Alimentación complementaria: la leche y sus derivados

La leche y sus derivados son un grupo de alimentos ricos en calcio y proteínas (la leche de vaca tiene el triple que la leche materna) y al ser líquidos o semilíquidos (leche, yogures, batidos…) los niños llegan a ingerir más proteínas de las que pueden asimilar de una manera saludable.

Los niños que toman leche artificial ya están tomando proteínas de leche de vaca

Las fórmulas de inicio y de continuación (tipo 1 y tipo 2) son derivados de la leche de vaca que han sido tratados para disminuir la concentración de proteínas y modificar el tipo de proteína con el fin de poder ser asimiladas por los bebés.

Sin embargo, sus proteínas siguen siendo de leche de vaca, por lo que a nivel alergénico tienen el mismo riesgo que la leche de vaca sin modificar.

Es por esta razón que no se recomienda a aquellas madres que están dando el pecho y que empiezan a trabajar a las 16 semanas que les den a sus bebés leche artificial, sino que den leche materna extraída o, en su defecto, que esperen un poquito a los cuatro meses y empiecen a ofrecer fruta, verdura, carne o cereales; es por esta razón también que no se recomienda la leche de continuación como solución líquida para preparar los cereales (ya que se pueden preparar con leche materna, con agua y con caldo de verduras).

Un niño alimentado con leche materna no necesita tomar leche ni derivados mientras esté siendo amamantado, tenga 6 meses o tenga 2 años. Evidentemente, que no los necesite no significa que no los pueda tomar.

A un niño alimentado con leche de fórmula, ya sea con la tipo 1 o la tipo 2, debe ofrecérsele, a partir de los 6 meses, unos 500 ml de leche diarios.
Si añadimos otros lácteos (por ejemplo un yogur), estará tomando demasiadas proteínas y estaremos sobrecargando sus riñones sin necesidad.

Algunas madres reducen el consumo de leche (dando por ejemplo 375 ml de leche al día) para añadir los 125 ml de un yogur. Sigue habiendo un exceso de proteínas, ya que el yogur lleva un tercio más de proteínas (unos 3,3 gramos por cada 100 ml) que la leche tipo 2 (unos 2,1 g por cada 100 ml).

Lo ideal y recomendable es que el único alimento lácteo hasta el año sea la leche materna o la leche artificial.

Las proteínas de la leche sin modificar producen microhemorragias

Otra de las razones por las que se recomienda iniciar el consumo de lácteos no adaptados a partir de los 12 meses es que las proteínas de la leche de vaca sin modificar producen microhemorragias en el sistema digestivo de los bebés.

Si tenemos en cuenta que cerca del 30% de los niños tienen unos niveles bastante bajos de hierro y que el 70% restante suele tenerlo más bien bajo también, es totalmente contraproducente que un bebé sufra este tipo de hemorragias, ya que perdiendo sangre se incrementa la probabilidad de sufrir anemia.

En algunos países del norte de Europa se ofrece leche de vaca a los bebés a partir de los 9 meses. Parece ser que a esa edad ya no sufren las mencionadas microhemorragias, sin embargo es recomendable asegurarse y esperar a los 12 meses (momento en que además hay menor riesgo de reacción alergica).

¿Entera, semidesnatada o desnatada?

Aunque las grasas han sido demonizadas por la industria alimenticia son muy necesarias tanto para los adultos como para los bebés y niños, y sobretodo para ellos.

La leche entera (hablo sólo de leche pero me refiero también a los derivados) es una fuente importante de grasa y por ello es la que se recomienda durante los dos primeros años de vida.

No se recomiendan lácteos desnatados pues no contienen ácidos grasos esenciales, son deficientes en vitaminas y cargan demasiado a los riñones, pues tienen muchas proteínas para la poca energía que aportan. Se pueden empezar a tomar a los dos años, pero si pueden retrasarse hasta los cinco años mucho mejor.

La semidesnatada podría ser aceptable a partir de los 24 meses de edad. La OMS la acepta a partir de los 12 meses, pero sugiere continuar con la entera, por aportar más calorías.

Las leches “de crecimiento”

Las leches “de crecimiento”, a las que también se les llama tipo 3, para mostrar a los padres que siguiendo un orden lógico va tras la 1 y la 2, son poco necesarias, porque aportan diversos añadidos como vitaminas, minerales y ácidos grasos que pueden encontrarse fácilmente en una dieta infantil equilibrada.

Además, entrecomillo de crecimiento porque no hacen crecer más, aunque parece que la intención es que los padres creamos que sí.

No me extenderé demasiado con este tipo de leches, porque ya hemos hablado de ellas aquí.

Los yogures

Exactamente lo mismo que la leche, tienen más proteínas de las que un bebé necesita. Pueden ofrecerse a partir de los 6 meses (aunque las guías actuales hablan de 9 meses, probablemente por el tema de las proteínas), pero mejor si no se dan hasta el año.

El más adecuado, a partir de los 12 meses, es el natural, que no lleva aditivos extraños (de cuyo nombre no quiero acordarme) ni edulcorantes. Es mejor darlo tal cual, sin azúcar, para no acostumbrarles al sabor dulce y no añadirle capacidades cariogénicas al mismo. Sorprendentemente, la mayoría de niños suele aceptar su sabor sin ningún añadido.

Las natillas, mousses, postres de chocolate, etc. no son yogures y por lo tanto son menos sanos que éstos (si os fijáis para hacer yogures caseros hay que hacer fermentar la leche y para hacer natillas caseras, no). Llevan un alto contenido en azúcares y actualmente están sustituyendo, tristemente, al yogur natural y al vaso de leche, más sanos.

Mi primer yogur

Mi primer yogur debería empezar a darse a partir de los 12 meses. Sé que se recomiendan a partir de los seis, pero no deja de ser un yogur normal y corriente con más vitaminas y más minerales (aunque según dicen contiene leche adaptada).

En unos días dedico una entrada a hablar de este tipo de yogures para explicar en profundidad por qué digo que hasta los 12 meses mejor no ofrecerlos.

El queso

El queso se puede empezar a ofrecer a partir de los 12 meses, como el resto de lácteos. Se recomienda empezar con queso fresco o tierno.

Los quesitos (tipo caserío) contienen grasas de muy baja calidad y no es recomendable comerlos más de una vez a la semana.

Lácteos líquidos

Actualmente están muy de moda los lácteos líquidos tipo “Danonino” y, como he dicho al inicio de la entrada, los niños están tomando, con tanto yogur líquido, postre lácteo, leche y yogures, un considerable exceso de proteínas (además de los excesos de carne que haya en la dieta).

La OCU analizó hace un par de años varias meriendas infantiles y entre ellas se hallaban 3 tipos de lácteos líquidos (Yoco Fresa de Nestlé, Danonino fresa y plátano y Dan’up fresa y plátano, ambas de Danone).

En el análisis se concluyó que tenían grasas de muy mala calidad y se recomendó que los niños lo tomaran, como mucho, una vez a la semana.

La leche condensada

Contiene azúcar añadida y una osmolaridad muy alta (alta concentración de solutos que sobrecargan a los riñones), por lo cual no es un alimento infantil adecuado.

Más información | Junta de Andalucía, AEPAP, OMS, Adivina cuánto te quiero, AESAN (pág. 9)
Fotos | Flickr (james.thompson), Flickr (//amy//)
En Bebés y más | La leche es la primera causa de alergia en los niños, Recomiendan lácteos desnatados para los niños

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