Aunque a la hora de introducir la alimentación complementaria hay bebés que aceptan de buen grado cualquier alimento, por lo general suele ser más habitual que muestren una especial resistencia a las frutas y verduras, e incluso se sumen otros alimentos conforme el niño crece.
Elena Toledano, nutricionista de ROOTS Mindfoodness, nos explica las causas de este rechazo natural a ciertos alimentos y qué podemos hacer los padres para incorporarlos a la dieta del bebé de forma respetuosa y positiva.
Los tres alimentos que más rechazo provocan en bebés y niños, según su edad
Bebés de seis a 12 meses
La nutricionista nos explica que tanto las frutas como las verduras son alimentos bajos en calorías, lo que puede identificarse en el paladar del bebé como un alimento que no les va a aportar energía.
Esto hace que inconscientemente lo rechacen para poder favorecer el consumo de otros alimentos más calóricos, como el pan, la pasta o el arroz.
"Sin embargo, como padres debemos entender que las frutas y las verduras son alimentos que deben estar diariamente en la alimentación del bebé porque les aportan fibra, vitaminas y minerales esenciales para su desarrollo".
Bebés de entre dos y tres años
Pero pasado el periodo de la alimentación complementaria, aparece otro momento crítico en la alimentación del niño de entre dos y tres años: la etapa de neofobia.
"Se trata de una etapa en la que el niño rechaza probar nuevos alimentos e incluso deja de comer otros que ya tenía perfectamente introducidos en la dieta" - comenta Elena Toledano.
Aunque prácticamente cualquier alimento puede ser rechazado por el niño sin razón alguna, la nutricionista explica que los más habituales vuelven a ser de nuevo las frutas y las verduras de color verde.
"De pequeños evitamos inconscientemente comer alimentos nuevos que pudieran suponer un riesgo para nosotros por ser venenosos, lo cual es frecuente entre los alimentos de origen vegetal por ser ciertamente amargos. Este amargor, típico de venenos y tóxicos, nos hace rechazarlos sin razón".
Pero además de este rechazo innato a ciertos alimentos, la nutricionista nos explica otras dos posibles causas detrás de la neofobia:
- Los propios gustos del niño
Durante los primeros años de vida, los niños están constantemente expuestos a nuevos sabores de alimentos, olores, texturas… Ante toda esta oferta, es normal que muchos alimentos les resulten extraños o poco apetecibles.
- Haber experimentado sensaciones negativas con un alimento
Otra causa que también podría explicar la neofobia es haber tenido una mala experiencia con algún alimento en concreto, como haber sufrido un atragantamiento, tener intolerancia o alergia no diagnosticada o haberse encontrado mal tras la ingesta.
Niños a partir de tres años
A partir de los tres años es más frecuente que el niño salga de su núcleo familiar y comience a comer fuera de casa (comedor escolar, casas de familiares, eventos sociales...).
Esto contribuye a que su paladar se vaya estimulando y empiecen a notar las diferencias entre las recetas y técnicas de cocina habituales en su casa, y lo que hay fuera. De ahí que haya niños que parezcan comer mejor en casa de la abuela o en el colegio, que en su propia casa o viceversa.
"Igualmente, hay que recordar que el niño se encuentra en una fase de descubrimiento absoluto de nuevos sabores, lo que hace que puedan rechazar sin razón alimentos que devoraban siendo bebés, o bien comenzar a aceptar de pronto otros alimentos que antes odiaban" - recalca Elena.
Los alimentos que más gustan a bebés y niños
En el extremo opuesto de los alimentos más rechazados se encontrarían aquellos que más aceptación tienen en prácticamente todas las etapas de la alimentación del bebé y niño.
"Estos alimentos son muy agradables al paladar, y además les aportan mucha energía. Esto hace que el niño los elija de forma innata, pues sabe que le aportarán nutrientes y energía suficiente para seguir creciendo"
¿Cómo contribuir a que la alimentación del niño sea variada y equilibrada?
