Hoy es el último día del año y antes de recibir al 2023 os proponemos hacer un ejercicio de reflexión y repasar el año que despedimos. Hacer balance de los logros conseguidos, las metas inalcanzadas y los propósitos para el nuevo año nos ayuda a tener una mejor perspectiva, y sobre todo a enfocarnos en aquello que podemos cambiar para ser más felices.
Estos son nuestros 11 propósitos familiares para un 2023 más feliz y pleno. ¿Tú también los compartes?
Pasar tiempo de calidad con los hijos
Para un buen desarrollo, personalidad y autoestima de nuestros hijos es fundamental que los padres les dediquemos tiempo cada día. Tiempo para jugar, para conversar, para escuchar, para hacer deporte juntos, para contarles un cuento... en definitiva, para crear momentos de conexión en familia.
El día a día de los adultos está cargado de compromisos y los problemas de conciliación laboral tampoco nos lo pone fácil. Pero la buena noticia es que nuestros hijos no necesitan largas horas de juego en familia, sino momentos cómplices, exclusivos y de calidad, que les recuerden lo mucho que los amamos.
Dejar las prisas a un lado y practicar una crianza más consciente
Los adultos vivimos en un mundo de prisas. La vorágine del día a día, las responsabilidades en las distintas parcelas de nuestra vida y los imprevistos que siempre surgen nos acaban engullendo de forma atronadora, obligándonos a activar el 'piloto automático' desde que nos levantamos y hasta que nos acostamos.
Pero vivir con prisas no solo nos provoca angustia y malestar, sino que además impacta de forma negativa en nuestra forma de criar y de relacionarnos con los hijos. Por eso, para el 2023 nos proponemos bajar la intensidad y ritmo de nuestro día a día y reconducir nuestra energía en pos de una crianza más consciente y sosegada.
Prestar más atención a la forma en la que nos comunicamos con los hijos
La forma que tenemos de comunicarnos con nuestros hijos influye mucho en su desarrollo psicológico. Así, los niños que reciben comentarios positivos, respetuosos, alentadores y dialogan en un ambiente abierto y de confianza desarrollarán una autoestima más fuerte y sana que aquellos que aquellos que reciben críticas, gritos o no cuentan con la atención de sus adultos de referencia.
Es muy importante que seamos conscientes de la forma en la que hablamos a nuestros hijos y desterremos todos aquellos 'enemigos de la comunicación' que nos alejan, desconectan y perjudican la confianza mutua.
Comer en familia
Las maratonianas jornadas laborales y el ritmo frenético del día a día hace que no siempre coincidan los horarios de padres e hijos en casa. Pero así como nos hemos propuesto pasar más tiempo de calidad en familia, también queremos proponernos compartir la mesa, pues es mucho más importante de lo que creemos.
Aunque cueste conciliar los horarios es importante que tengamos un tiempo al acabar la jornada para sentarnos a la mesa, disfrutar de la cena y conversar sin distracciones. Estos momentos juntos no solo son una excelente fuente de aprendizaje, sino una de las mejores formas de conectar y crear recuerdos en familia.
Cuidar nuestra relación de pareja
Si tenemos pareja y estamos criando juntos, es fundamental cuidar la relación y dedicarnos tiempo, pues no solo repercutirá positivamente en nuestro bienestar físico y emocional, sino también en nuestros hijos. Y es que los niños que viven en un núcleo familiar en el que reina la paz, el amor, la comunicación fluida y la unión entre sus padres, crecen felices, confiados y seguros de sí mismos.
No olvidemos que criar y educar es agotador y se requiere de tiempo y mucha paciencia, algo de lo que no siempre vamos sobrados. Y es precisamente cuando falta la paciencia y el cansancio físico comienza a hacer mella, cuando pueden surgir los conflictos con la persona que tenemos al lado.
Hablar siempre las cosas con respecto, cuidar los pequeños detalles de la relación y hacer planes juntos ayudará a fortalecer nuestra unión y ser mejores padres para nuestros hijos.
