El ajetreado ritmo de vida que llevamos acaba engullendo a los niños, a los que a menudo obligamos a acelerar su ritmo natural para adecuarse al nuestro. A esto se suma el poco tiempo que pasamos con nuestros hijos debido a compromisos y problemas de conciliación, así como las crecientes exigencias que muchos padres se marcan en la educación de sus hijos ante una sociedad cada vez más competitiva.
Por eso, como contrapartida hace unos años nació una corriente de crianza denominada "slow parenting" o "crianza a fuego lento". Este tipo de crianza está basada en el respeto a los ritmos del niño, al que se le ayuda a avanzar y aprender sin presiones, y desde el acompañamiento emocional y la presencia física.
Ser respetuoso con los ritmos y habilidades de los niños, no sobrecargarles de actividades ni exigirles más de lo que pueden dar es fundamental para que crezcan felices y con una autoestima sana.
Te damos las claves para poner en práctica este tipo de crianza a fuego lento.
1) Aparca las prisas en tu día a día
Los adultos vivimos en un mundo de prisas. La vorágine del día a día, las responsabilidades en las distintas parcelas de nuestra vida y los imprevistos que siempre surgen nos acaban engullendo de forma atronadora, obligándonos a activar el 'piloto automático' desde que nos levantamos y hasta que nos acostamos.
Pero el problema surge cuando trasladamos esas prisas y esa vida acelerada a nuestros hijos. Los niños, que viven el aquí y el ahora, que necesitan tiempo para desarrollar sus diferentes habilidades y que no entienden de prisas ni estrés, se ven de pronto engullidos por las exigencias de los adultos para que hagan las cosas cuando nosotros queremos, sin tener en cuenta que su ritmo de vida es completamente diferente al nuestro.
Cuando metemos prisa a los niños nos "desconectamos" de ellos, pues dejamos de respetar sus ritmos y esa cualidad tan maravillosa y propia de la infancia de vivir plenamente el momento actual.
Por eso, a la hora de hacer tareas que requieran de premura (por ejemplo, vestirse por las mañanas para llegar al cole a la hora indicada), es recomendable hacerlo con tiempo, evitar caer en exigencias y gritos, explicarles las normas de forma clara para que puedan contribuir a su cumplimiento o apoyarnos en recursos que ayuden al niño a comprender el paso del tiempo.
2) Respeta los ritmos madurativos de tu hijo
¿Cuántos de nosotros habremos empujado a nuestros hijos a conquistar etapas para las que quizá aún no estaban preparados? Amparándonos en la frase "¡con lo mayor que eres ya deberías...!" , forzamos a los niños a dejar el pañal, reprimir sus emociones o caminar distancias sin brazos ni carritos -por poner solo algunos ejemplos cotidianos- sin tener en cuenta sus ritmos madurativos.
Estimular a un bebé o niño es bueno -siempre que se haga de forma respetuosa- y fomentar su autonomía por supuesto que también. Pero hemos de tener cuidado y no volcar en nuestros hijos las prisas por aprender, evolucionar y conquistar nuevos logros. Es fundamental dejarles espacio para disfrutar de su crecimiento, sin presiones ni objetivos.
3) No sobrecargues la agenda de tus hijos
La agenda de los niños a menudo está sobrecargada de actividades extraescolares que ocupan la mayor parte de su tiempo, impidiéndoles jugar en libertad, aprender a su propio ritmo y poder incentivar su imaginación y creatividad.
Los motivos por los que sobrecargamos la agenda de nuestros hijos son varios:
- La falta de conciliación y los maratonianos horarios laborales de los padres nos obliga en muchas ocasiones a dejar a nuestros hijos en una actividad extraescolar tras otra, cuando su jornada escolar ha terminado.
- Muy al hilo del punto anterior, a medida que nuestros hijos van creciendo también es habitual pensar en que si no los estimulamos correctamente ni les ofrecemos todo tipo de actividades y extraescolares, se aburrirán, como si aburrirse fuera algo negativo o perjudicial para los niños.
- En los últimos años hemos asistido a la aparición de una nueva corriente de crianza denominada crianza intensiva. Los padres que crían de esta forma a sus hijos buscan que tengan la mayor preparación académica posible, con el objetivo de que asegurarlos un futuro profesional exitoso. Esto repercute repercute en una agenda sobrecargada con todo tipo de actividades, con el fin de garantizar una formación lo más completa posible.
Pero exigir a los niños más de lo que son capaces de dar y proyectar en nuestros hijos nuestras expectativas, provocándoles infelicidad, estrés y ansiedad, y no nos permite disfrutar de la vida y el tiempo juntos.
4) Favorece el juego libre
Mediante el juego, los niños aprenden a comunicarse, socializar, empatizar, mejorar la seguridad en sí mismos y adquirir diversas habilidades. Sabemos que el juego es un derecho fundamental del niño, y no solo es fuente de diversión y aprendizaje, sino que constituye una actividad fundamental para su desarrollo a lo largo de toda la infancia.