Ante el rechazo a ciertos alimentos y predilección por otros, los padres podemos caer en el error de dejar de ofrecer al niño aquellos alimentos que le cuesta más trabajo comer y decantarnos por los que prefiere.
Pero es fundamental que la dieta de nuestros hijos sea completa, variada y equilibrada desde que son bebés, pues cada grupo de alimentos tiene unas propiedades determinadas y beneficios para su salud.
Así pues, ¿qué podemos hacer los padres para conseguir que nuestros hijos coman de todo sin presiones ni malos ratos? Elena Toledano nos da las claves, según la edad.
Bebés de seis a 12 meses
"En esta etapa de introducción a la alimentación complementaria, lo importante es que los alimentos actúen como estímulo o experiencia más que como fuente principal de nutrientes, porque la leche materna sigue siendo su principal fuente de energía".
Igualmente, hay una serie de pautas que podemos llevar a cabo para favorecen el momento de la comida:
- Hacer que la hora de comer y el ambiente sean agradables.
- Dejar que sea el bebé quien decida cuánto quiere comer.
- Exponer al bebé a los alimentos en su formato entero para que se familiarice con ellos: "si nunca le hemos presentado un brócoli, es menos probable que se lo coma años después, porque le generará rechazo" , explica la nutricionista.
- Entender que los bebés pueden llegar a necesitar una exposición de hasta 15 veces un mismo alimento hasta que lo aceptan.
- No forzarle a comer nada: "es una etapa de descubrimiento y el objetivo no es que se coman todo, sino que lo prueben, jueguen, se relacionen de forma segura y se diviertan comiendo", nos recuerda Elena Toledano.
Bebés de entre dos y tres años
Las mismas pautas anteriormente mencionadas servirían también para este grupo de edad. Es decir, debemos hacer de la comida un momento placentero, positivo y agradable, y ofrecer al niño todos los alimentos de forma natural y respetuosa para que poco a poco los vaya incorporando a su dieta.
Por otro lado (y aunque puede resultar un tanto frustrante para los padres) no debemos enfadarnos ni irritarnos con el niño que no come y entender que la neofobia "muchas veces no atiende a razones específicas, siendo una etapa que irá pasando poco a poco", nos recuerda la nutricionista.
Niños a partir de tres años
Ya en la primera infancia, son muchos los hábitos que podemos adoptar los padres para que nuestros hijos acaben comiendo de todo a lo largo de su vida y teniendo una relación sana y positiva con la comida.
Así, a todos los consejos anteriormente mencionados, la experta suma también los siguientes:
- Predicar con el ejemplo: "con que nos vean comiendo alimentos saludables es más que suficiente para generar un efecto positivo en su ingesta", apunta Elena.
- No restringir el acceso a determinados alimentos: "prohibir un alimento solo generará más ganas de comerlo".
- Involucrarles en los menús preguntando lo que quieren comer y dejando que cocinen o formen parte de la preparación de alimentos.
- No usar sus alimentos favoritos como recompensa, ni otros como castigo.
Igualmente, y tal y como mencionábamos antes, no debemos forzar al niño a comer ningún alimento. A veces, basta con esperar un tiempo y volvérselo a ofrecer para que lo acepte, pero otras veces toca echar mano de nuestro ingenio y creatividad en la cocina.
"Tanto las frutas y verduras como los alimentos más energéticos son necesarios en la dieta del niño, por lo que podemos conseguir una
combinación de ambos mediante recetas divertidas o más apetitosas".
"Así, por ejemplo, en lugar de ofrecerles una ensalada y un pollo a la plancha, probemos a hacerles un wok de espaguetis integrales con verduras, una pizza casera con verduras y pollo… Tenemos que encontrar el equilibrio entre lo rico, lo saludable y lo divertido".
Fotos | Istock, Pexels, Pixabay
Agradecimientos | Elena Toledano, nutricionista de ROOTS Mindfoodness
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