Dedicar tiempo al autocuidado
Por lo general, los padres y las madres siempre nos dejamos para el final. Bien sea porque nos autoexigimos demasiado, o porque es lo que la sociedad espera de nosotros, lo cierto es que rara vez pensamos en cuidarnos como nos merecemos. Sin embargo, para poder cuidar es necesario cuidarse, ya que si no lo hacemos, la relación con nuestros hijos y con quienes nos rodean podría verse afectada.
Por eso es importante valorar si realmente el tiempo que nos dedicamos al día es suficiente para aliviar la carga física y mental que tenemos, y si no lo es, buscar una solución desde el convencimiento de que estamos haciendo lo mejor para nosotros y para quienes nos rodean.
Valorar y agradecer lo que tenemos
Otro propósito que nos ponemos es el de reservar un rato cada día para agradecer y valorar en familia todo lo que tenemos; tanto aquellos aspectos más mundanos que con frecuencia pasamos desapercibidos (como tener comida en el plato, un techo bajo el que cobijarnos, ropa con la que vestirnos...), hasta otras cosas más trascendentales o que requieren de un mayor esfuerzo económico, como pueden ser unas vacaciones, la compra de un coche nuevo o una reforma para mejorar nuestro hogar.
También es importante poner en valor el trabajo que cada día hacemos todos los miembros de la familia en las diferentes parcelas de nuestra vida, así como valorar y agradecer el trabajo que realizan las personas que nos rodean.
Ser agradecidos y valorar lo que tenemos nos lleva a vivir de una forma más plena y positiva, al tiempo que inculcamos a nuestros hijos algunos de los valores más importantes de la vida.
Pasar menos tiempo conectado a las pantallas
No cabe duda de que las nuevas tecnologías tienen un valor incalculable, pero mal utilizadas también puede hacernos mucho daño.
Uno de los efectos negativos más visibles del abuso de las pantallas es que nos desconectan del mundo real y de las personas que nos rodean. No en vano, ya hace tiempo que se emplea el término de 'crianza distraída' para referirse a este fenómeno que tanto daño hace a nuestros hijos.
Por eso, este año queremos proponernos pasar el menor tiempo posible delante de las pantallas y ser más conscientes de todo lo que nos rodea, lo que sin duda acabará repercutiendo en nuestro bienestar y en el de las personas que queremos.
Salir de la zona de confort
Hacer pequeños cambios en nuestra rutina, animarnos a probar cosas nuevas, planear un viaje diferente o descubrir nuevas pasiones son solo algunas de las cosas que podemos hacer para salir de nuestra zona de confort y vivir nuevas experiencias en familia, que podrían llegar a resultar maravillosas.
Pero además, aventurarnos y hacer con nuestros hijos cosas diferentes a las que hacemos habitualmente también les ayuda a 'entrenarse' para adaptarse mejor a los cambios, y soltar apegos y dependencias que pueden ser perjudiciales para su sano desarrollo.
Vivir sin expectativas
Aunque está claro que no existen las madres ni los padres perfectos, muchos caemos en el error de tener ciertas ideas y planes sobre la vida con hijos que en ocasiones son bastante irreales o inalcanzables.
Estas falsas expectativas nos desconectan por completo de las necesidades de nuestros hijos, pues estamos más preocupados por compararnos con otros padres, comparar a nuestros hijos o guiarnos por las redes sociales, que mirar, escuchar y atender a nuestros hijos como lo que realmente son: niños y niñas únicos, especiales, incomparables y con sus propias necesidades.
Por tanto, entre nuestros propósitos de este año estará rebajar las expectativas y no autoexigirnos ser padres ni madres perfectos.
Preocuparnos menos y ocuparnos más
Con demasiada frecuencia caemos en el error de estar más pendientes del que dirán los demás que de actuar desde la propia conciencia y conexión. También es habitual anclarnos en la culpa y no avanzar, así como anticipar y preocuparnos por cosas que luego no pasan.
Este año queremos proponernos dejar nuestros miedos a un lado y vivir de una forma más plena y presente. Disfrutando del aquí y el ahora, preocupándonos menos y ocupándonos más.
Foto de portada | Frepik