Síndrome del bebé olvidado: por qué algunos padres olvidan a sus hijos dentro del coche (y por qué podría pasarte también a ti)
Son noticias trágicas que nos dejan sin palabras, y que desafortunadamente continúan sucediendo cada año: bebés y niños pequeños mueren al ser dejados dentro del coche. En la mayoría de los casos, esto suele ocurrir por un olvido de los padres, quienes horas después descubren horrorizados el terrible error que han cometido.
Al leer estas noticias, muchas personas reaccionan de forma juzgadora y piensan "eso nunca me pasaría a mí", pero en realidad, esto tiene un nombre: Síndrome del Bebé Olvidado, y es algo que podría pasarnos a todos, incluso al más amoroso, organizado y responsable de los padres.
¿Quién olvida a su hijo en el coche?
"Yo NUNCA podría olvidar a mi hijo en el coche", "¿Qué clase de padre se olvida que lleva a su hijo con él?", "Amo demasiado a mi hijo como para cometer un error así", "Las personas que olvidan a sus hijos en el coche no deberían tenerlos", "Un hijo jamás se puede olvidar, esto es inaceptable e injustificable".
Estas son algunas de las reacciones que tienen muchas personas cuando desafortunadamente vuelve a surgir una noticia en la que conocemos que un bebé o niño pequeño ha muerto tras haber sido olvidado encerrado en el coche por sus padres.
No es difícil entender este tipo de reacciones negativas y juzgadoras: la noticia es fuerte, trágica, lamentable y dolorosa. La postura de muchas personas es opinar de forma impulsiva y sin detenerse a pensar por un momento en las posibles circunstancias que tuvieron que suceder para que ocurriera esta desgracia. En algún momento yo lo llegué a pensar, aunque sin juzgar: "¿Cómo es posible que pase algo así? Espero nunca me suceda..."
Sin embargo, lo que no saben las personas que rápidamente aseguran que a ellos nunca les sucedería, y de paso juzgan y sentencian a los padres que han pasado por esto, es que nos puede pasar a todos. Sí, incluso a quienes están tan seguros de que nunca jamás en la vida serían capaces de olvidarse de sus hijos.
Desgraciadamente, por más organizados, amorosos, responsables, comprometidos, entregados, dedicados y disciplinados que seamos como padres, absolutamente nadie está exento de que esto pueda sucederle, y la razón, es más sencilla de lo que parece: somos humanos, y nuestra mente, no es 100% perfecta ni infalible.
La ciencia lo explica: la mente humana no es perfecta
David Diamond, Doctor en Filosofía y profesor de psicología en la Universidad del Sur de Florida, ha dedicado 15 años a estudiar los motivos detrás de estos trágicos olvidos que han terminado en la muerte de bebés y niños pequeños. Durante ese tiempo, ha realizado su investigación desde las perspectivas neurobiológicas y cognitivas partiendo de su experiencia como neurocientífico del comportamiento.
Pero su investigación no solo se ha limitado a estudiar a fondo el comportamiento cerebral que explica por qué sucede esto. También, ha revisado los reportes policiales y entrevistado a los padres involucrados en estos terribles incidentes, e incluso ha prestado sus servicios como testigo pericial en casos civiles y penales.
"'El Síndrome del Bebé Olvidado' no es un problema de negligencia, sino un problema de memoria. La respuesta más común es que solamente padres malos o negligentes olvidan a sus hijos en el coche. Es una cuestión de circunstancias. Podría pasarle a cualquiera", explica David en Consumer Reports.
En un documento sobre su investigación desde el punto de vista cognitivo y neurobiológico, David comparte la hipótesis que ha elaborado para explicar por qué sucede este fenómeno. De acuerdo con su investigación y estudios, los niños son olvidados en el coche por los siguientes motivos:
- El conductor pierde conciencia de la presencia del niño en el coche
- El conductor muestra una falla en el sistema de "memoria prospectiva" del cerebro
- Intervienen eventos durante el trayecto, incluyendo factores estresantes y distracciones fuertes, que podrían contribuir a la causa de la falla de la memoria prospectiva, una competencia entre los sistemas del "hábito" y la "memoria prospectiva".