Sin embargo, no siempre potenciamos el juego libre en los niños, y a menudo caemos en dirigir sus actividades, cortando las alas de su creatividad e imaginación.
5) Trato y comunicación positivos
Es fundamental tratar a nuestros hijos con paciencia, respetando sus ritmos y necesidades, y cuidando nuestro lenguaje y la forma en la que nos comuniquemos con ellos. Recordemos que el uso abusivo del 'no', los gritos, las imposiciones o la falta de atención por nuestra parte les afecta de forma negativa, además de darles un mal ejemplo.
Por otro lado, a la hora de establecer normas debemos actuar con firmeza y amabilidad al mismo tiempo; sin exigirles, gritarles o hacerles sentir mal, pero siendo firmes y no cediendo o haciendo nosotros la parte que les corresponde a ellos.
6) Ayuda a tu hijo a conocerse a sí mismo
Todas las personas tenemos puntos fuertes y débiles que conforman las señas de identidad de nuestro carácter. Lamentablemente, por lo general en la familia y el colegio se tiende a remarcar con más ahínco los fallos y debilidades de los niños, pasando por alto en muchas ocasiones sus fortalezas.
Pero al igual que haríamos con cualquiera persona, debemos aceptar a los niños tal y como son; sin proyectar en ellos nuestras expectativas, ni exigirles más de lo que pueden dar. Asimismo, es fundamental potenciar al máximo sus virtudes, pues estas no solo le permitirán afrontar los desafíos de la vida, sino fortalecer su autoestima y contribuir a su bienestar y felicidad.
En este sentido, los adultos debemos hacer consciente al niño de sus fortalezas, ayudándole a quererse y a valorarse a sí mismo, y animándole a apoyarse en esas virtudes que tiene para solucionar cualquier conflicto que se le presente.
7) Conecta emocionalmente con tus hijos
Las prisas del día a día nos impide en muchas ocasiones conectar con quienes más queremos. Así, es fácil caer en la desidia y olvidarnos de sonreír, de dedicarnos palabras bonitas, de darnos un beso de buenas noches o simplemente de escucharnos con atención.
La conexión emocional con nuestros hijos es fundamental para su desarrollo y su bienestar, pues les permite crecer felices, confiados y sabiéndose amados, lo que a su vez repercute en su autoestima y aprendizaje.
8) Dedícales tiempo en exclusiva cada día
Como decíamos en el punto anterior, conectar emocionalmente con los hijos tiene importantes ventajas para todos, pero podríamos caer en el error de pensar que para "conectar" se requiere tiempo, algo de lo que no siempre vamos sobrados.
Pero simplemente con poner plena atención en cualquier actividad cotidiana que hagamos en exclusiva con ellos (por ejemplo, darlos un baño, desayunar juntos, charlar sobre cómo le ha ido en el colegio...) ya estamos favoreciendo esa calma y ese vínculo seguro que necesitan.
9) Pasad tiempo en familia
Además del tiempo en exclusiva que nos tomemos con nuestros hijos, también es fundamental realizar actividades en familia que fomenten la conexión diaria entre todos sus miembros; desde conversar y escuchar con todos nuestros sentidos, hasta jugar, practicar deporte juntos, pasear o hacer planes sencillos en familia.
Debemos evitar caer en el consumismo desmedido, en el ocio de las pantallas o en cualquier otro plan que nos aleje y no facilite la interacción y la comunicación entre nosotros.
10) Párate, respira y conecta contigo mismo
Todos los padres que educamos y criamos con amor somos perfectos, maravillosos y los mejores padres que nuestros hijos pueden tener.
Ser madre y padre es complicado, aprendemos con nuestros hijos y todos erramos en algún momento, al igual que nos equivocamos en otras parcelas de nuestra vida. Es lo que tiene el ser humano, que se equivoca constantemente, ¡y nosotros somos seres humanos!
Pero al igual que enseñamos a nuestros hijos a aprender de sus errores, nosotros también debemos aprender de los nuestros sin culpas, sin remordimientos y sin flagelarnos por lo ocurrido.
Y al igual que nos perdonamos y seguimos adelante, también es importante descansar, cuidarnos, conectar con nosotros mismos y aligerar nuestra carga mental, pues eso repercutirá positivamente en nuestra actitud, sintiéndonos más tranquilo/a y con menos estrés a la hora de hacer las cosas.
11) Practicar mindfulness
Después de una larga jornada de colegio para los niños y trabajo para los mayores, no hay nada mejor que relajarnos juntos con ejercicios de meditación, respiración o posturas de yoga.
Este tipo de actividades está ganando cada vez más adeptos entre los niños y las familias, pues aporta importantes beneficios al desarrollo emocional: fomenta la atención plena, mejora la concentración, reduce el estrés y la ansiedad, favorece el descanso, mejora las relaciones sociales...
En Internet podemos encontrar un sinfín de tutoriales, vídeos o clases online para practicar este tipo de actividades con nuestros hijos y aprovecharnos de sus grandes ventajas.