la gente está trabajando, por la novela o echando siesta, así que vienen después, por la tarde, cuando todos están ya disponibles. Pues bien, por la tarde, digamos, a partir de las 18-19 es precisamente el momento en que el bebé y tu pareja menos ganas tienen de que haya bullicio. El bebé se pone nervioso, tu pareja que le quiere dar el pecho pero le da cosilla porque cada vez que lo hace se apelotonan 4 o 5 cabecitas a mirar como el niño mama y a dar consejos cada uno diferente: “no niña, así no", “haz la tijera, nena, la tijera", “póntelo así o asá", "estás nerviosa y le estás pasando tus nervios por la leche", “tómate una sopa de caldo de almendra con espuma de cerveza y levadura de onagra hervida y verás como te sale leche", etc. etc. y tú ahí jijijaja con los familiares.
Todos con un calor del copón, porque aunque sea otoño y ni que sea invierno, tú puedes ir en manga corta y bermudas al hospital, que frío no pasas, y el bebé de mano en mano y tiro porque me toca.
Que esta es otra, quien vaya a coger al bebé debería ser alguien que os inspire confianza. Eso de que "los primitos quieren coger al nene", pues como que no, y el manazas de tu cuñao, ese que lo rompe todo, casi que tampoco. Una vez pasado el primer filtro, es muy importante que se laven las manos primero. Muchísimos virus se transmiten por contacto (por ejemplo el resfriado), y un recién nacido, por su sistema inmunitario inmaduro, no debería resfriarse.
Pues bien, una vez que todos se han ido los que se quedan ahí sois tu pareja, el bebé y tú. Y los que lo pagan son ellos dos. Cansados y agobiados. Ella con ganas de llorar por algo que no sabe muy bien explicar (como se dice comúnmente las hormonas están muy revolucionadas), el bebé nervioso también porque tiene calor, quizá hasta hambre, se quiere dormir, pero como le han puesto la cabeza como un bombo no puede, por eso no se agarra al pecho y por eso sigue llorando y al final llamáis a la enfermera que piensa que son cólicos porque al atardecer es cuando les pasa y "hazle masajes así, así como las agujas del reloj" o "lo mismo no te ha subido la leche y si quieres le damos un biberón…"
¡FRENAAA!
No digo que no sean lo que comúnmente se llama cólicos (que ya no se le llaman así), ni que a tu pareja le haya subido la leche o no. Pero lo que está claro es que en la habitación hay una mujer que acaba de parir hace 24-48 horas, que se ha tirado unas cuantas horas con contracciones y que está bastante exhausta, con las hormonas a flor de piel y un humor muy variable.
Si encima ha sido cesárea ni te cuento. Se trata de la única intervención de cirugía mayor en la que nada más operarla le dan a la mujer un bebé recién nacido al que tiene que cuidar, abrazar, coger, alimentar,… y en la que tiene que poner buena cara porque chica "¡¡si solo has parido!!".
Hay además un bebé que ha estado 9 meses nadando en la paz y el casi silencio de un medio flotante. Acurrucado, acunado, a oscuras. Ahora está fuera, con un pañal atado a su cintura, con un montón de ropa, un gorro, manos que lo mueven de un sitio a otro, aire que respirar, voces, olores, risas, calor, luz,… y se ponen nerviosos, y les cuesta relajarse otra vez.
Por eso es importante escuchar los deseos de tu pareja, pregúntale qué piensa del tema antes de parir, pregúntale qué piensa el día que estéis en el embolao, cómo se siente, cómo se encuentra y fíjate en qué hace tu bebé, si se queja, si llora, si luego está demasiado nervioso y actúa en consecuencia.
Ya habrá tiempo para reuniones y actos sociales, para visitas, para abrazos, regalos y enhorabuenas. Los primeros días son para vosotros, para disfrutar de ellos, del bebé.
Que tu pareja pueda darle el pecho sin pudor ni presiones, que el bebé pueda tomarse su tiempo, que podáis estar los tres juntos viviendo ese momento y que tú puedas estar por ella ("ponme esta almohada aquí, coge al bebé un momento, dame un masajito en los pies", jejeje). En definitiva, que los dos te necesitan y si hay mucha gente vas a tener que hacer de anfitrión de las visitas y no podrás hacer tu función de soporte paterno.
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