De acuerdo con la investigación de David y basándose en sus estudios del cerebro y la memoria, ha concluido que en todos los casos de padres que olvidaron a sus hijos dentro del coche hubo una falla en el sistema de memoria prospectiva del cerebro. Es decir, su capacidad o compromiso como padres, no tuvo nada que ver en estos trágicos sucesos.
En los casos donde los padres han olvidado a sus hijos en el coche, David explica que el problema se presenta cuando se involucran dos partes de la memoria: la prospectiva y la semántica. La memoria prospectiva es aquella que que nos ayuda a recordar hacer algo en el futuro, como una acción planificada o algo que debamos hacer en determinado momento.
La memoria semántica es la que nos recuerda automáticamente datos o información concreta, y es la que permite que los conductores realicen el trayecto del trabajo a su casa en modo de "piloto automático", en el que llegan a casa sin recordar detalles claros o específicos de cómo llegaron ahí.
Cuando hacemos un cambio en nuestra rutina, la memoria prospectiva y la memoria semántica trabajan en conjunto para ayudarnos con él. Un ejemplo de estos cambios pueden ser cuando uno de los padres debe llevar ese día al bebé a la guardería o cuando tenemos que llegar al mercado de camino a casa.
Sin embargo, cuando estamos distraídos o estresados, una de estas memorias falla y puede haber implicaciones catastróficas. Algunos ejemplos que menciona David son situaciones en las que se pasaron por alto pasos de seguridad críticos, como cuando un cirujano deja una herramienta médica dentro de un paciente, un piloto que olvidó ejecutar un paso al momento de aterrizar, o cuando los padres olvidan que llevaban un bebé en el coche.
"La memoria semántica, o sistema cerebral del hábito, es muy conveniente, ya que nos permite hacer las cosas en modo piloto automático. La belleza de esto es que no tenemos que recordar cada vuelta en nuestro trayecto, pero el problema es que esta memoria realmente está guiando nuestro comportamiento. Cuando guía nuestro comportamiento, suprime otras partes del cerebro que se supone deben recordarnos información adicional", explica David. "Tenemos que aceptar el hecho de que nuestro cerebro hace múltiples tareas a la vez. Y como parte de esto, es que la consciencia de que llevamos un niño puede perderse".
Tras los cientos casos que ha estudiado desde que comenzó su investigación, Davis explica que ha encontrado algunos factores que comúnmente se presentan cuando un padre olvida a su hijo en el coche: cambios en la rutina, estrés y privación del sueño.
En la mayoría de los casos en los que han muerto niños dentro de los coches, había ocurrido un cambio inusual en la rutina, en el que uno de los padres, que no acostumbraba llevaba al niño a la escuela o guardería, tuvo que hacerlo ese día por alguna razón.
Debido a que el cerebro reconoce la rutina de todos los días, el padre inconscientemente puede manejar directo a su trabajo, olvidándose por completo de que llevaba a su hijo en el coche. A menos que hubiera alguna señal que se lo recordara, como ver un objeto del bebé o escucharlo, el cerebro del padre continuaría en modo de piloto automático e incluso, podría crear la falsa memoria de que su hijo está seguro en la guardería.
"Los conflictos entre la memoria semántica y la prospectiva son normales", explica David. Y es que en realidad, esos conflictos son algo que puede pasarle a cualquiera todos los días, no solo a padres o cuidadores. Es lo que pasa cuando olvidamos que debíamos llegar al mercado camino a casa porque se nos había terminado la leche o cuando repentinamente nos damos cuenta que vamos camino al trabajo, cuando en realidad deberíamos ir camino a una cita médica que no forma parte de la rutina diaria.
Aunque esto puede ocurrir bajo situaciones normales, la investigación de David ha encontrado que el estrés añadido, las distracciones grandes y la falta de sueño, son factores externos que aumentan la posibilidad de esta falla en la memoria, y que desafortunadamente, en estos casos ha terminado en situaciones trágicas.
Nadie es perfecto, a todos nos puede pasar
Lo sé. Sé que cuesta pensar que podemos ser capaces de olvidar a nuestros hijos encerrados en el coche. Para la mayoría, aceptarlo significaría que admitimos que somos malos padres o que no estamos a la altura. Pero la realidad, es lo que menciona David: nuestro cerebro no es perfecto y puede tener fallas.
Ahora, esto no significa que a todos nos pasará en algún momento. Significa que existe la posibilidad de que suceda, aunque desde luego ninguno desea que eso pase. Pero lo peor que podemos hacer, es afirmar que no nos pasará, porque si pensamos que nuestro cerebro es tan perfecto y especial como para no cometer esta clase de errores humanos, posiblemente no tomaremos las precauciones necesarias para prevenir que los cometamos.
Debemos tener claro que es algo que nos puede pasar a todos, y para muestra, citamos un fragmento de un extenso reportaje ganador del premio Pulitzer publicado en el Washington Post, en el que se analizaron varios casos de padres que olvidaron a sus hijos, y entrevistaron a David como experto en el tema para intentar comprender por qué sucedía esto:
Los de clase alta, resulta que lo hacen. Y los pobres, y la clase media. Padres de todas las edades y etnicidades lo hacen. Las madres tienen la misma probabilidad que los padres de hacerlo. Le pasa al que está crónicamente con la mente en otro sitio, y al que es fanático del orden. Al que fue a la universidad y al que es iletrado. En los últimos 10 años le ha pasado a un dentista. A un trabajador de la oficina de correos. A un trabajador social. A un agente de la policía. A un contador. A un soldado. A un abogado. A un electricista. A un clérigo protestante. A un estudiante rabínico. A una enfermera. A un constructor. A la asistente de un director. Le pasó a un consejero mental, a un profesor de universidad y a un chef. Le pasó a un pediatra. Le pasó a un científico de cohetes.
¿Esto los hace malos padres o malas personas? Por supuesto que no. Simplemente, son humanos, y es un error que pudo pasarle a cualquiera. Desde luego, esto no quiere decir que vamos a aceptarlo o verlo como algo normal o esperado.
Se trata simplemente de tener más comprensión y respeto, y dejar de ser tan duros y juzgar a los padres que han tenido que atravesar y sufrir por esta terrible tragedia, en la que ni ellos mismos comprenden cómo pudieron cometer este error.
Qué podemos hacer para evitarlo
Ahora que sabemos y entendemos que existe la posibilidad de que nos suceda a todos, no quiere decir que debamos alarmarnos y asumir que nos sucederá. Lo que debemos hacer es prepararnos para hacer todo lo posible para evitar algo así nos pase a nosotros.
En primer lugar, aceptando el hecho de que existe la posibilidad de que suceda y de que algún cambio o factor externo como falta de descanso o estrés puede influir en nuestra capacidad de recordar. Teniendo presente que no somos inmunes a esto, podemos ser más conscientes y tomar medidas preventivas:
- Si tu hijo va a una guardería o lo dejas con una niñera, acuerden llamarse cuando suceda algo diferente a la rutina usual: si tu hijo no asistirá ese día o llegará tarde, llama. Si el niño no llega a la hora usual, ellos deberán llamarte.
- Cuando haya un cambio de rutina, organízate con tu pareja y ambos pongan recordatorios en su móvil para llamar al otro minutos después de la hora de entrada del niño a la guardería.
- Apóyate en recordatorios visuales: un peluche de tu hijo, la mochila con sus cosas, un zapatito o algo que puedas colocar en el asiento del copiloto y que funcione como señal para recordártelo.
- Utiliza dispositivos y aplicaciones en tu móvil que te ayuden a recordar revisar el asiento trasero o te avisen si tu hijo sigue ahí.
- Coloca en el asiento trasero algo que siempre lleves contigo cuando vas a tu trabajo y te obligue a revisar la parte de atrás: la cartera, un maletín, tu lonchera. Esto puedes hacerlo aún si no sueles llevar a tu hijo, y te ayudará a que la memoria semántica se acostumbre a revisar siempre el asiento de atrás del coche.
Olvidar a un hijo encerrado en el coche es algo que ningún padre desearía vivir jamás. Pero somos humanos, y como tales, debemos tomar medidas para prevenir que más tragedias como éstas sigan ocurriendo.